Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En la Biblia el edificio de Dios comienza con el tabernáculo y alcanza su consumación en la Nueva Jerusalén. En el tabernáculo había oro y madera, mas no piedras. En la edificación del templo se usaron piedras, además del oro y la madera. Aunque la Biblia habla de la piedra de fundamento del primer templo, no se menciona la piedra cimera sino hasta la época de la reedificación del templo. Zacarías nos habla de la piedra cimera (4:7), mas no de la piedra de fundamento. Sin embargo, es posible tener la piedra de fundamento sin la piedra cimera, pero no es posible tener la piedra cimera sin la piedra de fundamento. A fin de tener la piedra cimera, se necesitan tanto la piedra de fundamento como la piedra angular.
En la iglesia, el edificio de Dios en el Nuevo Testamento, vemos el oro, mas no la madera. La madera ha sido petrificada y, por tanto, se ha convertido en piedra. Además, en la Nueva Jerusalén no sólo no estará la madera, sino que además todas las piedras que allí se encuentran serán piedras preciosas, no piedras comunes. Así pues, en la primera etapa del edificio de Dios, o sea, en el tabernáculo, había oro y madera, pero en la consumación, habrá oro y piedras preciosas. Cuando la vida de iglesia empezó en Alemania, había muy pocas piedras; principalmente había madera. Pero hoy en la iglesia en Stuttgart, no sólo hay madera, sino también cierta cantidad de piedras. En los días venideros habrá menos madera, y aumentará el número de piedras. ¡Aleluya por la disminución de la madera y por el aumento del número de piedras!
El cambio de madera a piedras ocurre mediante el proceso de transformación. Anteriormente, cierto hermano era completamente de madera, pero hoy es un sesenta por ciento de piedra y apenas un cuarenta por ciento de madera. Después de que transcurra otro periodo de tiempo, será de piedra en un ochenta por ciento, y de madera en un veinte por ciento. Cuando este hermano entre en la Nueva Jerusalén, será ciento por ciento piedra, y esa piedra será una piedra preciosa. Además de la salvación, necesitamos la transformación. Aunque la salvación puede ocurrir en un instante, la transformación es un proceso que dura toda la vida. Yo he estado más de cincuenta y dos años en este proceso, y aún me encuentro en el proceso de ser transformado. Sé que todavía tengo cierta cantidad de madera. Sin embargo, tengo la certeza de que la madera que todavía queda será petrificada, es decir, se convertirá en piedra.
La Biblia revela que Cristo es tanto el Cordero como la piedra (Jn. 1:29; Hch. 4:10-11). Es muy común que los cristianos alaben al Señor, diciendo: “¡Digno es el Cordero! ¡Aleluya al Cordero! ¡Gloria al Cordero! ¡Alabado sea el Cordero!”. Sin embargo, nunca hemos escuchado a alguien alabarle diciendo: “¡Aleluya a la piedra! ¡Digna es la piedra! ¡Alabado sea la piedra! ¡Gloria a la piedra!”. Al parecer el cristianismo a lo largo de la historia no ha conocido a Cristo como la piedra ni le ha alabado como tal. Un día el Señor Jesús les dijo a los fariseos que lo rechazaban: “¿Nunca leísteis en las Escrituras: ‘La piedra que rechazaron los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos’?” (Mt. 21:42). Cuando los fariseos rechazaron a Cristo, también rechazaron la piedra angular. Cuando Pedro predicó el evangelio, también habló de Cristo como la piedra angular. Según Hechos 4:10 y 11, Pedro dijo: “Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, en Su nombre está en vuestra presencia sano este hombre. Este Jesús es la piedra menospreciada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo”. Todos los cristianos saben que el Señor Jesús es el Salvador, pero muy pocos saben que Él también es la piedra. Él es tanto el Cordero crucificado como también la piedra rechazada.
La teología cristiana hace mucho hincapié en el asunto fundamental de la redención. Sin embargo, los teólogos no ven el asunto de la edificación y, por tanto, no hablan de ello. Por esta razón, la teología recalca que Cristo es el Cordero, pero pasa por alto el hecho de que Él es la piedra. Cristo no sólo es el Cordero que nos redime, sino también la piedra útil para la edificación. La meta es la edificación, no la redención. La redención es parte del proceso necesario para alcanzar la meta.
Podemos comprobar que Cristo es tanto el Cordero como la piedra al comparar Apocalipsis 5:6 con Zacarías 3:9. Apocalipsis 5:6 nos muestra que Cristo es el Cordero que tiene siete ojos, y Zacarías 3:9 nos muestra que Él es la piedra que tiene siete ojos. Por lo tanto, los siete ojos del Cordero son los siete ojos de la piedra. Esto demuestra que el Cordero es la piedra y que la piedra es el Cordero. Además, revela que la redención de Cristo tiene como objetivo la edificación. Cristo no sólo es el Cordero que nos redime, sino que también es la piedra útil para el edificio de Dios.
Con respecto a Cristo como la piedra, hay tres aspectos principales: la piedra de fundamento, la piedra angular y la piedra cimera, la piedra de coronación. Debajo del edificio está la piedra de fundamento, y arriba del mismo está la piedra de coronación. Entre el fundamento y la piedra de coronación tenemos la piedra angular, la cual une las paredes y sostiene la piedra cimera. Por consiguiente, si tenemos la piedra de fundamento, la piedra angular y la piedra cimera, tenemos la estructura completa del edificio. Cristo, como la piedra de edificación, está abajo y arriba, y también es el elemento que une y sostiene. Él lo es todo en el edificio de Dios. Más aún, Cristo es también la piedra viva (1 P. 2:4). Todo lo que tiene vida crece, se multiplica y produce fruto. Por lo tanto, Cristo como la piedra apta para el edificio de Dios, no sólo es el fundamento, la esquina y la piedra de arriba, sino también Aquel que está creciendo y produciendo algo. Él nos produjo a nosotros, y ahora está creciendo en nosotros para hacernos piedras vivas útiles para el edificio de Dios (v. 5).
Cristo lo es todo en el edificio de Dios. Cristo es el templo de Dios, la morada eterna de Dios. En este edificio Cristo es la piedra de fundamento, la piedra angular, la piedra cimera y la piedra viva con miras al aumento. Así pues, por debajo, por encima, por todos lados y en todas las esquinas, tenemos a Cristo. Finalmente, este Cristo es la iglesia. La iglesia es el edificio que tiene a Cristo como el fundamento, la piedra angular, la piedra cimera, la pared que crece y, finalmente, como todo el edificio. Éste es el núcleo de la Biblia, Cristo y la iglesia.
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