Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-9118-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Según los versículos mencionados anteriormente, sabemos que el Señor es Dios, la Palabra es Dios y el Espíritu es Dios. Por consiguiente, Dios, el Señor, la Palabra y el Espíritu son uno solo. A fin de entrar en nosotros, este Dios quien es el Señor tiene que ser la Palabra y el Espíritu. Efesios 6:18 dice: “Con toda oración y petición”. La oración y petición son las maneras en que podemos ingerir la palabra de Dios. Esto se podría comparar con una comida que su madre ha preparado y puesto en la mesa. Lo único que se necesita es que usted venga y la ingiera. La mejor manera para usted ingerir, es decir, recibir, una comida es comiendo. Usted no viene a mirar el alimento o estudiarlo; usted viene a comer el alimento. Los padres saben muy bien que muchas veces los niños traviesos y desobedientes sencillamente se sientan a la mesa negándose a comer el alimento, de modo que sólo lo miran. Además, existen algunos nutricionistas que se especializan en estudiar alimentos, pero ellos mismos no comen bien. Del mismo modo, aunque hay una sola Biblia, sus lectores la leen de forma diferente. El doctor Hu Shih leyó la Biblia a manera de estudio, así que sólo pudo ver la Biblia como una obra literaria de alta calidad. Muchos cristianos no vienen a comer cuando leen la Biblia, sino sólo a mirar; por consiguiente, ellos no obtienen nada.
Espero que todos nos demos cuenta de que la Biblia no tiene como meta que nosotros meramente la estudiemos, al igual que una comida no tiene por objetivo el que la estudiemos, sino que la comamos. Cuando usted come el alimento, recibe el alimento, y como resultado de ello, usted gana el alimento. Es por esto que en Efesios 6 Pablo se refiere al Espíritu y la palabra de Dios. Él dijo que usted debe recibir la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios. Aquí él habló del Espíritu y la palabra como una sola entidad. La mayoría de los lectores de la Biblia entienden que la espada del Espíritu es la palabra de Dios. Cuando yo era joven, también se me enseñó de esta manera, y según ello pensaba que la palabra de Dios es la espada. No obstante, aquí no dice que la palabra de Dios es la espada; dice que el Espíritu es la palabra de Dios. De hecho, si la palabra de Dios no fuera el Espíritu, no podría ser la espada, sino meras palabras, doctrinas, o letras negras en papel blanco. La palabra de Dios tiene que ser el Espíritu, y tiene que ser viviente; entonces puede ser la espada.
Pablo ingirió, recibió, la palabra de Dios con toda oración y petición. Él no sólo oró de modo general, sino que él también hizo peticiones de forma particular. La oración es general, mientras que la petición es particular. No sólo esto, sino que Pablo oró con “toda oración y petición”. Toda incluye una gran cantidad de formas. Usted podría orar audiblemente, o usted puede orar suavemente. Usted puede orar rápidamente, o puede orar lentamente. Usted puede orar-leer no sólo de una forma, sino de muchas maneras: por su propia cuenta, con su cónyuge, con un grupo y en las reuniones. Pablo dijo que debíamos recibir la espada del Espíritu, la palabra de Dios, con toda oración y petición. Esto nos dice que oramos toda clase de oración y petición a fin de ingerir, recibir, la palabra de Dios. No acudimos a la palabra de Dios para mirarla o estudiarla, sino para ingerirla y recibirla en nuestro interior.
Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”. Si usted sencillamente mira o lee este versículo, es posible que usted no reciba nada incluso si lo lee diez veces. Recientemente mis dos nietos vinieron a visitarme. Su madre les enseñó a recitar Juan 3:16 tanto en inglés como en chino. Ellos lo recitaron muy deprisa: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”. Sin embargo, después de oírlos pensé: “Ustedes son dos niños necios; no han recibido nada”. Ellos no sólo lo leyeron, sino que también lo memorizaron, pero no lo recibieron. Por lo tanto, Juan 3:16 todavía no tiene nada que ver con ellos. Por otra parte, yo he ingerido este versículo por casi sesenta años. Fue este versículo, Juan 3:16, el que fortaleció mi fe de modo que pude saber que era salvo. En aquel entonces, yo no sólo leí y estudié este versículo; de hecho, lo oré-leí, aunque no sabía lo que era orar-leer y ni siquiera había escuchado tal expresión.
Aún recuerdo ese día. Todavía no estaba claro acerca de mi salvación, y sentía que debía leer Juan 3:16. Al principio, sólo lo leía, y luego, gradualmente, me volví de leer a recibir. Leí que “de tal manera amó Dios al mundo”, así que oré: “Oh Dios, te doy gracias porque de tal manera amaste al mundo”. Luego, oré de nuevo: “Oh Dios, gracias que Tú me amaste porque yo soy uno que forma parte del mundo. Oh Dios, gracias. De tal manera Tú me amaste que me has dado a Tu Hijo unigénito”. Al principio, leí el versículo utilizando su redacción original, pero con el tiempo comencé a recibirlo. En cuanto comencé a recibirlo, el tono de mi oración cambió y los pronombres cambiaron. Oré: “Te doy gracias, oh Dios, porque de tal manera me amaste y me diste a Tu Hijo unigénito, para que al creer en Él yo no perezca, mas tenga vida eterna”.
Aunque han pasado casi sesenta años, todavía recuerdo esa escena muy claramente. No sólo estaba contento interiormente, sino que también estaba lleno de confianza para declarar a los cielos, la tierra y todas las cosas, incluyendo a Satanás: “Yo tengo vida eterna porque Juan 3:16 lo dice”. En esto consiste recibir y aplicar la palabra de Dios. En ese momento nadie me enseñó, y no sabía lo que era orar-leer, pero espontáneamente oré-leí sin saberlo. No solamente oré-leí por mi propia cuenta, sino que incluso les enseñaba a otros cómo orar-leer cada vez que predicaba el evangelio. Le decía a la gente: “¿Podemos leer Juan 3:16? Lo leeré juntamente con usted”. Mientras leíamos, les ayudaba a orar-leer. De esta forma algunos de ellos fueron ganados. En esto consiste ingerir la palabra de Dios y el Espíritu de Dios al orar-leer.
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