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Estudio-vida de Jobpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6291-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 38 Sección 2 de 2

LOS PASOS DEL PROCESO DEL DIOS TRIUNO

Su encarnación

Antes de Su encarnación, que es el primer paso de Su proceso, el Dios Triuno poseía divinidad pero no humanidad. Él era únicamente divino, mas no humano; Él era únicamente Dios, mas no hombre. Pero un día el Dios Triuno entró en el vientre de una virgen y, después de nueve meses, nació de dicho vientre para ser el Dios-hombre, una persona divino-humana, una persona poseedora tanto de la naturaleza divina como de la naturaleza humana.

Su vivir humano

Este Dios-hombre vivió en la tierra por treinta y tres años y medio. Aunque Él no logró nada importante en términos materiales, Él hizo algo maravilloso: Él expresó a Dios, Él manifestó a Dios, plenamente, en Su vivir humano.

Su muerte todo-inclusiva

El siguiente paso del proceso del Dios Triuno fue la muerte todo-inclusiva de Cristo. Mediante Su muerte, Cristo redimió al pueblo escogido de Dios, puso fin a la vieja creación y liberó la vida divina del “cascarón” de Su humanidad.

Su resurrección

Después de morir una muerte todo-inclusiva, Cristo entró en resurrección. Una vez más, debo recalcar el hecho de que, en resurrección, Cristo fue engendrado para ser el Hijo primogénito de Dios (Hch. 13:33; Ro. 1:3-4; 8:29) y llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) para regenerar al pueblo escogido de Dios (1 P. 1:3). La madrugada del día de Su resurrección, Él fue secretamente al Padre en los cielos (Jn. 20:17). Al anochecer de aquel mismo día, Él vino a los discípulos y se sopló en ellos como aliento, diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” (v. 22). Éste es el Espíritu esencial.

Su ascensión y descenso

Después de cuarenta días, Cristo ascendió públicamente y de manera oficial. En Su ascensión, Él fue hecho Señor de todos y el Cristo de Dios (Hch. 2:36). Diez días después, el día de Pentecostés, Él descendió para derramarse como el Espíritu económico sobre los discípulos (vs. 1-4, 17, 33). En Su descenso, tres mil personas fueron regeneradas, con lo cual se produjo la iglesia. Hoy en día Él es Aquel que asciende y desciende continuamente (Jn. 3:13). Él está en los cielos y también está en la tierra. Como resultado de todos los pasos de este proceso, Dios ahora ya no es un “Dios crudo”, Dios antes de Su proceso, sino que es el “Dios cocinado”, Dios después de Su proceso.

EL ESPÍRITU ES LA CONSUMACIÓN
DEL DIOS TRIUNO PROCESADO Y CONSUMADO

Nuestro Dios ha sido procesado y consumado. La consumación del Dios Triuno procesado y consumado es el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, vivificante y que mora en nosotros. Como tal, Él lo es todo para nosotros. Hoy en día Él es la realidad del Padre, Él es la realidad del Hijo y Él es el Espíritu, no antes de la encarnación, sino después del descenso.

El libro de Romanos, después de hablar sobre la justificación y de que fuimos juntamente crucificados con Cristo y resucitados con Él, nos revela a este Espíritu como el Espíritu de vida (8:2), el Espíritu de Dios (v. 9), el Espíritu que mora en nosotros (v. 11) y el Espíritu que nos guía (v. 14). Este Espíritu es nuestro Dios, nuestro Padre, nuestro Señor, nuestro Amo, nuestro Redentor, nuestro Salvador, nuestro Pastor y nuestro Hermano mayor. Gálatas 5:16 nos insta a andar, a hacerlo todo, conforme a este Espíritu, que está en nuestro espíritu (Ro. 8:16).

En Gálatas, este Espíritu es el Espíritu de bendición, la bendición que todo lo abarca y todo-inclusiva del evangelio (3:14). Él también es Aquel en quien tenemos vida y por quien podemos vivir (5:25). Así que, tenemos que vivir por Él, andar por Él y sembrar para Él (6:8) en todo aspecto de nuestra vida humana. Según 6:18, este Espíritu está en nuestro espíritu como la gracia de nuestro Señor Jesucristo para nuestro disfrute.

En Efesios, este Espíritu nos sella y es las arras de nuestra herencia (1:13-14). Aquel quien es el Espíritu y cuyo nombre es Jesucristo, Él está haciendo Su hogar en nuestros corazones (3:17).

Filipenses hace referencia a la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo (1:19), mediante la cual podemos vivir a Cristo, magnificar a Cristo, ir en pos de Cristo y ganar a Cristo (1:20-21; 3:8-14). Por medio de esta abundante suministración podemos estimar todas las cosas como pérdida y tenerlas por basura.

Debido a que Job no tenía este Espíritu, él era demasiado sensible hacia Dios y hacia sus amigos. Él carecía de gozo y jamás se regocijó. Pero Pablo, puesto que poseía este Espíritu, se regocijó incluso en prisión (Hch. 16:25). En lugar de mostrarse demasiado sensible, Pablo exultaba. En 2 Timoteo 4:6-8, Pablo afirmó haber peleado la buena batalla, haber acabado la carrera y haber guardado la fe, por lo cual sabía que la corona de justicia le estaba reservada. Aunque Pablo estaba siendo derramado como libación, lejos de quejarse, él se regocijaba triunfantemente.

Job 42:5 dice que, finalmente, Job vio a Dios. Sin embargo, el Dios a quien Job vio no era el Dios procesado, sino el “Dios crudo”, el Dios que todavía no había pasado por los pasos de Su proceso, a saber: la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección, la ascensión y el descenso. A diferencia de Job, nosotros tenemos al “Dios cocinado”, el Dios que ha sido procesado a fin de que le podamos comer, beber y respirar. Hoy en día nuestro Dios es el Espíritu todo-inclusivo, quien es la consumación del Dios Triuno procesado y consumado.


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