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Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 221-239)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7202-2
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LA CONCLUSIÓN
DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DOSCIENTOS TREINTA Y CINCO

LA IGLESIA:
LAS ETAPAS DE LA IGLESIA

(1)

Habiendo considerado el recobro de la iglesia, en este mensaje comenzaremos a abordar las etapas de la iglesia.

XV. LAS ETAPAS DE LA IGLESIA

A. Las siete iglesias en Asia,
que son iglesias locales concretas,
representan proféticamente las siete etapas
por las que la iglesia ha pasado
y pasará hasta el regreso del Señor

Apocalipsis es un libro de profecías (1:3; 22:7), pues la revelación contenida en el mismo es de naturaleza profética. La mayoría de las visiones se refieren a cosas venideras. Incluso las siete epístolas a las siete iglesias mencionadas en los capítulos 2 y 3, en el sentido de que son señales, son profecías con respecto a la iglesia en la tierra durante esta era hasta que el Señor regrese.

Las siete epístolas de los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis describen la verdadera situación en que se encontraban las siete iglesias de Asia (1:4) cuando estas epístolas fueron escritas. Sin embargo, puesto que éste es un libro de señales que tienen una naturaleza profética, las situaciones de las siete iglesias también son señales que representan proféticamente el desarrollo de la iglesia en siete etapas. La primera epístola, dirigida a la iglesia en Éfeso, nos provee un cuadro de la iglesia al final de su primera etapa, esto es, a fines del primer siglo. La segunda epístola, dirigida a la iglesia en Esmirna, prefigura a la iglesia sufriente que padeció la persecución del Imperio romano, desde las postrimerías del primer siglo hasta los inicios del cuarto siglo, cuando Constantino el Grande hizo que la iglesia gozara del favor imperial. La tercera epístola está dirigida a la iglesia en Pérgamo, que simboliza de antemano a la iglesia mundana, la iglesia casada con el mundo, desde el tiempo en que Constantino aceptó el cristianismo hasta que el sistema papal fue establecido en las postrimerías del sexto siglo. La epístola dirigida a la iglesia en Tiatira describe proféticamente a la iglesia apóstata, desde el establecimiento del sistema papal en las postrimerías del sexto siglo hasta el final de esta era, cuando Cristo regrese. La quinta epístola, dirigida a la iglesia en Sardis, prefigura a la iglesia protestante, presente desde la Reforma, a principios del siglo XVI, hasta el regreso de Cristo. La sexta epístola, dirigida a la iglesia en Filadelfia, predice a la iglesia de amor fraternal, el recobro de la vida apropiada de iglesia, desde la primera parte del siglo XIX, cuando el Señor levantó algunos hermanos en Inglaterra para que practicaran la vida de iglesia fuera de toda denominación y sistema divisivo, hasta la segunda manifestación del Señor. La séptima epístola, dirigida a la iglesia en Laodicea, prefigura la degradación de la vida de iglesia, que experimentaron estos hermanos en el siglo XIX, desde la última parte del siglo XIX hasta el regreso del Señor.

Si estudiamos la historia de la iglesia a la luz de estas siete epístolas, comprenderemos que estas epístolas nos presentan un cuadro de las etapas por las que la iglesia ha pasado y pasará hasta que el Señor regrese. La secuencia es maravillosa, pues cada etapa corresponde respectivamente a una de las siete iglesias. Por tanto, las siete epístolas que el Señor dirige a las siete iglesias describen las etapas de la iglesia.

B. La iglesia en Éfeso
retrata el final de la etapa correspondiente
a la iglesia primitiva a fines del primer siglo

La iglesia en Éfeso retrata el final de la etapa correspondiente a la iglesia primitiva a fines del primer siglo. Debido a que hubieron apóstoles no solamente al inicio de la iglesia sino también después, es mejor referirnos a la iglesia primitiva antes que a la iglesia apostólica. Éfeso retrata a la iglesia a fines de ese período inicial.

“Éfeso” en griego significa deseable. Esto significa que la iglesia primitiva al final todavía era deseable para el Señor; el Señor todavía tenía mucha esperanza en ella.

