Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2853-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Antes de llegar a ser un huerto, la buscadora nunca antes había cultivado nada para el Señor. Ella apreciaba al Señor, lo disfrutaba y participaba de Él, pero nunca había cultivado nada. En el capítulo 1 ella expresó su aprecio por el Señor diciendo que Él era un saquito de mirra y un ramo de flores de alheña. Luego, en el capítulo 2, ella disfrutó al Señor como el manzano, y fue introducida en la casa del vino. Allí, ella pudo apreciar y disfrutar muchísimo al Señor. En el capítulo 3, incluso fue perfumada de mirra y olíbano, es decir, fue saturada del Señor y se mezcló con Él. Ella apreció al Señor, lo disfrutó e incluso fue saturada del Señor, pero nunca le había cultivado nada. Es sólo cuando ella llega a ser un huerto que empieza a cultivar algo: “Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; [...] vergel de renuevos de granado, de frutos suaves, de flores de alheña y de nardos, nardo y azafrán, caña aromática y canela, árboles de olíbano y de mirra, áloes y las más aromáticas especias” [heb.] (4:12-14).
Antes de llegar a ser un huerto, ella disfrutaba al Señor como la mirra, la flor de alheña y el olíbano. Ahora, ella cultiva aquello que ha disfrutado, sólo que ya no es para ella, sino para otros. Ahora el olíbano no es para su satisfacción, sino para la satisfacción del Señor. La flor de alheña ya no viene de parte del Señor para que ella la aprecie, sino que ella misma la cultiva para que el Señor la aprecie. En el aspecto inicial, todo era para ella; pero ahora todo es para el Señor y para los demás. Al comienzo algo del Señor entró en ella; pero ahora algo del Señor está creciendo en ella, pues todas estas cosas se han forjado en ella, la han saturado y ahora son parte de ella.
Para el momento en que ella llega a ser un huerto, ya no vemos más el aspecto individual. Nunca podremos satisfacer a otros, a menos que seamos edificados como un Cuerpo corporativo.
No podremos cultivar las cosas que apreciamos, disfrutamos y de las cuales estamos saturados si antes no somos completamente edificados como un huerto. Es por ello que necesitamos del segundo aspecto de la vida cristiana: el Cuerpo corporativo. Esto es lo que el Señor está buscando hoy. Él no está buscando algunas personas que sean espirituales y maduras en el aspecto individual; más bien, Él está buscando un Cuerpo corporativo. El cristianismo ha arruinado toda la situación. Todos hemos sido afectados por conceptos erróneos. Es por ello que necesitamos ojos de palomas. Todos los conceptos que recibimos en el cristianismo tienen que ser reemplazados.
Independientemente de lo que hayamos recibido del pasado, debemos comprender que la vida cristiana no está destinada al individuo. La vida cristiana está destinada a un Cuerpo corporativo. Por elevados que sean nuestros logros, aun si llegásemos a la cima del monte del Líbano, nunca debemos centrarnos en nosotros mismos como individuos. Cuando lleguemos allí, el Señor nos dirá que descendamos para ser un huerto en la tierra. No podemos quedarnos solos en la cima de la ascensión; debemos descender al valle para ser edificados juntamente con otros y cultivar todas aquellas cosas del Señor de las cuales hemos sido saturados. No sólo necesitamos recibir, sino también cultivar algo. Debemos ser un huerto a fin de cultivar algo que satisfaga al Señor y ser una fuente para otros.
En el siguiente capítulo, veremos otra pequeña discrepancia entre esta buscadora y el Señor. Es muy difícil para nosotros avanzar con el Señor sin interrupciones. No es posible que lo sigamos cada día a menos que conozcamos todos estos puntos donde ocurren cambios decisivos. Cantar de los cantares es un libro breve, pero contiene todos aquellos puntos donde ocurren cambios decisivos en nuestra vida cristiana.
Es maravilloso ser una corona y la torre de David, pero después de llegar a esta etapa de inmediato debemos pasar a otra experiencia; no podemos detenernos. Debemos dejar atrás ese logro e ir en pos del monte de la mirra y la colina del olíbano. Luego, después de estar allí por determinado tiempo, debemos experimentar otro logro. Debido a las experiencias de la muerte y la resurrección del Señor, seremos trasladados a Su ascensión. Llegaremos a la cima de la ascensión del Señor, lo cual es un logro mucho más elevado que el anterior. Entonces de inmediato tendremos que pasar a otra experiencia. En la cima de la ascensión del Señor, el Señor nos llamará a descender al valle para ser un huerto. No podremos ser un huerto mientras permanezcamos en la cima de la montaña. Por lo tanto, debemos descender al valle donde podamos cultivar algo.
