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Terreno genuino de la unidad, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3873-8
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UNA ADVERTENCIA

En 1 Reyes 8 Salomón ofreció una oración maravillosa. Salomón, quien escribió el Cantar de los cantares, era muy profundo en los asuntos espirituales. No obstante, en 1 Reyes 11 vemos que el corazón de Salomón “se había apartado de Jehová, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces y le había mandado sobre este asunto que no siguiera a dioses ajenos” (vs. 9-10). Sin embargo, Salomón “no guardó lo que le mandó Jehová” (v. 10). ¡Hasta donde había caído Salomón! Su caída debe ser una advertencia para nosotros. Si no aceptamos la restricción de Dios, al guardar lo que Él ha escogido, también podemos caer como cayó Salomón. De hecho, ésta ha sido la experiencia de varios santos que una vez estuvieron en el recobro del Señor. Ellos parecían ser muy útiles al Señor en la edificación de la iglesia. En cierta etapa, eran el Salomón actual edificando el templo y escribiendo el Cantar de los cantares. Pero debido a cierta concupiscencia, con el tiempo llegaron a ser divisivos. Erigieron un “lugar alto” para satisfacer su propia concupiscencia. Y he observado que lo mismo ha sucedido tanto en China como en los Estados Unidos.

LOS LUGARES ALTOS Y LA AMBICIÓN

En 1963 algunos grupos cristianos propusieron que nos reuniéramos todos juntos en Los Ángeles. Al comienzo de esta reunión con ellos, di un mensaje acerca de Romanos 14, advirtiéndoles a los santos que las divisiones son causadas por opiniones diferentes. Les dije que todos debemos aprender la lección acerca de la unidad según Romanos 14. No obstante, después de un tiempo muy corto, erigieron por lo menos dos “lugares altos”: un “lugar alto” que elevaba el asunto de hablar en lenguas y otro “lugar alto” que elevaba la enseñanza de la doctrina bíblica; los que estaban implicados en estos “lugares altos”, estas divisiones, no les importaba en lo más mínimo el único lugar que Dios había escogido. Es decir, no tenían un interés genuino por la unidad. Al contrario, solamente les interesaba satisfacer sus deseos, sus concupiscencias. Además, algunos se volvieron divisivos debido a su ambición. Dejaron el recobro del Señor porque ellos tenían la ambición de ser líderes. Dado que su ambición no podía cumplirse en la vida de iglesia, le dieron la espalda a la iglesia y comenzaron a oponerse a ella. Al principio, tenían en muy alta estima al recobro del Señor. Pero simplemente porque no pudieron satisfacer su ambición de ser líderes en el recobro, se fueron y erigieron un pequeño “collado” en donde satisfacer su ambición. Este “collado”, otro “lugar alto”, fue una causa de división.

Es crucial que prestemos atención a todos los puntos mencionados en Deuteronomio 12. Debemos aprender a temer al Señor nuestro Dios y no hacer lo que es recto a nuestros propios ojos. Más bien, por temor al Señor, debemos hacer lo que es recto delante de Él. Nada nos exige temer a Dios tanto como el asunto de guardar la unidad. Si algunos cristianos establecieran un lugar de entretenimiento mundano, de inmediato condenaríamos esa práctica. Sin embargo, no son muchos los que condenarían con el mismo rigor el establecimiento de una reunión cristiana divisiva. La mayoría a lo más diría simplemente que no está de acuerdo con esa reunión. Otros podrían incluso justificarla, afirmando que ayuda a que las personas conozcan la Biblia y sigan al Señor. Aparentemente, tal reunión está diseñada para brindar ayuda espiritual, pero de hecho, es una división que tiene su origen en la concupiscencia o en la ambición de alguna persona. En dicho “lugar alto” se exalta algo que no es Cristo.

Cuando fui a Shanghái por primera vez, en 1933, conocí a cierto hermano que era muy activo en la vida de iglesia. Él había entrado a formar parte de la iglesia en 1927 y era uno que buscaba al Señor. Un día el hermano Nee nos indicó que este hermano tenía la ambición de ser un anciano. Finalmente, en 1948, al ver que no pudo satisfacer su deseo de ser anciano, este hermano dejó la iglesia. Él comenzó a reunirse en su casa y contrató a un predicador ambulante, para ministrar allí. Este hermano le dio la espalda completamente a la iglesia. Además, el predicador que había contratado escribió un libro muy extenso en donde criticaba y difamaba al hermano Nee, y propagaba rumores acera de él. Después de estar veintiún años en la vida de iglesia, este hermano dejó la iglesia para erigir cierta clase de “lugar alto”.


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