Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Muchos en el cristianismo mantienen el concepto erróneo de que las enseñanzas son necesarias para el crecimiento en vida. El cristianismo se interesa demasiado por las enseñanzas. Satanás es muy sutil. Él ha usado enseñanzas muertas en el cristianismo fundamentalista para cegar a las personas. Enseñanzas tras enseñanzas son semejantes a capas tras capas que cubren los ojos de las personas. Cuanto más ellos estudian teología, comentarios y exposiciones bíblicas, más ciegos, más cubiertos y más velados se encuentran. Hace más de treinta años yo tenía muchas capas de velos sobre mis ojos. Tomó más de quince años para que todos mis velos fueran quitados. Para crecer en vida necesitamos alimentarnos. Por mucho que les enseñemos a otros a que crezcan, no tomará lugar ningún crecimiento. La enseñanza no nos ayuda a crecer, pero alimentarnos sí lo hace. Debemos ayudar a los hermanos y hermanas a comer y a beber.
Efesios 4:14 dice: “Sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza”. No dice por el “viento de la herejía”, sino por todo “viento de enseñanza”. Esta enseñanza no es una doctrina falsa, sino una doctrina fundamental, bíblica, sólida y buena. Esta doctrina es como el viento que arrastra a las personas alejándolas del Cuerpo, de la iglesia y de la Cabeza, Cristo. En el recobro del Señor, Él nos ha liberado y libertado para que regresemos a Él mismo y a Su Cuerpo. Ahora me encuentro muy contento en la iglesia. Hace cuarenta años fui distraído por el conocimiento, pero ¡alabado sea el Señor, ahora soy libre y recobrado! La pura doctrina no me interesa. Sólo tengo interés por Cristo y la iglesia, o sea, la Cabeza y el Cuerpo.
El ejercicio de los dones no nos ayuda en nuestro crecimiento en vida. Algunas personas consideran que necesitamos dones como la sanación divina, pero el hecho de que una persona reciba la sanación divina no le ayudará a crecer en vida. Algunos, valiéndose de 1 Corintios 14:4, dicen que el hablar en lenguas edifica a la gente. Sin embargo, al constatar cómo practican hoy el hablar en lenguas, vemos que en su mayor parte no es real. Algunas personas imponen sus manos sobre otros, y les mandan que digan: “Alabado sea Jesús”, rápidamente varias veces, o que expresen sílabas sin sentido. Hablando honestamente, esta clase de hablar en lenguas no le ayuda a la gente a crecer.
El cristianismo pentecostal, en reacción a la mortandad del cristianismo fundamental, se preocupa principalmente por los dones, en especial el hablar en lenguas. Yo hablé en lenguas hace más de treinta y cinco años atrás, pero después de estudiar cuidadosamente la Biblia con respecto a este asunto, abandoné tal práctica. Al examinar la Biblia con un texto interlineal griego-inglés, descubrí que la palabra lengua son dos palabras en griego. Esta palabra puede ser glóssa, que se refiere al órgano parlante o un dialecto, o puede ser diálektos, que significa “dialecto”. Lenguas y dialecto se usan de manera intercambiable en Hechos 2:4, 6, 8 y 11. No obstante, algunas personas hablan en lenguas al emitir sílabas sin sentido o al repetir las mismas sílabas una y otra vez. Como saben que estos sonidos no son realmente un dialecto, ellos dicen que la lengua que ellos hablan es un dialecto desconocido o un dialecto angelical. Sin embargo, aun el dialecto más simple se compone de más que unos cuantos sonidos.
En 1936 me vi muy involucrado en el hablar en lenguas, pero como estudiante de la Biblia yo no logré avanzar en mi entendimiento de este asunto. En aquel tiempo hablé con cierto hermano que tomaba la delantera en las Asambleas de Dios, el cual llegó a China procedente de la costa oeste de los Estados Unidos. Él era mayor de sesenta años y era supuestamente un erudito en griego y en el conocimiento de la Biblia. En nuestra conversación me dijo que glóssa no necesariamente quería decir un dialecto. Entonces abrí la Biblia en Hechos 2 y le mostré que lenguas y dialecto son usados de manera intercambiable. Yo le pedí que conciliara esto con su enseñanza, pero él no pudo. Finalmente, él puso su mano sobre mi cabeza y dijo: “Su cabeza es demasiado grande”; con lo cual dio por terminada nuestra conversación. Yo también di por terminada mi práctica de hablar en lenguas.
