Información del libro

Economía de Dios y el misterio de la transmisión de la Trinidad Divina, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7101-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 20 Sección 5 de 5

CAPÍTULO NUEVE

APRENDER NUESTRAS
EXPERIENCIAS ESPIRITUALES
EN LA IMPARTICIÓN
DE LA TRINIDAD DIVINA

En cuanto a la impartición del Dios Triuno, hay algunos versículos cruciales adicionales: 2 Corintios 13:14 y Apocalipsis 1:4-5.

LA IMPARTICIÓN DEL DIOS TRIUNO
EN CONTRASTE CON EL CULTIVO DE LA RELIGIÓN

La impartición del Dios Triuno es el requisito básico para las experiencias espirituales. No podemos separarnos de esta impartición ni siquiera por un solo día. Cada vez que nos alejamos de la impartición del Dios Triuno, nuestras experiencias espirituales son vacías y carecen de valor. Tenemos que saber que no sólo el confucionismo chino tiene lo que ellos llaman el cultivo de la moral, sino que también otras religiones del mundo como el hinduismo y el budismo tienen también su propia forma de cultivar la moral. En la religión, la mortificación corporal es una práctica común, y el cultivo de la moral también se considera necesario. Por esta razón, si un cristiano busca la así llamada espiritualidad aparte de la impartición del Dios Triuno, su búsqueda es una especie de cultivo religioso.

No importa si se trata del budismo, del hinduismo o del confucionismo, el principio de buscar la perfección en cuestiones éticas es el mismo: el ejercicio del dominio propio. Por el lado positivo, consiste en controlar las emociones de uno mismo y no obrar según los dictados de nuestro corazón. Por el lado negativo, consiste en reprimir las concupiscencias de uno mismo y no entregarse a cosas pecaminosas. Wang Yang-ming fue el más reconocido entre los cultivadores de la moral en las diferentes escuelas de pensamiento de China. En la Iglesia Católica, los más conocidos eran los místicos, incluyendo a la señora Guyón, a Fenelon, al hermano Lawrence y a Tomas Kempis, quienes fueron levantados hace trescientos años y quienes tenían su forma de cultivar la moral. Entre este grupo de personas, la señora Guyón fue la más espiritual; sin embargo, si usted lee su autobiografía, encontrará que ella tenía una voluntad muy fuerte, en la cual había una buena medida de su propio elemento natural.

NUESTRAS EXPERIENCIAS ESPIRITUALES
NO SON CONFORME A LA CARNE,
SINO CONFORME AL ESPÍRITU

En sus comienzos, el recobro del Señor en China recibió una profunda influencia de los místicos, especialmente en cuanto a la experiencia de procurar la vida espiritual. En los primeros treinta años hubo mucho ejercicio y práctica en cuanto a esto. Más tarde descubrimos que sin el Espíritu, esa clase de ejercicio es simplemente como la práctica de tener las reglas estrictas y ascéticas de la religión. Uso la expresión “el Espíritu” porque hoy la luz de la revelación es muy clara, pues nos muestra que el Espíritu es el Dios Triuno procesado que se ha impartido en nuestro ser. El Dios Triuno que se ha impartido en nosotros tiene un título abreviado, o podríamos decir que es un título general: “el Espíritu”. Pablo escribió catorce Epístolas sobre la impartición divina de la Trinidad Divina en las que concluyó que debemos andar “por el Espíritu” (Gá. 5:16, 25; Ro. 8:4). No debemos olvidarnos de esto: nuestras experiencias espirituales no son conforme a la carne, sino que son conforme al Espíritu.

En Romanos 8:4 la palabra espíritu denota el espíritu mezclado, es decir, nuestro espíritu regenerado mezclado con el Espíritu Santo como un solo espíritu. En este espíritu mezclado el principal componente es el Espíritu Santo. Hoy en el recobro del Señor todos sabemos que este Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo, el Espíritu todo-inclusivo, el Espíritu vivificante, que a la vez es Cristo mismo. Él es la máxima consumación del Dios Triuno y la manera en que el Dios Triuno últimamente llega al hombre. Una vez que llega al hombre, Él entra en el espíritu del hombre para mezclarse con dicho espíritu como un solo espíritu. Éste es el espíritu mencionado en Romanos 8:4. Hoy en día nosotros no andamos conforme a otra cosa que no sea este espíritu mezclado.

La palabra espíritu no es tan sencilla en la traducción china. Alrededor del año 700 d. C., el cristianismo se propagó a china desde Persia donde fue llamado nestorianismo. Hoy todavía existe una tabla con una inscripción que contiene la expresión ching-feng, que literalmente significa “viento puro”, lo cual se refiere al Espíritu Santo. Los persas sabían que pnéuma, la palabra griega traducida “espíritu”, podía también traducirse como “viento”, así que, debido a la falta de conocimiento del idioma chino, ellos la tradujeron así. Juan 3:8 dice: “El viento sopla donde quiere”, lo cual muestra que el Señor también se refirió al Espíritu Santo como “viento”. Como resultado, los persas llamaron al Espíritu Santo el viento. Hoy las personas obtienen el “extracto” de diferentes sustancias para usarlo como medicina o como alimento. Es maravilloso que en español, lo que se llama un extracto también pueda llamarse “espíritu”. Por ejemplo, en español, las bebidas alcohólicas fuertes producidas por destilación pueden ser llamadas bebidas espirituosas.

