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Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4442-5
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CAPÍTULO OCHO

EL CAUTIVERIO Y EL RECOBRO

Si queremos comer a Cristo como la mejor porción de la cosecha, necesitamos tres cosas: la cosecha, el único lugar escogido por Dios y liberar nuestro espíritu. Debemos liberar nuestro espíritu para que Cristo sea liberado. Ninguno de estos puntos se menciona en el cristianismo actual. Tener una cosecha significa cultivar a Cristo. Al oír esto, tal vez algunos cristianos digan: “Nunca hemos oído eso de cultivar a Cristo. ¿Qué significa tal cosa? ¿Acaso Cristo no es perfecto y completo? ¿Cómo podemos cultivarlo?”. A través de los siglos, los cristianos no han tenido la noción de cultivar a Cristo. La frase “cultivar a Cristo” no se encuentra en los escritos cristianos.

DEBEMOS COMER A CRISTO,
NO NUESTRAS LIMITACIONES

Me preocupa mucho que ustedes entiendan acertadamente lo que significa comer a Cristo. En uno de los mensajes anteriores les compartí acerca de cómo cultivar a Cristo como trigo en medio de las circunstancias que nos limitan. Sin embargo, ello no significa que debamos comernos las limitaciones; más bien, significa que debemos comer al Cristo que crece en medio de las limitaciones. El concepto de comernos nuestras limitaciones proviene de las enseñanzas tradicionales. Estas enseñanzas tuvieron su origen en el libro The Imitation of Christ [La imitación de Cristo], escrito por Tomas à Kempis. Al leer este libro muchos cristianos se llevaron la impresión de que debían sufrir y llevar la cruz, es decir, que debían comerse sus limitaciones. Muchos piensan que los cristianos deben andar con caras largas y con el seño fruncido. Aparentemente, la enseñanza de que debemos llevar la cruz y sacrificarnos por otros es bíblica, pero en realidad está mezclada con un concepto natural. La enseñanza principal en el hinduismo es la del sufrimiento. Debemos tener cuidado de mezclar la verdad de negar el yo mediante la cruz de Cristo, con el concepto natural infundido por las enseñanzas religiosas, éticas o paganas en cuanto al sufrimiento y el sacrificio. Estas enseñanzas religiosas y éticas se ajustan fácilmente a nuestros conceptos naturales. La revelación contenida en la Biblia difiere mucho de esto. Según la Biblia, debemos vivir por Cristo y con Cristo. Por lo tanto, debemos permitir que Cristo crezca en nosotros. En lugar de comernos la cruz, debemos comer a Cristo. El mensaje de cultivar a Cristo como trigo y cebada no era un mensaje acerca de comer la cruz, sino de vivir por Cristo y con Cristo, un mensaje acerca de cultivar a Cristo en medio de las circunstancias que nos limitan.

ESTAR CARENTES DE CRISTO

Recientemente estuve hablando con un hermano joven acerca del matrimonio. Cuando le pregunté acerca de su experiencia en la vida matrimonial, me dijo: “Antes de casarme, yo pensaba que era muy paciente. Pero la vida matrimonial realmente me mostró mi condición, y ahora veo que en nada soy muy paciente”. Este hermano estaba diciendo que la vida matrimonial había dejado en evidencia su falta de paciencia. Así que le dije: “Hermano, no es correcto que diga que la vida matrimonial ha puesto en evidencia su falta de paciencia. En vez de ello, debe decir que la vida matrimonial deja en evidencia su carencia de Cristo. Una de las familias más grandes en China es la familia Chang. La familia Chang era muy conocida por su paciencia. En la sala de sus casas solían tener un cuadro que exhibía el carácter de la paciencia impreso de cien maneras diferentes. De esta manera la familia Chang se jactaba de su paciencia. Cada miembro de la familia Chang había aprendido la lección de ser paciente. Un día un miembro de la familia Chang se casó. Antes de casarse, él pensaba que era muy paciente. Pero su vida matrimonial le mostró que en realidad tenía muy poca paciencia. Hermano, cuando usted dice que la vida matrimonial muestra su falta de paciencia, no está hablando como un cristiano, sino como un miembro de la familia Chang”.

Muchos de los misioneros que fueron a China no eran capaces de discernir entre la paciencia cristiana y la paciencia china. Aunque yo nací en China, nací en el cristianismo, fui criado en el cristianismo y estudié en escuelas cristianas. Así que aprendí las enseñanzas éticas chinas y también las enseñanzas bíblicas. Algunos misioneros incluso nos decían que la ética de la Biblia era exactamente igual a la ética de Confucio. En aquel tiempo, aunque todavía no había sido salvo ni regenerado, estaba completamente a favor del cristianismo porque era la religión de mi familia. Así que siempre que alguien se oponía al cristianismo, yo estaba listo para pelear y defenderlo. En ese entonces, me sentía muy confundido cuando leía los escritos clásicos chinos y los comparaba con la Biblia. Me parecía que la ética de los escritos clásicos chinos era excelente. Así que, me decía a mí mismo que la Biblia y los filósofos chinos enseñaban lo mismo en lo que a la ética se refiere. Luego, cuando cumplí diecinueve años, fui salvo de manera genuina y me convertí completamente al Señor. Cuando fui salvo, llegué a conocer al Señor Jesús y empecé a vivir por Cristo. Después de ser salvo, me di cuenta de que había una gran diferencia entre las enseñanzas de la Biblia y las enseñanzas de los filósofos chinos. La diferencia radicaba en que los filósofos chinos hacen hincapié en la ética, mientras que la Biblia hace hincapié en Cristo. Por causa de Su economía, lo que a Dios le interesa no es la ética, sino Cristo. Por lo tanto, no debemos decir que nos hace falta paciencia; más bien, debemos decir que nos hace falta Cristo.