Es bastante obvio que el propósito de un huerto es cultivar cosas. Cuando la buscadora llega a ser un huerto, ella empieza a cultivar todas aquellas cosas que anteriormente había disfrutado del Señor, tales como la mirra, el olíbano y las flores de alheña. Todas estas cosas eran los propios aspectos y cosas que el Señor era para ella, es decir, que ella disfrutó y de las cuales participó, y ahora ella cultiva para la satisfacción del Señor. En los capítulos anteriores vimos que ella disfrutó de todas estas cosas, pero ahora en el huerto el Señor mismo viene a disfrutarlas. “He venido a mi huerto [heb.], hermana, esposa mía; he recogido mi mirra y mis aromas, he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amados amigos; bebed en abundancia” (5:1-2a).
Éstos son puntos donde ocurren cambios decisivos, y a la vez exigen que ella se ejercite para someter su voluntad. Nunca debemos pensar que hemos llegado a ser tan espirituales que ya no necesitamos aprender a someter nuestra voluntad. De hecho, tendremos que continuar ejercitándonos para someter nuestra voluntad hasta que lleguemos a la Nueva Jerusalén.
Sentirnos satisfechos con nuestros logros espirituales es un verdadero problema. Después que lleguemos al monte de la mirra y a la colina del olíbano, seremos trasladados al monte del Líbano, y después de haber llegado allí, tal vez querremos quedarnos. Sin embargo, el Señor jamás nos dejará quedarnos. Él dirá: “Ven conmigo al valle para ser un huerto”. El logro espiritual que hemos obtenido como individuos es sólo para nosotros individualmente. Por lo tanto, debemos dejar nuestro logro con el Señor, a fin de llegar a ser un huerto para el Señor y para otros. Es así como surge el huerto. No se obtiene solamente mediante las experiencias apropiadas que hemos tenido de la muerte, la resurrección y la ascensión Señor, pues después de haber llegado a la cima del monte, debemos responder al llamado que el Señor nos hace de dejar nuestro logro y de regresar al lugar donde el Señor desea cumplir Su propósito. Inicialmente nos fuimos del valle para subir a la cima de la ascensión; pero ahora debemos regresar para ser un huerto y cultivar muchas cosas para la satisfacción del Señor. Es únicamente allí donde el Señor puede disfrutarse a Sí mismo por medio de nosotros. Él entró en nosotros como nuestro disfrute, pero ahora nosotros lo cultivamos a Él para Su disfrute y el disfrute de otros. Éste es el huerto.
Es necesario que veamos todos estos puntos donde ocurren cambios decisivos a fin de poder avanzar. Cuando el Señor llevó a Pedro, a Jacobo y a Juan del valle a la cima del monte, ellos recibieron una verdadera visión de Él. Entonces Pedro dijo: “Señor, bueno es que nosotros estemos aquí. Hagamos aquí tres tiendas y quedémonos aquí permanentemente”. Pero poco después, el Señor los llevó de la cima del monte al valle. Creo que después de esta experiencia fue que Pedro poco a poco llegó a ser un huerto.
Necesitamos experimentar todos estos cambios en nuestra vida espiritual. Necesitamos pasar continuamente de una experiencia a otra. En este libro se revelan muchos puntos donde ocurren cambios decisivos. Si entendemos todos estos cambios entenderemos este libro. Después de la experiencia de la corona sigue la experiencia del monte de la mirra y de la colina del olíbano. Luego, esto nos trasladará a la cumbre del Líbano. Sin embargo, inmediatamente después tendremos que pasar a otra experiencia. Debemos regresar al valle para ser un huerto. En el huerto se cultiva la mirra, el olíbano, las flores de alheña y todas las otras especias. En 3:6 ella estaba saturada con la mirra y el olíbano y todos los polvos aromáticos de mercaderes. Estos polvos son simplemente todas las demás especias. Esto significa que todas las cosas del Señor de las cuales ella participó, ahora crecen en ella. Aunque ya no son para su deleite, sino para el deleite del Señor. De esta manera, el Señor disfrutará de lo que ella ha cultivado de Él mismo, y ella será un verdadero suministro para otros. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros para que estemos dispuestos a avanzar de una experiencia a otra hasta ser un huerto para el cumplimiento de Su propósito.
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