Arbol de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Primero, Dios se presentó como el árbol de la vida. Luego, después de la caída, se presentó como el cordero, y por medio del cordero, Su pueblo redimido empezó a disfrutarle. Los santos del Antiguo Testamento continuaron disfrutando a Dios en muchos aspectos y, con el tiempo, disfrutaron a Dios al máximo como el templo. Al final del Antiguo Testamento, el templo es el resultado de disfrutar a Dios y es el disfrute máximo de Dios.
En el Nuevo Testamento Jesús vino como el propio Dios. El Evangelio de Juan dice: “En el principio era el Verbo ... y el Verbo era Dios” (1:1). Este Dios un día se encarnó como hombre para ser un Dios-hombre, quien es el Cordero de Dios (1:29). En Juan 2 el Señor Jesús, el Dios-hombre, nos dijo que El era el templo (2:19-21). Su antecesor, Juan el Bautista, declaró que Jesús era el Cordero, y el Señor mismo declaró que El era el templo. Su precursor nos dio el primer aspecto y Jesús mismo nos dio el último. Entre estos dos hay muchos aspectos de Cristo en el Evangelio de Juan.
En Juan 1 Cristo es el Verbo, quien es Dios (1:1). En El estaba la vida, y esta vida es la luz de los hombres (v. 4). A El le reciben Sus creyentes, a quienes les da la potestad de ser hijos de Dios (v. 12). El es Aquel que se encarnó como hombre, el Verbo que se hizo carne, lleno de gracia y de realidad (v. 14). El fue declarado como el verdadero Cordero de Dios y de El se dio testimonio como tal (v. 29). Por último, El es la escalera celestial que une la tierra a los cielos y que trae los cielos a la tierra (v. 51).
En Juan 2 Cristo no sólo es el templo (vs. 19, 21), sino también el vino (v. 10), el cual es un verdadero deleite. En esta porción de la Palabra, el vino, el zumo vital de la uva, simboliza la vida. El agua representa la muerte (Gn. 1:2, 6; Ex. 14:21; Mt. 3:16a). El Señor convirtió el agua en vino, lo cual significa que absorbió la muerte, cambiándola en vida (v. 9).
En Juan 3 se presentan varios aspectos de Cristo, los cuales podemos disfrutar. Primero, Cristo es la serpiente de bronce. Como Moisés levantó la serpiente de bronce en el asta, así también Cristo como Hijo de Hombre fue levantado en la cruz. Dios le dijo a Moisés que levantara una serpiente de bronce para los hijos de Israel que estaban bajo juicio. Todo el que mirara la serpiente de bronce viviría. En Juan 3:14 el Señor Jesús se aplicó este tipo a Sí mismo, mostrando que El tenía “semejanza de carne de pecado” (Ro. 8:3). La serpiente de bronce tenía la semejanza, la forma, de la serpiente, mas no el veneno. Cristo fue hecho “en semejanza de carne de pecado”, pero no participó en el pecado de la carne (2 Co. 5:21; He. 4:15). Después de mencionarse la serpiente en el capítulo tres, tenemos a Cristo como el Novio (v. 29).
En el capítulo cuatro, no sólo tenemos el agua viva, sino también un pozo (v. 14). Este pozo, el cual reemplaza al de Jacob (v. 6), es el pozo eterno, el pozo celestial, y dentro de él se halla el agua viva (vs. 11, 14). El agua viva es el contenido del pozo. También en el capítulo cuatro se ve la cosecha (v. 35). En el capítulo cinco el Señor Jesús es la propia sustitución, el reemplazo, de cualquier religión. En este capítulo la religión de observar la ley, la religión judía con su estanque y sus ángeles, es reemplazada por el Señor Jesús como Aquel que lo reemplaza todo. El es mucho mejor que los ángeles (He. 1:4). El reemplaza la observación de la ley de cualquier religión. Si le tenemos a El, no necesitamos la religión.
En el capítulo seis tenemos a Cristo como pan de vida. Incluido en el pan de vida está el Cordero con la sangre derramada y la carne para comer (Jn. 6:35; 1:29; 6:51 y la nota 512, Versión Recobro). En el capítulo siete el Espíritu es los ríos de agua viva (vs. 38-39 y la nota 382, Versión Recobro). En el capítulo ocho se ve a Cristo como el gran “Yo soy”. El título, “Yo soy”, se menciona por lo menos tres veces en este capítulo: 1) “Si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis” (v. 24); 2) “Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que Yo soy” (v. 28); y 3) “Antes que Abraham fuese, Yo soy” (v. 58). La expresión “Yo soy” indica que Cristo es todo-inclusivo. El es todo lo que necesitamos. El es como un cheque en blanco. Como el Yo soy, El es todo lo que necesita usted. Si necesita ser sanado, “Yo soy” es la sanidad. Si necesita la vida, “Yo soy” es la vida. Si necesita usted poder, “Yo soy” es el poder. Si necesita luz, “Yo soy” es la luz. Lo que usted necesita, El lo es. El es “Yo soy el que soy”, el gran Yo soy (Ex. 3:14). ¡Cuán rico es el Evangelio de Juan!