En 1963 un movimiento nuevo a favor del hablar en lenguas era muy prevaleciente a lo largo de la costa oeste de los Estados Unidos, bajo el liderazgo de cierto sacerdote episcopal. Este movimiento publicó un periódico en Los Ángeles llamado Trinity. En un editorial que apareció en la primera página de un ejemplar, el escritor dijo que él había contactado a doscientas personas que hablaban en lenguas. Sin excepción, todos los doscientos dudaban que su hablar en lenguas fuera genuino. Aun así, dado que el escritor estaba cien por ciento a favor del hablar en lenguas, alentó a todos a hablar en lenguas y a no tener dudas. ¿Creen que Pedro y los otros pusieron en duda su experiencia de hablar en lenguas el día de Pentecostés?
Debemos percatarnos de la sutileza del enemigo. Si le pedimos a un lingüista que analice la grabación de algún hablar en lenguas fabricado por el hombre, verificará que tal hablar es falso. Además, después que alguien ha hablado en lenguas, quizá otro la interprete, diciendo: “Pueblo Mío, el tiempo es corto; vengo pronto”. Sin embargo, puede ser que en la noche alguien hable la misma lengua, y la interpretan como: “Estén alertas; habrá un terremoto”. Los hijos de Dios no deberían ser tan insensatos.
En 1963 fui invitado a San Diego por un grupo que hablaba en lenguas. Mientras estaba allí, uno de los líderes se volvió a mí y a otro hermano chino y dijo: “¡Alabado sea el Señor, Dios me ha dado la gracia de hablar chino!”. Intentó decir algo en chino, y luego se dirigió a mí para ver si yo había entendido. Le dije: “Hermano, lo siento. No entendí una sola palabra de lo que usted dijo”. Luego él comenzó a hablar otra vez, emitiendo algunos sonidos de una manera diferente. De nuevo, él se volvió hacia mí; y yo le dije: “Sigo sin entender nada”. Él lo intentó por tercera vez, pero el otro hermano y yo no podíamos entender lo que decía. Yo le dije: “Yo hablo mandarín, y este hermano habla cantonés. Entre nosotros dos, conocemos los principales dialectos del chino. No podemos hablar muchos de ellos, pero aun así los podemos reconocer. Sin embargo, no podemos entender una sola palabra de lo que usted habla”. Su hablar era una lengua fabricada por el hombre.
Posteriormente, en una de las reuniones de esa congregación, una dama norteamericana de aproximadamente cincuenta años de edad se puso en pie y expresó una pequeña oración en una supuesta lengua. Luego, un joven chino nacido en los Estados Unidos y de casi veinte años de edad, se levantó e interpretó el breve hablar en lenguas de la dama, haciendo una larga interpretación. Después de la reunión, siendo que yo era un huésped en la casa del líder, le pregunté si él pensaba que la interpretación hecha por el joven chino era genuina. Él dijo: “No, no creo que fuera genuina”. Dos años después en Waco, Texas, me encontré con el joven chino que había hecho la interpretación en San Diego. Cuando le pregunté acerca de su interpretación, él admitió que aquélla no había sido una interpretación real. Puedo contarles muchas historias como ésta. No estoy hablando de algo que no sé. Yo he pasado por todas estas cosas, y estoy consciente de la verdadera situación.
Estoy convencido de que hay lenguas genuinas hoy, pero muchas de las supuestas lenguas hoy son sólo lenguas manufacturadas por el hombre. En 1964 me invitaron a comer a la casa de un hermano que tenía un doctorado en física. Él me compartió su testimonio acerca de cómo había comenzado a hablar en lenguas. Dijo que él habló en lenguas al mover su quijada y torcer su lengua de cierta manera. Entonces le respondí, diciendo: “Hermano, ¿cree usted que en el día de Pentecostés Pedro moviera su quijada de cierta manera?”. Después de escuchar su testimonio, comprendí que bajo la misericordia del Señor lo que yo había experimentado era mucho mejor que esto. Puesto que este hermano había sido adiestrado de cierta manera por su denominación, él movió su quijada e hizo girar su lengua para hacer un sonido extraño, a lo cual le llamó una lengua. Sin embargo, no es necesario hacer esto. Sin hacer esto, podemos disfrutar la gracia del Señor mucho más de lo que él lo hacía.
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