En los primeros años usamos ciertas expresiones que no eran acertadas. Por ejemplo, cuando un hermano decía que no soportaba vivir con su difícil esposa, nosotros le decíamos: “Hermano, usted debe aprender algunas lecciones. Usted está carente de paciencia y perseverancia. Así que debe aprender la lección de ser quebrantado. La razón por la cual usted no puede soportar vivir con su difícil esposa es que no ha sido quebrantado. Hermano, el Señor desea quebrantarlo”. Hoy en día lamento mucho haber usado ciertas expresiones, como “aprender las lecciones” y “ser quebrantado”. No es que nos haga falta más paciencia, perseverancia y quebrantamiento; lo que nos hace falta es más de Cristo. Supongamos que cierta persona tiene muy poco de Cristo. Aun si fuese quebrantada en mil pedazos, todavía estaría carente de Cristo. Tomas à Kempis nos enseñó a llevar la cruz. Pero aun si lleváramos la cruz por mil millas, seguiríamos sin Cristo. Lo que nos hace falta no es llevar la cruz, sino más de Cristo. Es muy importante que veamos esto.

Examinemos el ejemplo de un hermano joven casado que verdaderamente ama al Señor y le busca. Su esposa también ama al Señor. De hecho, debido a que ambos buscaban del Señor, se enamoraron y se casaron. Sin embargo, aunque los dos aman a Cristo, no han ganado mucho de Cristo. Así que, sin quererlo, la esposa de este hermano le causa a él muchísimos problemas. El hermano llega a sentirse tan desesperado que decide buscar la ayuda de su pastor. El pastor entonces abre la Biblia en Efesios 5:25, donde dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella”. Luego, el pastor de este hermano le dice que debe aprender la lección de tener paciencia, de ser perseverante y de aprender a entender a su esposa. El hermano acepta el consejo que su pastor le dio, regresa a casa y trata de entender a su esposa. Sin embargo, aunque él trata de ser paciente y perseverante, no consigue hacerlo. Así que un día este hermano y su esposa vienen a la iglesia local. Después de que le presenta el problema de su difícil esposa a uno de los ancianos, éste le dice: “Hermano, después de oírlo hablar de sus problemas matrimoniales, me doy cuenta de que jamás ha sido quebrantado. Hermano, usted necesita ser quebrantado”. El hermano acepta su consejo, regresa a casa y trata de ser quebrantado. Con el tiempo, esto tampoco funciona. Por último, acude a otro anciano y le presenta su problema. Este hermano, que conoce el camino revelado en las Escrituras, le dice: “Hermano, usted no está carente de paciencia, perseverancia ni de ser quebrantado. Usted está carente de Cristo. Lo que usted necesita es más de Cristo. ¿Está dispuesto a aprender a inhalar a Cristo? Usted jamás podrá soportar a su querida esposa. Así que no intente llevar la cruz, sino que más bien gane más de Cristo. ¿Está dispuesto a abrir su espíritu y a invocar al Señor? Cuando gane más de Cristo, su problema será resuelto”. El hermano recibe muy bien su consejo y gana más de Cristo. Auque su esposa sigue siendo la misma y es una persona con la cual es difícil vivir, este hermano ha ganado más de Cristo. Cada vez que su esposa le causa problemas, él cultiva más a Cristo. Y cuanto más cultiva a Cristo, mayor es su cosecha de Cristo. Por lo tanto, él puede comer de Cristo, no sólo como el maná, sino como el producto de la buena tierra. Así pues, este hermano no necesita comerse sus limitaciones ni la cruz. Más bien, él necesita comer al Cristo que ha experimentado.

Años atrás, no vimos este asunto tan claramente. Por ello, cuando los hermanos venían a contarme sus problemas matrimoniales, yo les decía que tenían que aprender la lección de ser pacientes, perseverantes y de ser quebrantados. Sin embargo, en mi experiencia, descubrí que estas enseñanzas no surtían mucho efecto. Cuando descubrí esto, me sentí muy perturbado. Yo era como un médico que receta una medicina que no cura la enfermedad. Pero finalmente descubrí otra dosis. Ésta no era una dosis de paciencia, de perseverancia ni de quebrantamiento, sino una dosis de Cristo. La razón por la cual un hermano no es capaz de llevar la cruz de sobrellevar a su esposa, no es porque está carente de paciencia, perseverancia o quebrantamiento, sino porque está carente de Cristo. Desde entonces, yo mismo empecé a practicar esto. Puse a prueba esta receta en mi propio laboratorio, invocando el nombre del Señor. Abrí mi espíritu y todo mi ser para permitir que el Señor Jesús entrara cada vez más en mí. A medida que más de Cristo se añadió a mí, la derrota se tornó en victoria. Esto no significa que el entorno hubiera cambiado, ni tampoco que yo hubiera cambiado, sino que más de Cristo había sido añadido a mi ser. Esto es lo que significa cultivar a Cristo, permitiendo que Él crezca en nuestro interior.


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