En el capítulo nueve Cristo es la luz del mundo (v. 5). El capítulo diez revela que Cristo es el Pastor (v. 11; Sal. 23:1) y la puerta (v. 2, 9). La puerta del capítulo diez no sólo es la entrada para los elegidos de Dios, sino también la salida. No es una puerta por la cual podemos entrar en el cielo, es una puerta por la cual podemos salir del cautiverio de la ley. Todos necesitamos salir del redil. ¿Quién es la puerta por la cual salimos? Cristo es la puerta. Por Cristo, la puerta, los elegidos de Dios no sólo pueden entrar en la custodia de la ley, como lo hicieron Moisés, David, Isaías, Jeremías y otros en los tiempos antiguotestamentarios antes de la venida de Cristo, sino que también por El los escogidos de Dios, tales como Pedro, Juan, Jacobo, Pablo y otros, pueden salir del redil de la ley después de la venida de Cristo. Por lo tanto, aquí el Señor indica que El es la puerta por la cual los escogidos de Dios pueden no sólo entrar, sino también salir.
Cristo no sólo es la puerta sino también los pastos (10:9). Los pastos representan a Cristo como el lugar donde las ovejas se alimentan. Cuando el pasto no está disponible en el invierno o en la noche, las ovejas tienen que quedarse en el redil. Cuando hay pasto, no es necesario que las ovejas permanezcan en el redil. Quedarse en el redil es algo transitorio y temporal. Estar en el pasto y disfrutar sus riquezas es algo final y permanente. Antes de que viniera Cristo, la ley era el guardián, y estar bajo la ley era transitorio. Ahora que Cristo ha venido, todo el pueblo de Dios tiene que salir de la ley y entrar en El para disfrutarle como el pasto (Gá. 3:23-25; 4:3-5). Esto debe ser final y permanente. Cristo es nuestro Pastor, la puerta por la cual salimos del redil de la ley, y es también los pastos, el lugar donde nos alimentamos, después de salir del redil. Finalmente, en el capítulo diez El nos dice que El es uno con el Padre (v. 30), así que El es el Padre (14:9; Is. 9:6).
En el capítulo once Cristo es la resurrección (v. 25). El no sólo es la vida, sino también la resurrección. La resurrección es la vida que ha sido probada, aun por la muerte. La muerte es lo más fuerte de todo el universo después de Dios, pero aún así ella no puede retener la vida de resurrección. Cristo es la resurrección y la vida.
En el capítulo doce Cristo es el grano de trigo (v. 24). Si un grano de trigo se siembra en la tierra, muere y luego crece llegando a ser así los muchos granos. Su muerte liberó la vida divina que estaba escondida en El (Jn. 1:4). En el capítulo trece tenemos el significado del lavamiento de los pies de los discípulos por parte del Señor (v. 5). Es como el lavacro que estaba en el atrio del tabernáculo (Ex. 30:18-21), donde los sacerdotes se lavaban, limpiándose de toda contaminación terrenal. El lavamiento de los pies en el capítulo trece indica que hasta este capítulo, se trata sólo de lo que está en el atrio; todavía no se ha abarcado lo que está en el Lugar Santo ni en el Lugar Santísimo. Sólo al llegar al capítulo catorce, después de experimentar el lavacro, entramos en el Lugar Santo.
En el capítulo catorce Cristo es el Padre (vs. 9-11) y el Espíritu (vs. 16-18). El Señor Jesús es la corporificación y la expresión del Padre, y como el Espíritu, el Hijo es revelado y hecho real en nosotros. El Padre es la plenitud del Hijo, y toda la plenitud de la Deidad mora en El corporalmente (Col. 2:9). El Padre como la plenitud y la realidad mora en el Hijo, y el Hijo ahora es el Espíritu. El Espíritu es la trasmisión del Dios Triuno, como lo revela 2 Corintios 13:14, donde dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. La comunión del Espíritu es el Espíritu mismo como la trasmisión de la gracia del Señor junto con el amor de Dios, lo cual tiene como fin nuestra participación.
En el capítulo quince Cristo es la gran vid universal. En el capítulo dieciséis tenemos al Espíritu (vs. 7, 13-15) y al niño recién nacido (v. 21). Cristo es este niño. El es el primogénito de entre los muertos (Col. 1:18), el primogénito de los recién nacidos. El es el Hijo primogénito de Dios producido en la resurrección (Hch. 13:33; He. 1:5; Ro. 1:4).
En la Nueva Jerusalén tenemos la respuesta y la realización de la oración que el Señor hizo en el capítulo diecisiete con respecto a la unidad divina. Juan 17:23 dice: “Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad”. Los creyentes han de ser perfeccionados en uno en el Dios Triuno para poder ser perfectos. El edificio universal, la mezcla del Dios Triuno con todos los creyentes, es la Nueva Jerusalén, la cual es la respuesta a la oración de Juan 17. En la Nueva Jerusalén todos los creyentes serán perfeccionados como uno solo en el Dios Triuno. En el capítulo dieciocho Cristo es el verdadero Cordero que fue juzgado, Aquel que llevó sobre Sí el juicio universal. El era el verdadero Cordero pascual examinado cuatro días antes de ser muerto (véase Mr. 12:37 y la nota 371, Versión Recobro; Ex. 12:3-6).
En el capítulo diecinueve tenemos la cruz con la sangre y el agua (vs. 17, 34), y en el capítulo veinte, el aliento de vida. El Señor Jesús sopló en los discípulos y dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (v. 22). En el capítulo veintiuno hay peces y corderos. Junto con los peces también tenemos el pan para comer (vs. 9, 13). No necesitamos pescar; el Señor ya tiene los peces (vs. 5, 9, y la nota 91, Versión Recobro). Después de saciarnos, tenemos que cuidar a los corderitos (vs. 15-17). Estos son los aspectos de Cristo como corporificación de Dios presentados en el Evangelio de Juan para nuestro disfrute.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.