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Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 68 Sección 4 de 4

IV. EL MANDATO DEL SEÑOR

En el versículo 11 vemos el mandato de Dios: “Yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”. La iglesia recobrada ya ha ganado una corona. Sin embargo, si no guarda lo que tiene en el recobro del Señor hasta que El venga, alguien le podría quitar su corona.

V. EL SEÑOR PROMETE GUARDAR AL QUE VENZA

Consideremos la promesa hecha a los que venzan en Filadelfia (vs. 10-12). En esta epístola vencer significa retener lo que poseemos en la iglesia recobrada.

A. Lo guardará de la hora de prueba

El versículo 10 dice: “Por cuanto has guardado la palabra de Mi perseverancia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra”. “La palabra de Mi perseverancia” es la palabra de los padecimientos del Señor. El Señor hoy continúa sufriendo rechazo y persecución con paciencia. Nosotros somos copartícipes no sólo de Su reino sino también de Su perseverancia (1:9). Por consiguiente, la palabra que nos da hoy es la palabra de perseverancia. Para guardar la palabra de Su perseverancia, debemos experimentar el rechazo y la persecución que El sufrió.

“La prueba” en este versículo denota indudablemente la gran tribulación (Mt. 24:21) “que ha de venir sobre toda la tierra habitada”, como lo indican la quinta, la sexta y la séptima trompetas con las siete copas (8:13—9:21; 11:14-15; 15:1; 16:1-21). El Señor promete a la iglesia recobrada que El la guardará “de la hora de la prueba” (no solamente de la prueba, sino de la hora de la prueba) porque ella ha guardado la palabra de Su perseverancia. Esta promesa del Señor, igual que la que hace en Lucas 21:36, indica que los santos que hayan guardado la palabra de la perseverancia del Señor serán arrebatados antes de la gran tribulación, lo cual implica que los que no guarden la palabra de Su paciencia serán dejados en la gran tribulación.

B. El Señor viene pronto

En el versículo 11 el Señor le dice a la iglesia recobrada que El viene pronto. En esta epístola el Señor comunica a la iglesia el sentir de que viene porque ella lo ama. Todas las iglesias del recobro del Señor deben amarle inspiradas por Su regreso. Debemos tener en alta estima el pronto regreso del Señor mientras damos testimonio de El en Su recobro.

C. La corona

El Señor dio una corona a la iglesia recobrada. Y ésta la debe guardar hasta que El venga, puesto que es una recompensa.

D. Lo hará columna
en el templo de Dios

En el versículo 12 el Señor dice: “Al que venza, Yo lo haré columna en el templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí”. En 2:17 el que venza será una piedra transformada para el edificio de Dios. Aquí será hecho una columna edificada en el templo de Dios. El que haya vencido “nunca más saldrá de allí”, pues es parte del edificio de Dios. Esta promesa, como premio para el vencedor, se cumplirá en el reino milenario. Vencer dentro de la iglesia en Filadelfia no consiste en obtener algo ni en vencer cierto asunto, sino en guardar lo que recibimos en el recobro del Señor hasta el fin. Si usted hace esto, el Señor lo hará columna en el templo de Dios. Esto nos recuerda el sueño que tuvo Jacob en Génesis 28. Después de que tuvo el sueño, erigió una columna con la piedra que había usado de almohada. Esa columna estaba relacionada con el edificio de Dios. Los vencedores que había en Filadelfia serán columnas en el templo de Dios. El principio que se aplica hoy es el mismo. El Señor ha determinado un buen número de piedras para hacerlas columnas en Su recobro. Alabado sea el Señor que hay muchas columnas entre nosotros. Una vez que una piedra forma parte de una columna del edificio, nunca más puede ser quitada, puesto que es parte del edificio. Algunos están en la iglesia por un corto tiempo o por varios meses y luego se retiran. Pero si usted ha sido hecho parte del templo como una columna, ya no se puede retirar ni aunque quisiera. Si uno puede retirarse de la iglesia, ello significa que nunca ha sido parte de ella.

E. Escribirá sobre él

1. El nombre de Dios

En el versículo 12 el Señor también promete al vencedor: “Escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre nuevo”. Primeramente, el Señor dice que escribirá sobre el vencedor el nombre de Dios. Un nombre es una designación. Su nombre designa quién es usted. Si el vencedor lleva el nombre de Dios, entonces Dios se ha forjado en él. Solamente cuando Dios se ha forjado en nosotros, somos dignos de llevar Su nombre. Esto no quiere decir que nosotros nos volvemos Dios; significa que Dios se forja en nosotros y que nosotros llegamos a ser uno con El. Por consiguiente, el Señor nos da una designación: Dios. “Dios” está sobre el vencedor, lo cual indica que ha sido saturado de Dios. Cuando uno ve al vencedor, ve a Dios.

2. El nombre de la ciudad de Dios,
la Nueva Jerusalén

En segundo lugar, el Señor promete escribir sobre los vencedores el nombre de la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén. Llevar el nombre de la Nueva Jerusalén significa ser parte de la Nueva Jerusalén. Esto indica que la Nueva Jerusalén ha sido forjada en los vencedores. Así que, el que venza también llevará la designación de la Nueva Jerusalén. Lo que el Señor escribe siempre concuerda con los hechos. Sería absurdo escribir la palabra “león” sobre un mono, o la palabra “cordero” sobre un gato. Cuando el Señor escriba los nombres de Dios y de la Nueva Jerusalén sobre nosotros, esto revela que somos uno con Dios y parte de la Nueva Jerusalén.

3. El nuevo nombre del Señor

Finalmente, el Señor promete escribir Su nombre nuevo sobre el que venza. Ese nuevo nombre corresponderá a nuestras experiencias. No puedo decirles cuál será el nuevo nombre, porque éste concordará con las experiencias personales que hayamos tenido con El. En otras palabras, lo que experimentemos del Señor se hará parte de nosotros. Experimentamos a Dios, y Dios viene a ser parte de nosotros. Experimentamos la Nueva Jerusalén, y eso también se convierte en parte nuestra. Por consiguiente, el Señor nos designará escribiendo sobre nosotros el nombre de Dios, el nombre de la Nueva Jerusalén y Su nombre nuevo. Esto indica que seremos uno con Dios, parte de la Nueva Jerusalén, y habremos experimentado al Señor como parte de nosotros.

El nombre de Dios, el nombre de la Nueva Jerusalén, y el nuevo nombre del Señor escritos sobre el vencedor, indican que éste es posesión de Dios, de la Nueva Jerusalén y del Señor; también indican que Dios mismo, Su ciudad (la Nueva Jerusalén), y el Señor mismo le pertenecen; y que él es uno con Dios, con la Nueva Jerusalén y con el Señor. El nombre de Dios designa a Dios mismo; el nombre de la Nueva Jerusalén denota la ciudad misma, y el nombre del Señor designa al Señor mismo. El nombre de Dios, el nombre de la Nueva Jerusalén y el nombre del Señor están escritos sobre el vencedor, lo cual indica que lo que Dios es, la naturaleza de la Nueva Jerusalén, y la persona del Señor han sido forjados en él. La mención de la Nueva Jerusalén como premio para el vencedor indica que esta promesa se cumplirá en el reino milenario. La Nueva Jerusalén en el reino milenario será un premio sólo para los santos vencedores, mientras que la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva será la porción común de todos los redimidos por la eternidad.

VI. LO QUE EL ESPIRITU DICE

La iglesia recobrada debe prestar atención a lo que dice el Espíritu. Cuanto más amemos al Señor y más estemos en Su recobro, más necesitamos las ricas palabras del Espíritu intensificado.


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