Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El versículo 14 dice: “Pero el hombre anímico no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son necedad, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. El versículo 13 pone énfasis en el medio espiritual, es decir, en las palabras espirituales usadas para comunicar lo espiritual. Los versículos 14-15 recalcan el objeto espiritual al cual se habla, es decir, el hombre espiritual (no el hombre anímico), quien puede discernir lo espiritual. Tanto el medio como el objeto deben ser espirituales. Lo espiritual se debe comunicar con palabras espirituales al hombre espiritual.
Un hombre anímico es un hombre natural, uno que vive por su alma, y no por su espíritu. Tal hombre no recibe las cosas del Espíritu de Dios, sino que las rechaza. Los judíos religiosos, los cuales exigían señales, y los griegos filosóficos, quienes buscaban sabiduría (1:22), eran tales hombres, para quienes las cosas del Espíritu de Dios eran necedad (1:23).
Las cosas que son del Espíritu de Dios, las cuales se mencionan en el versículo 14, se refieren a las profundidades de Dios respecto a Cristo como nuestra porción. Un hombre anímico en su constitución interior no tiene la capacidad de percibir lo espiritual, y por ende, no puede conocer las cosas espirituales. Estas las disciernen, las examinan y las investigan espiritualmente las personas espirituales usando medios espirituales.
Según el contexto de 1 Corintios, un hombre anímico es uno que vive según la cultura griega. En principio, los que viven según su cultura son anímicos. Si un creyente chino vive según la ética china, el tal es anímico. Asimismo, si un hermano estadounidense vive según la moderna cultura de los Estados Unidos, el tal también es un hombre anímico. En conclusión, un hombre anímico es un persona que vive en su cultura.
En el versículo 14 Pablo pone énfasis en el hecho de que las cosas que son del Espíritu de Dios se han de discernir espiritualmente. Si queremos discernir las cosas espirituales, es necesario saber que tenemos un espíritu. También debemos darnos cuenta de que el Espíritu de Dios habita en nuestro espíritu. Además, es necesario que ejercitemos nuestro espíritu para discernir las cosas espirituales de modo espiritual.
En el versículo 15 Pablo dice: “En cambio el hombre espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. Ser espiritual es conducirse, actuar y vivir en nuestro espíritu por el Espíritu de Dios, quien ahora mora en el nuestro. A las personas que no ejercitan el espíritu les es imposible juzgar a un hombre espiritual. De la misma manera que una vaca no siente ningún agrado por una buena pieza de música, así una persona anímica no puede juzgar a una persona espiritual. En la actualidad a muchos cristianos se les puede asemejar a vacas que escuchan música; no sienten ninguna apreciación por lo que oyen, ni pueden discernirlo. Entienden fácilmente las cosas mundanas o naturales, pero no tienen la capacidad de discernir las cosas espirituales ni de juzgar a personas espirituales.
El versículo 16 presenta la conclusión de este pasaje de 1 Corintios: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. Puesto que somos orgánicamente uno con Cristo, tenemos todas las facultades de El. La mente es la facultad de la inteligencia, el órgano que entiende. Nosotros tenemos esa parte de Cristo, y por ende, podemos conocer lo que El conoce. No solamente tenemos la vida de Cristo, sino también Su mente. Ahora El debe llenar nuestra facultad mental a partir de nuestro espíritu, y hacer que nuestra mente sea uno con la Suya. Cuando somos uno con Cristo, Su mente llega a ser la nuestra. Esto no debe ser una mera doctrina para nosotros, sino nuestra experiencia práctica.
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