Perfeccionamiento de los santos y la edificación del Cuerpo de Cristo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6129-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Después de Su ascensión, Cristo dio muchos dones a la iglesia. Estos dones son un grupo de personas. Éstas son las personas dotadas. Algunas de ellas son apóstoles, otros profetas, otros evangelistas, y otros pastores y maestros. Éstas son personas como Pedro y Pablo. Tales personas anteriormente eran pecadores caídos e hijos de Adán, cautivos que fueron capturados, dominados y atados por Satanás. Pese a todos sus esfuerzos, no tenían manera de escapar. Sin embargo, un día el Dios Triuno se hizo carne y entró en estas personas que estaban sin esperanza. De hecho, Él mismo llegó a ser una de estas personas y se hizo uno con ellas. Él vivió en este hombre sin esperanza por treinta y tres años y medio y lo llevó a la cruz, acabando así con él. Entonces destruyó a Satanás en la cruz y aplastó al diablo, aun a Satanás, quien tiene el poder de la muerte. Después de esto, capturó a estas personas de las manos de Satanás, y en Su resurrección las resucitó a todas ellas, y elevó y transformó a estas personas caídas. En Su ascensión, Él llevó a estos cautivos a los cielos y se los ofreció al Padre. El Padre entonces le dio estos cautivos a la Cabeza ascendida en calidad de dones, la cual a su vez, en Su posición de ascensión, dio estos dones a la iglesia.
Cuando el Espíritu Santo descendió el Día de Pentecostés, el Señor dio estas personas en calidad de dones al Cuerpo, la iglesia. El principal entre ellos era Pedro. Desde entonces, los dones han sido dados a la iglesia continuamente. Uno de ellos era Saulo de Tarso. Anteriormente, él era alguien que estaba en contra de Dios, en contra del Señor Jesús, perseguía a las iglesias y asesinaba a los santos. Mientras él iba camino a Damasco para perseguir a los santos, el Señor, quien lo capturó a él de las manos de Satanás, se le apareció. De inmediato, cayó en tierra, y escuchó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Él respondió: “¿Quién eres, Señor?”. El Señor le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (Hch. 9:4b-5). Saulo pensaba que Jesús estaba en la tumba, y jamás se imaginó que Jesús estuviera en el cielo. Él pensaba que estaba persiguiendo a los hombres en la tierra, pero nunca se imaginó que estaba persiguiendo al Señor que estaba en el cielo. Ese mismo día Pablo fue salvo. Más tarde, el Señor lo llevó a un lugar muy tranquilo y le mostró la revelación en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios. Esto llegó a ser el contenido de sus catorce epístolas, las cuales son los libros más profundos del Nuevo Testamento. Esta noche leímos un pasaje de Efesios 4. De no haber sido por lo que Pablo vio, y por el hecho de que lo hubiera puesto por escrito en la Biblia, nadie jamás habría llegado a saber que la Cabeza ascendida dio los dones. Sin la revelación y explicación del Señor, nosotros jamás habríamos podido comprender este pasaje aunque lo leyéramos más de mil veces. Esto se debe a que estas palabras son profundas en la economía de Dios.
El Dios Triuno se hizo carne, pasó por el vivir humano, murió en la cruz, entró en el Hades y resucitó de entre los muertos. Por medio de este proceso de descender y ascender, Él nos capturó a nosotros, los cautivos de Satanás. Él depositó Su vida en nosotros para regenerarnos, y también depositó Su naturaleza en nosotros para que nuestra humanidad fuese elevada y transformada.
Estoy seguro de que si usted ha sido salvo por mucho tiempo o por poco tiempo, descubrirá que ha sido transformado y elevado a un plano más alto que antes. Eso no significa ser elevados de manera externa; más bien, significa que somos elevados en la naturaleza interna. Este proceso de ser elevados en naturaleza continúa creciendo cada día más hasta que llegamos a ser los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros.
Después de creer en el Señor Jesús y ser salvos, muchos de nosotros hemos predicado el evangelio a otros. Después de predicarles el evangelio, empezamos a pastorearlos y a enseñar en las reuniones de hogar y en las reuniones de grupo. Si en algún momento hemos engendrado, alimentado y enseñado, somos evangelistas y pastores y maestros. Un profeta en el sentido del idioma griego original es un portavoz del Señor. Es alguien que habla por Dios, que proclama a Dios y que, por medio de su hablar, infunde y suministra a Dios a los hombres. Todos los que hablan por el Señor de esta manera son un profeta.
Yo vine al recobro del Señor en 1932. Desde entonces, por más de cincuenta años, hemos estado estudiando el asunto de los apóstoles y hemos podido determinar quiénes son los apóstoles y cuáles son sus requisitos y su estatus. Al respecto, recibí una tremenda ayuda del hermano Watchman Nee. Con base en nuestro estudio adicional en los pasados treinta años, hoy podemos afirmar que la luz es muy clara para nosotros. La semana pasada, durante el Entrenamiento para ancianos y colaboradores, mi primer mensaje abarcó los requisitos básicos de un apóstol: primero, él debe poseer la revelación de la economía neotestamentaria de Dios en cuanto a Cristo y la iglesia (Mt. 16:16-18; Gá. 1:11-12, 15-16; Ef. 3:3-4, 8-11; 5:32); segundo, debe ser capaz de predicar el evangelio de Cristo y conducir a los pecadores escogidos y llamados de regreso a Él (Gá. 1:16a; Ef. 3:8; 2 Co. 11:2); tercero, debe ser capaz de establecer iglesias locales y nombrar ancianos para que guíen, pastoreen, enseñen y vigilen a dichas iglesias (Hch. 14:23; 1 Ti. 5:17; 1 P. 5:2); cuarto, debe ser capaz de definir doctrinas, dar a conocer la verdad, perfeccionar a los santos y edificar el Cuerpo de Cristo (1 Ti. 2:7; Ef. 4:11-12). Estos cuatro asuntos son las obras de un apóstol. Éstos también son los requisitos que un apóstol debe cumplir.
Todos los hermanos y hermanas en el recobro del Señor tienen la posibilidad de llegar a ser un apóstol, un profeta, un evangelista, o un pastor y maestro. Ésta es la razón por la cual hace cuatro años sentimos que debíamos cambiar el sistema. En el viejo sistema, escuchábamos mensajes semana tras semana, pero a la postre seguimos siendo incapaces de ser apóstoles, profetas, pastores y maestros. Ni siquiera éramos capaces de predicar el evangelio. Cuando intentábamos ayudar a un amigo o familiar para que fuera salvo, teníamos que llevarlo a una reunión del evangelio para que escuchara un mensaje sobre el evangelio. Otros tenían que predicar el evangelio por nosotros. Éste fue el daño que nos hizo el viejo sistema. Pero me siento muy contento porque desde que empezamos a practicar el nuevo sistema el noviembre pasado, muchos han aprendido a predicar el evangelio, a pastorear y a profetizar. Espero que en dos o tres años, muchos de ustedes lleguen a ser apóstoles. Con respecto a esto, estamos llenos de esperanza.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.