1. Han dejado el primer amor
por el Señor

Al final de su Epístola a los Efesios Pablo les dijo algo relacionado con nuestro amor por el Señor Jesús. “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en incorrupción” (6:24). En 1 Timoteo 1:17 se nos dice que Dios es incorruptible, y 2 Timoteo 1:10 dice que el Señor “anuló la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción por medio del evangelio”. En 1 Corintios 15 se nos dice que en resurrección las cosas corruptibles serán hechas incorruptibles (vs. 50-53). Amar al Señor en incorrupción significa amarle en la nueva creación. Todas las cosas de la vieja creación son corruptibles. Esto es demostrado por Romanos 8, donde vemos que toda la creación gime bajo la esclavitud de corrupción (vs. 21-22). Todo en la vieja creación se corrompe; únicamente la nueva creación no se corrompe.

Efesios 6:24 es una conclusión completa de todo el libro de Efesios. En los seis capítulos de Efesios Pablo ciertamente nos revela las cosas incorruptibles. Cristo es incorruptible, la iglesia es incorruptible, y todas las cosas positivas relacionadas con Cristo y la iglesia mencionadas en los capítulos del 1 al 6 son cosas incorruptibles. Tenemos que amar al Señor en estas cosas incorruptibles. Esto significa que tenemos que amar al Señor en la nueva creación y no en la vieja creación. Tenemos que amar al Señor conforme a la predestinación del Padre para filiación, conforme a la redención efectuada por el Hijo, conforme al sellar y al darse en arras del Espíritu, conforme a la esperanza del llamamiento de Dios, conforme a las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos y conforme a la resurrección de Cristo que nos dio vida, nos resucitó y nos sentó en los lugares celestiales. Debemos amar al Señor en conformidad con todas las cosas incorruptibles reveladas en los seis capítulos de Efesios, es decir, debemos amar al Señor en incorrupción.

Amar al Señor en incorrupción es amarle en nuestro espíritu regenerado y renovado, en el cual habita el Espíritu Santo. Todo cuanto hagamos en nuestra carne es hecho en corruptibilidad. Creo firmemente que cuando Pablo redactaba el libro de Efesios y llegó a la conclusión de lo escrito, se encontró imbuido del sentir de que todo cuanto había enseñado en los seis capítulos anteriores era incorruptible. Por tanto, concluyó diciendo que debemos amar al Señor en incorrupción.

Si hemos amar al Señor en incorrupción, tenemos que amarle conforme a todo lo revelado en Efesios. Al final de Efesios 1 vemos la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Esto ciertamente no se refiere a una organización religiosa. La iglesia es incorruptible, pero las organizaciones religiosas son corruptibles. Permanecer firmes en el terreno apropiado es algo incorruptible. Tomar cualquier otro terreno que no sea el de la unidad única del Cuerpo de Cristo, unidad que es mantenida y expresada en cada iglesia local en su respectiva localidad (Ap. 1:11), equivale a tomar el terreno como algo corruptible. No debemos amar al Señor en corruptibilidad, sino que debemos amarle con toda pureza, de una manera que corresponda con la incorrupción que permanece por siempre.

Las palabras del Señor en Apocalipsis 2:4 indican que la iglesia en Éfeso no guardó lo dicho por Pablo. Aquí el Señor dice: “Tengo contra ti que has dejado tu primer amor”. Aunque la iglesia en Éfeso tenía muchas virtudes, se encontraba en degradación porque había dejado su primer amor. La palabra griega traducida “primer” es la misma que se traduce “mejor” en Lucas 15:22. Nuestro primer amor por el Señor debe ser el mejor amor por Él. La iglesia en Éfeso tenía este mejor amor por el Señor.

Como Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23), la iglesia está relacionada con la vida; como nuevo hombre (2:15), está relacionada con la persona de Cristo; y como novia de Cristo (Jn. 3:29), está relacionada con el amor. En la primera epístola a los efesios se nos dijo que para practicar la vida de iglesia es necesario que seamos fortalecidos en nuestro hombre interior a fin de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones para que, arraigados y cimentados en amor, seamos plenamente capaces de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, a fin de que seamos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19); y para la iglesia, que gracia es dada a todos los que aman al Señor Jesús (6:24). Ahora, esta segunda epístola a los efesios revela que la degradación de la iglesia comienza cuando dejamos nuestro primer amor por el Señor. Únicamente el amor puede mantenernos en una relación apropiada con el Señor. La iglesia en Éfeso tenía buenas obras, trabajaba para el Señor, había sufrido y perseverado, y había probado a los falsos apóstoles, pero dejó su primer amor por el Señor. Dejar el primer amor es la raíz de toda la degradación en las siguientes etapas de la iglesia.


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