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Autoridad y la sumisión, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-7363-3690-1
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CAPITULO DOS

EJEMPLOS DE REBELION
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

(1)

Lectura bíblica: Gn. 2:16-17; 3:1-6; Ro. 5:19

LA CAIDA DE ADAN Y EVA

La caída del hombre
se debió a la falta de sumisión

Examinemos la historia de Adán y Eva en Génesis 2 y 3. Después de que Dios creó a Adán, le dio algunas instrucciones. Le ordenó que no comiera del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Tengamos presente que la cuestión no se limitaba simplemente a comer o no comer del fruto prohibido. Dios puso a Adán bajo cierta autoridad para observar si se sometería a ella. Dios confió toda la creación a la autoridad de Adán, para que él la administrara y tuviera la autoridad de toda la creación. En ese entonces, Dios puso a Adán bajo Su propia autoridad para que aprendiera a someterse a la autoridad. Sólo quienes se someten a la autoridad pueden ejercer autoridad.

En el principio, Dios creó primero a Adán, y después a Eva. El decidió que Adán fuera la autoridad y que Eva se sometiera a dicha autoridad. Dios dispuso que uno fuera la autoridad y que el otro se sometiera. Tanto en la vieja creación como en la nueva, la autoridad depende del orden o la secuencia de precedencia. El que es creado primero tiene la autoridad. El que es salvo primero posee la autoridad. Por esta razón, a dondequiera que vayamos, lo primero que debemos preguntarnos es a quién el Señor desea que nos sometamos. En donde nos encontremos, debemos determinar quién tiene la autoridad y someternos a ella.

La caída del hombre se produjo por la falta de sometimiento a la autoridad. Eva no consultó con Adán, y tomó la decisión sola. Vio que el fruto era bueno para comer y agradable a los ojos; así que, tomó la decisión por su propia cuenta. Después de extender su mano para coger el fruto, ella primero pensó y luego cayó en la tentación. Ella asumió la posición de cabeza al extender su mano. Por lo tanto, la acción de Eva de tomar el fruto no provenía de la sumisión, pues fue una decisión de su yo. Ella no sólo violó el mandamiento que Dios le había dado, sino que también pasó por alto la autoridad de Adán. Al rebelarse contra la autoridad delegada, se rebeló contra Dios. Adán le hizo caso a Eva y también tomó del fruto, lo cual fue peor, ya que desobedeció la orden directa de Dios. Como resultado, Adán también hizo a un lado la autoridad de Dios y se rebeló.

Toda obra debe realizarse en sumisión

Mientras vivimos en la tierra, nuestra primera pregunta no debe ser si debemos hacer cierta cosa o no, sino a quién estamos sometiéndonos. Lo que cuenta no es hacer algo o no hacerlo, sino a quién nos sometemos. Sin sumisión no puede llevarse a cabo la obra ni el servicio. Cuando Adán tomó del fruto, debió preguntarse primero si al hacer lo que iba a hacer estaba en sumisión a Dios. La obra de un cristiano en su totalidad debe provenir de la sumisión. Nada debe ser hecho por iniciativa propia, ya que todo debe ser una respuesta de nuestra parte. Debemos adoptar una posición pasiva en nuestras acciones, es decir, todo lo que hagamos debe iniciarse en Dios y no en nosotros.

Eva no sólo estaba bajo la autoridad de Dios sino también bajo la autoridad que El había delegado en Adán. Ella tenía que someterse tanto a un doble mandato como a una doble autoridad. Esto se aplica también a nosotros hoy. Lo único que Eva pensó fue que el fruto era bueno para comer. No sabía a quién debía someterse antes de tomarlo. Desde el comienzo, Dios quiso que el hombre se sometiera en vez de usar sus propias ideas. Sin embargo, Eva actuó conforme a sus propias ideas y no en sumisión. Ella no se sometió a lo que Dios había dispuesto ni a la autoridad de El. Por el contrario, ella se valió de sus propias ideas, transgredió contra Dios y cayó. La caída es el resultado de actuar sin sumisión. La acción que no es fruto de la sumisión es rebelión.

Cuanto más sumiso sea el hombre, menos actuará por su cuenta. En el comienzo de la búsqueda del Señor por parte del hombre, se ve mucha actividad y poca sumisión. A medida que avanza, sus actividades disminuyen y, al final, queda solamente la sumisión. Muchas personas cuando se encuentran frente a la obra, tienden a tomar decisiones; no les gusta quedarse quietos. No les preocupa si son sumisos o no. A eso se debe que veamos tantas obras realizadas por el yo y no por escuchar y obedecer.


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