Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4643-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Todos debemos tener la carga de acudir al Señor y ser edificados en esta clase de vida. No es necesario orar y ayunar por un avivamiento. En cambio, todos necesitamos ver qué es el evangelio apropiado y normal. Éste es aquel que el Señor Jesús llevó a cabo. Él pasó tiempo para ganar a un hombre y pasó más tiempo para ganar a una mujer. Él no cosechaba en grandes números, sino uno por uno. Además, no promovía Su predicación del evangelio ni le pedía a la gente que orara por una actividad en especial. En cambio, él simplemente llevaba la vida de evangelio. Adondequiera que fuera, el evangelio era Su vivir. Que tengamos el recobro genuino de la predicación del evangelio en la vida apropiada de iglesia. Después de leer la historia de la iglesia, no tengo confianza en los así llamados “avivamientos”. Debemos tomar al Señor Jesús como nuestro ejemplo para interesarnos en impartir vida y ayudar a otros para que nazcan de nuevo y beban del agua viva. En esto consiste la predicación normal y diaria que es conforme a la vida y no conforme a los milagros. Esto es lo que necesitamos.
El Señor Jesús soberana y sabiamente utilizó el ejemplo de la mies para describir la predicación apropiada del evangelio. No se puede obtener una mies de la noche a la mañana. La mies es producida al labrar la tierra, sembrar, regar y cuidar el cultivo por cierto tiempo. Primero, se debe labrar la tierra para luego sembrar la semilla. Después, se debe regar y cuidar, y finalmente la mies vendrá. Esto no es producto de un milagro, sino que es un proceso en vida. No es correcto esperar un gran avivamiento del cual surjan repentinamente mil personas. Debiéramos despertar de esta clase de sueño, darnos cuenta de qué consiste la vida apropiada del evangelio y expresarla en nuestro vivir en la iglesia. Dondequiera que nos encontremos, el evangelio estará con nosotros porque es nuestra vida. Sin el vivir del evangelio, la vida de iglesia será vaciedad. Todos debemos aprender el ejemplo del Señor Jesús.
Pablo le dijo a Timoteo: “Que proclames la palabra; que te mantengas preparado a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende, exhorta con toda longanimidad y enseñanza” (2 Ti. 4:2). No debemos decir que estamos en invierno y tenemos que esperar la primavera para sembrar las semillas. Más bien, somos agricultores un tanto extraños; para nosotros todos los días son propicios tanto para sembrar la semilla como para segar la mies. La frase a tiempo se refiere a cuando se nos presenta la oportunidad, y la frase fuera de tiempo se refiere a cuando no se presenta tal oportunidad. Ya sea que tengamos la oportunidad o no, tenemos que estar preparados. Mantenerse “preparado” significa estar a la expectativa, atentos y alertas. Podríamos comparar esto con el té o café instantáneo. Siempre que tenemos necesidad de una taza de té o café, puede ser preparado instantáneamente. Nosotros también tenemos que ser predicadores “al instante”, que estén listos sin necesidad de mayores preparativos. Debemos estar preparados en todo tiempo y lugar: en el supermercado, en la estación de autobuses, en la oficina y en el salón de clases. No debemos decir que no estamos listos ni tampoco que no se ha presentado la oportunidad. Toda ocasión —primavera, verano, otoño e invierno— es ocasión propicia para la cual debemos estar preparados. No nos referimos aquí a una manera religiosa de predicar, sino al vivir cristiano apropiado. No podemos optar por otro camino. Debemos llevar esta clase de vida del evangelio. No debiéramos excusarnos diciendo que éste no es el lugar apropiado, ni es el momento propicio o la persona más adecuada para el evangelio. Todo lugar es apropiado, todo tiempo es propicio y toda persona es la adecuada. Tenemos que estar preparados en cada instante, estar a la expectativa y alertas a tiempo y fuera de tiempo.
En las dos epístolas a Timoteo no hay ningún milagro. Si tuviésemos milagros, entonces no tendríamos necesidad de estar preparados a tiempo y fuera de tiempo. Simplemente podríamos orar por tres noches, y algo nos caería de los cielos. Sin embargo, el evangelio no se propaga así. Muchos cristianos han orado de manera supersticiosa, esperando un gran avivamiento, pero el resultado ha sido muy pobre. En cambio, si los cristianos tuvieran un vivir del evangelio normal, sería suficiente que cada uno traiga al Señor sólo una persona al año. Entonces dentro de veinticinco años todo el mundo sería evangelizado. Aun en nuestras propias localidades, si todos llevamos un fruto al año, el número se duplicaría hasta que toda nuestra ciudad sea evangelizada. Esto es mucho más grande que el más grande avivamiento.
