Mensajes para creyentes nuevos: Madrugar #12por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0100-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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No nos levantamos temprano sólo por tener una buena costumbre; lo hacemos como ejercicio del espíritu para tocar asuntos espirituales. Por tanto, en la aurora debemos hacer varias cosas específicas.
En Cantar de cantares 7:12 se nos muestra que el mejor momento para tener comunión con el Señor es la madrugada. Tener comunión con Dios es darle a El cabida en nuestro espíritu y en nuestra mente, permitiendo que nos ilumine, nos hable y nos toque (Sal. 119:105, 147). Durante ese tiempo, nuestro corazón se acerca a Dios, y El se acerca a nosotros. Debemos despertarnos de madrugada y permanecer en la presencia del Señor meditando, recibiendo Su guía, Su sello y permitiendo que nos hable.
La madrugada es la mejor ocasión para elevar nuestras alabanzas y nuestros cánticos a Dios. Esto hace que nuestro espíritu llegue a la cima.
En la madrugada se debe recoger el maná (el cual es Cristo). ¿Qué significa comer el maná? Significa disfrutar a Cristo, la palabra de Dios y Su verdad todos los días al amanecer. Después de comer el maná, tenemos la fortaleza para andar por el desierto. Si en la madrugada nos dedicamos a otras cosas, no seremos alimentados espiritualmente ni estaremos satisfechos.
Dijimos anteriormente que debemos tener dos Biblias: una con marcas y notas, para usarla por la tarde, y otra en limpio, para “comer maná” al amanecer; o sea, para leer cuidadosamente una pequeña porción de la Palabra, mezclando la lectura con cánticos, comunión y oraciones. De esta manera, cuando nos acerquemos a la presencia de Dios y abramos Su Palabra, sentiremos el deseo de confesar nuestros pecados, a la vez que seremos motivados a darle gracias por Su favor. Esto no quiere decir que debemos seguir un orden: primero la comunión, luego la alabanza y por último la lectura de la Biblia y la oración. Debemos mezclar la lectura con cánticos y oraciones, usando la porción que hemos leído en la Palabra para hablar con Dios: “Señor, esto es lo que yo necesito. Esta porción, este versículo y esta verdad muestran mi escasez. Señor, llena este vacío”. Si encontramos una promesa decimos: “Señor, creo en esta promesa”; y si es gracia: “Señor, tomo la gracia”. Cuando estemos leyendo la Biblia, posiblemente recordemos a aquellos que están en una condición espiritual lamentable y, sin criticarlos ni acusarlos, podemos interceder para que el Señor cumpla Su palabra tanto en ellos como en nosotros. También debemos confesar nuestros pecados y los de los demás, orar y dar gracias por todo. La lectura bíblica no debe ser muy larga ni abarcar demasiado. Cinco versículos son suficientes. Si permanecemos una hora, leyendo y orando palabra por palabra cada versículo, en dulce comunión con Dios, seremos llenos interiormente.
En el Antiguo Testamento y en el Nuevo, hubo muchas personas que tuvieron comunión con Dios de esta manera. Conocían a Dios y tenían una amistad íntima con El. Esta comunión llegó a formar parte de sus vidas.
En los Salmos, David intercambia los pronombres tú y El; de tal manera, que mientras hablaba con el hombre, de repente dirigía su conversación a Dios. Esto nos muestra que David vivía en constante comunión con Dios.
Mientras Nehemías trabajaba, hablaba y luego oraba brevemente. Cuando el rey le preguntaba algo, le contestaba y luego se dirigía al Señor. El mezclaba su trabajo con la oración. Para él, el trabajo y la oración eran inseparables.
Pablo escribió el libro de Romanos a aquellos que se encontraban en Roma. Sin embargo, podemos notar como en más de una ocasión se dirigió al Señor. Algunas veces parecía olvidar que estaba escribiendo a los romanos; porque de repente empezaba a hablar con Dios. Esto también sucede en sus otras epístolas.
Aquellos que han leído la autobiografía de la señora Guyón, podrán apreciar una característica que ella tenía. Muchas autobiografías son escritas para los hombres, pero ella le hablaba al hombre y al mismo tiempo a Dios. En un momento hablaba con LaCombe (el que le pidió que escribiera su autobiografía), y al siguiente instante hablaba con el Señor. A esto llamamos comunión. Es difícil saber donde comienza la comunión con Dios y en donde termina. La comunión no consiste en hacer a un lado otros asuntos para poder orar, sino en hacer ambas cosas simultáneamente.
Por lo tanto, en la madrugada, cuando recogemos el maná, debemos aprender a mezclar la Palabra de Dios con la oración, la alabanza y la comunión. Entonces tendremos la experiencia de estar en la tierra y de repente en los cielos; en un momento estaremos en nosotros mismos, y al instante en Dios. Si continuamos practicando esto todas las mañanas, después de algún tiempo seremos llenos del Espíritu, y la Palabra de Dios morará en nosotros ricamente. Es indispensable leer la Palabra de Dios y recoger el maná. Muchos hermanos son débiles y no son capaces de andar en el desierto. A estos debemos preguntarles: “¿Han comido hoy?” Ellos no pueden caminar porque su alimentación espiritual es deficiente. El maná se recoge al amanecer, y para obtenerlo necesitamos madrugar. Debemos levantarnos al alba para laborar en la Palabra de Dios.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.