Nuestro Dios es tan grande, tan misterioso, tan maravilloso y es un extracto tan rico, que tuvo que usar una palabra que fuera comprensible para nosotros. Por esta razón, Él dice que Él es Espíritu (Jn. 4:24). Dios como Espíritu no es igual al Espíritu de hace dos mil años. Hace dos mil años, Dios —quien es Espíritu— aún no había pasado por ningún proceso; pero hoy después de la resurrección del Señor Jesús, Dios como Espíritu ya ha pasado por cuatro etapas principales: encarnación, vivir humano, crucifixión y resurrección. Hace dos mil años Él no había entrado en este proceso. Él únicamente había pasado por la creación. Luego, hace más de mil novecientos años, Él mismo se hizo carne, vivió la vida humana, fue crucificado y resucitó para llegar a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Dios se hizo carne, nació como hombre y anduvo en la tierra. Su nombre fue llamado Jesús; por lo tanto, Jesús era Dios. Cuando fue puesto a muerte en la cruz, Él todavía era Dios. Cuando fue sepultado y resucitó, todavía era Dios. Hoy en día, esta persona es el Espíritu vivificante.

El Espíritu es el “viento” mencionado en Juan 3, pero en el capítulo 20 se hace referencia a Él como el “aliento” (v. 22). En la noche del día de la resurrección del Señor, Él sopló en los discípulos y les infundió al Espíritu Santo en forma de aliento santo. Esto es algo sumamente misterioso que el cristianismo ha pasado por alto. El cristianismo considera al Espíritu Santo como algo objetivo y vago en vez de una persona definida. Sin embargo, la Biblia nos revela que el Espíritu es tanto definido como sustancioso y, por ende, lo llama “viento” y “aliento”. Este Espíritu es el misterioso Dios.

Este misterioso Dios en Su consumación ha llegado a ser el Espíritu, y este Espíritu es sencillamente Su “extracto”. Hoy los médicos sanan a sus pacientes dándoles medicinas. Cada pastilla es un “extracto”, una sustancia obtenida mediante un proceso de refinado. En una pastilla pueden combinarse siete u ocho elementos: unos para matar los gérmenes, otros para nutrir y otros para fortalecer el sistema inmunológico. De manera semejante, Aquel que está mezclado con nuestro espíritu es el “extracto” de Dios, la “destilación” de Dios. Esta persona lo incluye todo, por lo que es llamada el Espíritu todo-inclusivo. En este Espíritu se encuentra la divinidad, la humanidad, la experiencia del vivir humano, el elemento de la crucifixión y también el elemento de la resurrección. El tema de Romanos 8:4, donde se habla de “el espíritu”, es el Espíritu todo-inclusivo que viene para mezclarse con nuestro espíritu a fin de ser el espíritu mezclado. Esto es un verdadero misterio.

¿Qué significa ser salvo? Ser salvo significa que una persona se arrepiente, confiesa sus pecados y recibe al Señor Jesús, y, como resultado, el “extracto” de Dios entra en ella para regenerarla. Una vez que es regenerada, llega a poseer la vida y la naturaleza de Dios, así como también el elemento de Dios, es decir, Dios mismo. Este Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu. La totalidad de Dios, el Dios completo, entra en el hombre. Desde ese momento en adelante, el hombre debe vivir y andar conforme a este Espíritu. Es por ello que en las Epístolas Pablo dijo que debemos vivir, andar y conducirnos conforme al Espíritu. Cuando andamos conforme al Espíritu, somos victoriosos, espirituales y santificados. Cuando andamos conforme al Espíritu, vivimos a Cristo y expresamos a Dios. Cuando andamos conforme al Espíritu, tenemos la vida, la luz, la santidad, el amor y la justicia. Cuando andamos conforme al Espíritu, lo tenemos todo, es decir, todas las cosas positivas. Todas las virtudes humanas y las características divinas se hallan en esta persona y son esta persona. Este Espíritu es la santidad, la justicia, el amor, la vida y la luz. El Espíritu es todo-inclusivo.

Es posible que no tengamos tantas experiencias espirituales porque no tenemos mucho tiempo de haber sido salvos, pero sí creo que todos tenemos algunas experiencias. Cada vez que andamos conforme al Espíritu, hay luz en nuestro interior. Asimismo, cada vez que no vivimos conforme al Espíritu, especialmente cuando nos enojamos y no estamos en absoluto en nuestro espíritu, nos sentimos confundidos e incluso “atolondrados”. Por ejemplo, cuando una pareja discute, tanto el esposo como la esposa pueden enfurecerse tanto que empiezan a tirar los platos y a golpear a sus hijos, creando caos. En ese momento ellos se comportan atolondradamente y están completamente en tinieblas. Sin embargo, cada vez que nos conducimos conforme al Espíritu, todo es claro para nosotros. Usemos otro ejemplo: durante nuestro servicio de coordinación dos personas pueden empezar a discutir. Discuten respecto a quién tiene la razón y quién no, y cuanto más razonan, más se justifican a sí mismas. Incluso después de la discusión, ellas todavía están muy enojadas, pensando que aun si estaban equivocadas, debieran haber sido disculpadas y perdonadas. Pero cuando se calman y se vuelven a su espíritu, cada una de ellas verá claramente su propia culpa. El principio es el mismo con respecto a si debemos servir al Señor a tiempo completo o tener un trabajo regular. Cuanto más analizamos esto, más confundidos estamos. Pero una vez que nos conducimos conforme al Espíritu, tenemos absoluta claridad en nuestro interior.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top