La sutileza del enemigo ha hecho que seamos demasiado previsores, que miremos al futuro y nos olvidemos del presente. No necesitamos mirar al mañana, y no es necesario orar por tres años para que venga un gran avivamiento. Simplemente debemos vivir para hoy y tomar cuidado de un “Nicodemo”. Muchos entre nosotros hemos estado en el cristianismo por muchos años, y aún hoy seguimos bajo la influencia de tales conceptos, convicciones y enseñanzas tradicionales. Tenemos que desechar estos conceptos. Debemos velar por hoy y no por el mañana. Quizás esta noche nos reunamos con uno de nuestros parientes. Entonces debemos tomar un tiempo para cuidar de él. Éste es un vivir del evangelio diario y normal, no un movimiento ni una actividad especial. El Señor Jesús fue a Samaria de una manera bien normal y esperó en el pozo de Jacob por alguien que sacara agua. Entonces Él le pidió agua, no predicándole un mensaje ni como parte de un gran movimiento, sino como parte de Su vivir diario y normal. Este vivir diario era Su predicación del evangelio. Debido a que Él vivía de esta manera, Dios le envió las personas correctas, y Él las trajo a Dios. Si vivimos de tal manera, Dios nos enviará a Sus escogidos. Entonces cada año cosecharemos el fruto. Sin embargo, debido a que hemos sido influenciados por conceptos erróneos, no hemos llevado fruto de una manera normal. Hemos malgastado nuestro tiempo en expectativas vanas y no hemos vivido como debíamos. Si tenemos un vivir apropiado, traeremos personas al Señor y a la vida de iglesia día tras día y uno por uno. Ésta es la manera apropiada de predicar el evangelio.
Juan 4 nos habla acerca de cosechar la mies, Juan 15 habla de llevar fruto y Juan 21 habla de alimentar a los corderos (vs. 15-17). Nadie puede alimentar a un cordero una vez y para siempre de una manera milagrosa. Si hiciéramos esto, mataríamos a los corderos. En lugar de ello, debemos alimentarlos diariamente, varias veces al día, así como las madres les sirven a sus hijos una comida tras otra. Debemos cambiar nuestros conceptos milagrosos y volvernos al concepto de la vida. El Evangelio de Juan es un libro de vida. Segar la mies, llevar fruto y alimentar a los corderos son procesos relacionados con la vida. Todos ellos están relacionados con nuestro vivir diario que corresponde al camino de la vida, y no con una mera obra, actividad o movimiento que ocurre de manera milagrosa y religiosa. Si recibimos la misericordia del Señor y disfrutamos Su gracia, seremos edificados en esta vida y llevaremos fruto; incluso nos multiplicaremos al doble cada año de una manera normal. Entonces, en menos de diez años toda la ciudad en la cual vivimos se convertirá al Señor. Esta manera directa y constante es muy sólida, rica y prevaleciente. Así debe ser nuestro vivir día y noche. Al vivir de esta manera y ser esta clase de personas, disfrutaremos constantemente de la presencia del Señor, de Su suministro y de todas las riquezas de la vida de Cristo. Tendremos muchas riquezas que ministrar a los santos, mediante las cuales podremos ejercer nuestra función. Esto enriquecerá y elevará nuestras reuniones, y nos hará vivientes y gozosos.
Una familia que no tiene hijos, sino que únicamente cuenta con la generación más vieja, no es una familia gozosa. No hay duda que cuidar a los niños es toda una incomodidad. Debido a que mis nietos me perturban tanto, sólo pueden visitarme por un periodo corto de tiempo. Sin embargo, los amo a todos. ¡Cuán triste sería que a mi edad no tuviera hijos ni nietos! Mi mayor gozo, sin embargo, es todos los queridos santos. Somos una gran familia compuesta por personas de todas las edades. Aun si sólo unos cuantos son añadidos a la iglesia, las reuniones serán nuevas, frescas, elevadas y enriquecidas. Si la “generación más vieja” de los santos fuera la única que se reúne durante todo el año, todos nos sentiríamos desilusionados; pero si cada día del Señor nos visitan varias personas nuevas, nuestro espíritu se elevará. Llevar fruto de esta manera equivale a llevar una vida normal de iglesia. Todos debemos ser edificados en el vivir del evangelio.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.