Lo que el reino es para los creyentespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7228-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Puesto que el reino de Dios está relacionado con el reinado de Dios, también está relacionado con la administración Dios. La Biblia muestra que Dios, a fin de obtener un reino, necesita introducir Su administración. La Biblia no sólo muestra que Dios nos concede Su gracia, sino que además nos muestra que Dios tiene una administración con respecto a nosotros. Dios tiene una administración con respecto a todo el universo y a todo el linaje humano, y mucho más con respecto a Sus hijos y Su casa, Su iglesia. Su administración es Su gobierno. No debemos tener un concepto equivocado y pensar que Dios nos concede Su gracia de manera frívola e informal. Dios nos concede Su gracia y Su salvación a fin de llevar a cabo Su administración. Toda la obra que Dios realiza en nosotros se basa en Su administración y es conforme a ella. Dios tiene un plan en todo el universo y en la iglesia. Todo lo relacionado con el plan de Dios debe ejecutarse mediante Su administración gubernamental. La salvación que Dios nos otorga no sólo está relacionada con la gracia, sino también con Su administración.
Dios, según Su plan, tiene la intención de obtener un reino completo en el universo. Él desea obtener un reino que abarque todo el universo. Dentro de la esfera de todo el universo, cada una de las criaturas se someterá a Su autoridad. Él desea hacer que todas las criaturas estén bajo Su autoridad divina. Por medio de este reinado Él podrá ejecutar Su voluntad y cumplir Su deseo y, como resultado, podrá expresar Su gloria, esto es, podrá expresarse a Sí mismo. A fin de obtener este reino en el universo, es necesario que Él dé ciertos pasos en Su administración gubernamental.
Después que Satanás tentó al hombre a rebelarse contra Dios, el primer paso que Dios dio en la ejecución de Su administración fue darle Su salvación al hombre. Dios le da la salvación al hombre para que éste se someta a Su Hijo y reciba el gobierno de los cielos. Nunca debemos pensar que ser salvos sucede por coincidencia o por casualidad. El hecho de que la salvación venga a nosotros tiene que ver con la ejecución de la administración de Dios con respecto a nosotros; ésta es la ejecución de la administración y disposición gubernamentales divinas de Dios. Puesto que Dios tiene un plan, Él se basa en dicho plan para ejecutarlo y de ese modo llevar a cabo Su salvación en nosotros para que lleguemos a ser Su reino.
Después que somos salvos, tiene inicio en nosotros el segundo paso de la administración de Dios, a saber: Él trae sobre nosotros, e introduce en nosotros, una autoridad celestial, un reino celestial, a la cual tenemos que someternos. A partir del momento en que somos salvos, el deseo de Dios no es simplemente exhortarnos ni enseñarnos a ser perfectos; más bien, Él desea hacernos perfectos por medio de Su administración. Si Él simplemente nos exhortara y enseñara a ser perfectos, ello no tendría que ver con Su administración. Pero puesto que el primer paso de la administración de Dios es hacernos Su reino, Él debe dar el segundo paso de ejecutar Su administración en nosotros. Así que después que somos salvos, Él desea que continuamente nos sometamos a la autoridad del reino, es decir, que seamos gobernados por el reino. Esto es algo relacionado con Su administración gubernamental. No tiene que ver meramente con recibir enseñanzas, instrucciones, educación ni exhortaciones, sino con que se lleve a cabo Su administración gubernamental.
Si Dios meramente nos diera una enseñanza o una exhortación, ello indicaría que Él desea que seamos hombres perfectamente buenos. Sin embargo, después que somos salvos, el segundo paso de la obra de Dios en nosotros corresponde a una administración gubernamental, una ejecución gubernamental. Él requiere que nosotros nos sometamos a la autoridad de los cielos y seamos regidos por el reino. No es suficiente que simplemente seamos perfectos, ni basta con que simplemente tengamos el pensamiento de hacer el bien. Es preciso que veamos que Dios tiene un gobierno, una administración, que debe llevarse a cabo en nosotros. La razón por la cual nos conducimos y laboramos de cierta manera no se trata simplemente de hacer lo bueno, sino de ser gobernados por Dios; y la razón por la cual no hacemos ciertas cosas ni actuamos de cierta manera no es simplemente evitar cometer errores, sino ser gobernados por Dios. Hemos visto claramente que hoy Dios simplemente desea que nos sometamos a Su autoridad. Éste es el segundo paso de la administración de Dios sobre nosotros después de nuestra salvación.
Lamentablemente, después de ser salvos, son pocos los que se someten a esta autoridad. Por ejemplo, un hermano después de ser salvo es puesto bajo el gobierno de Dios, el cual le exige no enojarse con su esposa como lo hacía en el pasado. A partir de ese momento, el que él se enoje con su esposa no sólo muestra una falta de moralidad, sino que también es una señal de que no es restringido ni gobernado por Dios. Esto significa que él no sólo comete una falta contra su esposa, sino que también se rebela contra el gobierno de Dios. Él es alguien que es salvo y que ha sido introducido en el reino de Dios mediante Su obra de salvación. En él Dios tiene una administración real, una ejecución gubernamental. Bajo el gobierno de este reino Dios no les permite a Sus hijos enojarse libremente ni tratar a su esposa de cualquier manera. Si un hermano trata a su esposa apropiadamente, ello no sólo indica que es un buen esposo, sino que también se somete a la autoridad de Dios. Asimismo, si él como esposo no se conduce apropiadamente, es decir, si se enoja constantemente, ello no sólo indica que no es un buen esposo, sino que, además de ello, se rebela contra Dios. Esto significa que él no se somete al segundo paso de la administración gubernamental de Dios.
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