Espíritu con nuestro espíritu, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0259-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En nuestro andar cristiano debemos andar según nuestro espíritu (Ro. 8:4b). Cuando me hagan una pregunta, no debo contestar según mi alma, sino según mi espíritu. Así llego a ser un hombre espiritual. Nuestro andar cristiano es un andar espiritual. Nuestra alma debería estar bajo la dirección del espíritu y nuestro cuerpo debería estar al servicio de nuestra alma. Así seremos hombres espirituales que andan, viven y existen según su espíritu.
Pablo dijo que él servía a Dios en su espíritu (Ro. 1:9). Luego nos encargó que fuéramos fervientes en nuestro espíritu para que podamos rendir a Dios el servicio más excelente (Ro. 12:11). Si no ejercitamos nuestro espíritu, no podemos vivir la vida cristiana ni podemos servir a Dios.
En 1 Corintios 2 leemos que sólo el espíritu del hombre sabe las cosas del hombre (v. 11a) y que el hombre espiritual juzga todas las cosas (v. 15a). Sin nuestro espíritu, no podemos saber quiénes somos. Los incrédulos no saben quiénes son ellos, de dónde vienen ni a dónde van. Para saber las cosas del hombre, el hombre necesita su espíritu. Confucio enseñó que si el hombre quería vivir una vida muy elevada, tenía que atender a su conciencia. Si atendemos a nuestra conciencia, podremos comprender que está relacionada con alguien que está en los cielos. Nuestra conciencia es parte de nuestro espíritu, y nuestro espíritu está relacionado con Dios. Sin nuestro espíritu no podemos entender las cosas del hombre. Si utilizamos nuestro espíritu para entender las cosas del hombre, seremos guiados a Dios. Esto nos llevará a tener contacto con Dios. Nuestro espíritu es el órgano espiritual con el cual podemos conocer todo lo relacionado con el hombre y también, a la larga, todo lo relacionado con Dios.
En la vida de los primeros apóstoles también podemos ver la importancia del espíritu humano. Todos ellos vivían en su espíritu.
El apóstol Pablo era una persona que vivía en su espíritu (Hch. 17:16; 19:21; 20:22; Ro. 1:9).
En el libro de Apocalipsis Juan dijo cuatro veces que él estaba en su espíritu. El estaba en su espíritu cuando vio la visión de las iglesias (1:10). Estaba en su espíritu cuando vio la visión del destino del mundo (4:2). Estaba en su espíritu cuando vio la visión de la gran ramera, Babilonia la grande, que representa al cristianismo degradado (17:3). Luego dijo que estaba en su espíritu para ver la Nueva Jerusalén (21:10). Para ver estas cuatro grandes cosas, era necesario que Juan estuviera en su espíritu. Debemos estar en nuestro espíritu si queremos ver todas las visiones celestiales.
Hechos 18:25 dice que Apolos era de espíritu fervoroso. El enseñaba las escrituras con fervor. Esto nos muestra que todos los apóstoles vivían en su espíritu. Nosotros debemos seguir el ejemplo de ellos y también vivir en nuestro espíritu, es decir, debemos comportarnos, obrar y andar según nuestro espíritu, y actuar, pensar y hablar siempre según nuestro espíritu. Por último, como muestra 1 Corintios, seremos hombres espirituales (2:15a). Entonces llevaremos una apropiada vida de iglesia y nuestras reuniones serán adecuadas y provechosas.
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