Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Diospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6564-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el capítulo anterior vimos cómo disfrutar a Dios en la oración. En este capítulo hablaremos acerca de cómo disfrutarlo a Él en la lectura de la Palabra. En otras palabras, queremos ver cómo debemos estudiar la Biblia. Puesto que éste es un tema muy amplio, nos concentraremos solamente en cómo absorber a Dios mediante la lectura de la Palabra.
Aquellos que tienen experiencia en tener comunión con Dios saben que es por medio de la oración o la lectura de la Palabra que recibimos y asimilamos a Dios. La oración y la lectura de la Palabra son las dos mejores maneras en que el hombre puede contactar a Dios. Pese a que muchos oran, no contactan a Dios, y pese a que muchos estudian la Palabra, no absorben a Dios. Así como hay diferentes clases de oración, también hay diferentes maneras de leer la Biblia. A fin de saber cómo asimilar a Dios cuando leemos la Biblia, necesitamos tener un entendimiento básico.
En el capítulo anterior señalamos que la oración no consiste en pedirle a Dios que haga muchas cosas, sino en inhalar a Dios. De manera semejante, la lectura de la Palabra no consiste en extraer muchas enseñanzas de la Biblia, sino en asimilar a Dios. Aunque la Biblia está repleta de enseñanzas, y es difícil encontrar otro libro que contenga tantas enseñanzas como la Biblia, cuando busquemos a Dios valiéndonos de la Palabra, debemos comprender que la Biblia no es simplemente un libro de enseñanzas. Cuando estudiemos la Palabra, no debemos buscar enseñanzas, así como tampoco debemos pedir muchas cosas cuando oramos. El propósito de nuestra oración es inhalar a Dios. De manera semejante, el propósito de nuestra lectura de la Biblia es asimilar a Dios. El tema y centro de la oración es Dios mismo, y el tema y centro de la lectura de la Palabra también debe ser Dios mismo. Así como exhalamos lo que somos e inhalamos a Dios mediante la oración, nos negamos a nosotros mismos y recibimos todo lo que Dios es mediante la lectura de la Palabra. La verdadera manera de leer la Palabra no tiene nada que ver con adquirir enseñanzas en la mente; más bien, se trata de asimilar a Dios de una manera fresca en el espíritu.
Los hijos de Dios necesitan tener este entendimiento básico. Cada vez que nos acerquemos a la Biblia, no debemos tener el concepto de que lo hacemos para obtener algunas enseñanzas. En vez de ello, debemos tener el concepto de que estamos aquí para tocar a Dios mismo. En lugar de ser enseñados por la Biblia, estamos aquí para asimilar a Dios mismo mediante la Biblia. Cada vez que abramos la Biblia, no debemos desear enseñanzas; más bien, nuestro deseo debe ser obtener a Dios mismo. Considerar la Biblia como un libro de enseñanzas no es la actitud cristiana apropiada que debemos tener al leer la Palabra de Dios. La actitud apropiada que debe tener todo hijo de Dios al acudir a la Palabra es considerar ese tiempo como una oportunidad más para contactar a Dios mismo. Debemos permitir que esto nos impresione profundamente, y debemos tener este cambio básico de concepto. Veamos ahora cómo estudiar la Palabra.
Debemos entender que la Biblia es la palabra de Dios, es decir, Su aliento. En el universo las palabras son algo muy misterioso y a la vez tremendo. La Biblia dice que Dios creó todas las cosas por Su palabra. Por la palabra de Dios, tenemos los cielos y la tierra. No solamente todas las cosas fueron creadas por la palabra de Dios, sino que la existencia misma de todas las cosas también se sostiene por Su palabra. Tanto la vieja creación como la nueva llegaron a existir por Su palabra. Somos regenerados por Su palabra, y todas las experiencias espirituales que tenemos después de nuestra regeneración vienen como resultado de la palabra de Dios. Toda nuestra existencia como cristianos guarda una estrecha relación con la palabra de Dios.
Los incrédulos tal vez piensen que somos personas extrañas. Aunque a ellos les atraigan mucho las películas, incluso una persona aficionada al cine se aburriría si fuera al cine todos los días. En cambio, nosotros los cristianos nos reunimos todos los días, y cuanto más nos reunimos, más nos encanta estar reunidos. Los incrédulos se preguntan qué es lo que hacemos en nuestras reuniones. En nuestras reuniones lo único que hacemos es hablar y hablar y hablar. Yo hablé anteanoche, hablé anoche, estoy hablando esta mañana y hablaré otra vez el próximo día del Señor. Hablamos en las reuniones de oración, y hablamos en las reuniones de comunión. Hablamos en las reuniones del partimiento del pan, y hablamos en la mañana del día del Señor. No existe otro lugar en la tierra donde se hable tanto como en nuestras reuniones.
Nuestro hablar no tiene fin. Si habláramos todos los días por mil años, aun así, no se agotaría nuestro hablar. Hablar es algo maravilloso. Las palabras pueden matar a una persona o pueden darle vida. Con unas cuantas palabras podemos provocar a la gente a ira, y también con unas cuantas palabras podemos alegrarlas. Con unas cuantas palabras podemos lograr que las personas se sienten quietas, y también con unas cuantas palabras podemos hacer que se pongan de pie y se vayan. Esto nos muestra el poder de las palabras.
Dios es la Palabra. En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios. No sólo estaba con Dios, sino que era Dios mismo (Jn. 1:1). La Biblia no es un libro de conocimiento, ciencia o filosofía; la Biblia es llamada la Palabra. El significado original de la palabra Biblia es “libro”, que es una colección de palabras. La Biblia es una colección de palabras que fueron primero habladas y después escritas. Es una colección de las palabras de Dios, no de las palabras del hombre. De hecho, estas palabras son la corporificación de Dios mismo.
Las palabras de un hombre lo representan a él y lo expresan. Si yo estuviera aquí frente a ustedes sin decir palabra alguna, todos verían mi forma exterior, mas no sabrían lo que hay dentro de mí. A fin de que otros sepan y entiendan claramente lo que hay dentro de mí, las palabras son necesarias. Una vez que las palabras salen de mi boca, mis deseos e intenciones son expresados. Después que haya hablado por una hora, los demás empezarán a conocer lo que hay dentro de mi ser. De la misma manera, toda la Biblia es la palabra de Dios, Su aliento. Cada palabra en la Biblia, de principio a fin, es la expresión de Dios, Su corporificación. En espíritu estas palabras llegan a ser Dios mismo. Les pido que por favor no mal interpreten lo que digo; no estamos diciendo que literalmente la Biblia es Dios mismo. Afirmar tal cosa sería una mera superstición.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.