Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La mayoría de los creyentes que se bautizan en alguna denominación se configuran, no a Cristo ni a la Biblia, sino a la denominación a la que ingresan. Hablan y se conducen en conformidad con dicha denominación. En cuanto a nosotros, ahora que estamos en la vida de iglesia en el recobro del Señor, no debemos amoldarnos a nada que no sea Cristo. No debemos tener tradiciones ni regulaciones, sino que Cristo debe ser lo único que poseemos. Por ejemplo, existe una gran diferencia entre una hermana que no se maquilla porque se configura al recobro, y otra que no lo hace porque vive por Cristo al andar en el espíritu e invocar al Señor. De igual manera, es posible que un hermano deje de fumar en su afán por amoldarse a las prácticas del recobro, o que lo haga porque experimenta a Cristo y pierde el deseo de fumar. En lugar de configurarnos al recobro, sencillamente debemos experimentar a Cristo como nuestra vida.
Es muy común que los cristianos tengan muchas cosas en lugar de Cristo. Como por ejemplo, la ética, la moralidad, la cultura, la filosofía, las doctrinas y las tradiciones. En realidad, el cristianismo actual carece de Cristo. Entre los cristianos casi todo llega a ser un substituto de Cristo.
El concepto fundamental de 1 Corintios 1 y 2 consiste en que debemos abandonarlo todo a excepción de Cristo. Cuando Pablo fue a Corinto y proclamó a Cristo, él se propuso no saber nada sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Esto indica claramente que lo abandonó todo, menos a Cristo. Al leer 1 Corintios es necesario que este pensamiento básico quede grabado en nosotros. Debemos ver que aparte de Cristo, debemos abandonarlo todo y de manera auténtica tomarlo a El como el todo para nosotros. Verdaderamente Cristo lo es todo; aun las profundidades de Dios.
En 2:11 Pablo dice: “Porque, ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”. El espíritu es la parte más profunda del hombre, y tiene la capacidad de penetrar a lo más recóndito de su ser, mientras que la mente del hombre sólo puede conocer las cosas superficiales. De igual modo, sólo el Espíritu de Dios puede conocer las cosas profundas de Dios.
Los griegos eran famosos por la gimnasia y por su filosofía. Usaban la gimnasia para el adiestramiento y desarrollo del cuerpo, y la filosofía para cultivar su mente. Hoy también se hace mucho énfasis en el desarrollo del cuerpo y de la mente, pero se pasa por alto totalmente al espíritu. Cuando hacemos mención del espíritu, algunos no nos entienden. Para ellos el espíritu denota un demonio o un fantasma. Incluso muchos cristianos no conocen la diferencia entre el espíritu humano y el alma. La mayoría creen en la dicotomía, o sea, la enseñanza que afirma que el hombre se compone de dos partes: el cuerpo y el alma, mientras sólo una minoría cree en la tricotomía, la verdad de que el hombre está constituido de tres partes: el espíritu, el alma y el cuerpo. Los creyentes de Corinto sabían cómo ejercitar el cuerpo y la mente, pero desconocían el espíritu humano. Así que, en el versículo 11 Pablo les habla del espíritu, diciéndoles que el espíritu del hombre conoce las cosas del hombre. Los que no ejercitan el espíritu humano no pueden conocer de manera completa las cosas del hombre. El espíritu del hombre es el único que conoce las cosas del hombre, y así mismo, sólo el Espíritu de Dios conoce las cosas de Dios.
En el versículo 12 Pablo añade: “Pero nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha dado por Su gracia”. Nosotros, que nacimos de Dios por Su Espíritu, hemos recibido el Espíritu de Dios. Por lo tanto, estamos perfectamente capacitados para conocer las cosas profundas de Dios, las cuales El nos ha dado por Su gracia para nuestro deleite.
Pablo deseaba que los creyentes de Corinto supieran que como seres humanos, ellos tenían un espíritu que les capacitaba para conocer las cosas del hombre, y que, como creyentes de Cristo, habían recibido al Espíritu de Dios que les capacitaba para conocer las cosas que Dios les había concedido por Su gracia. Los cristianos de allí carecían del debido conocimiento acerca de estos dos espíritus. Ellos tenían una mente aguda y un alma fuerte, pero no se daban cuenta que tenían un espíritu humano. Además, pasaban por alto al Espíritu de Dios a quien habían recibido. Así que, en los versículos 11-12 Pablo les habla de los dos espíritus. Les hace notar que en su interior ellos tienen al espíritu humano y que también recibieron al Espíritu de parte de Dios para que conozcan lo que Dios les ha dado por Su gracia. Según el versículo 9, esto se refiere a lo que Dios preparó y determinó para nosotros, todo lo cual se relaciona con Cristo. Para conocer estas cosas, tenían que volver su atención a su espíritu humano y al Espíritu de Dios.
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