Visión celestial, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0927-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Necesitamos aprender las lecciones concernientes al yo, a fin de ser edificados en el Cuerpo. Al considerar este asunto del yo, les insto a que estén dispuestos a echar mano de la gracia y permitir que su yo sea puesto en evidencia. Al ser edificados con otros, nuestro mayor problema es el yo. A ciertos hermanos y hermanas les gusta que otros los elogien y hablen bien de ellos. Si fuera necesario hablar con ellos en un tono franco y en amor, ellos se sentirían heridos y ofendidos debido a que están excesivamente centrados en su yo. Esto indica que aun cuando ellos se reúnen sobre la base de unidad de la iglesia, les es muy difícil ser edificados con otros por causa de su yo.
Necesitamos la visión del Cuerpo, pues ésta nos quebrantará y nos ayudará a comprender que la única manera de ser edificados en el Cuerpo es siendo quebrantados. Esta es la única forma de tener la realidad del Cuerpo.
Una vez que hemos visto el Cuerpo, no sólo seremos establecidos, sino también edificados. Sólo entonces estaremos plenamente satisfechos en nuestra vida cristiana. No importa lo que digamos, nuestro sentir interior nos dirá que no estamos completamente satisfechos. Pero un día, cuando seamos edificados con otros, podremos exclamar: “Señor, te alabo por permitirme estar aquí. He sido edificado, y ahora estoy satisfecho. Debido a que he sido edificado, mi yo ha llegado a su fin. Ya no soy útil para nada más. He sido “arruinado”, pues no sirvo para nada más que para este edificio”.
Muchos hermanos tienen temor de ser edificados porque se dan cuenta de que una vez que esto suceda, estarán “arruinados”, es decir, que les llegará su fin. Ellos desean ser preservados como “buen material”, pero saben bien que cuando sean edificados, su yo será eliminado, y ellos sólo serán útiles para la edificación. Estoy de acuerdo en que ser edificados equivale a no ser útiles para nada más que para la edificación. Examinemos, por ejemplo, el dintel de una puerta; el material usado para hacer el dintel de una puerta quedó “arruinado”, puesto que ahora sólo sirve para ser ese dintel. De igual manera, cuando nosotros somos edificados, llegamos a nuestro fin. Dejamos de ser “buen material” y nos convertimos en parte del edificio. Esto es lo que el Señor necesita hoy.
Debe llegar el momento en el que podamos decir: “Señor, estoy satisfecho aquí en el edificio; pero, además, mi yo ha sido acabado. He sido arruinado por Ti y sólo sirvo para ser parte del edificio”. Debido a que fuimos arruinados y acabados, ya no seremos bien recibidos ni elogiados por los demás, ya no seremos útiles a otros y seremos relegados al olvido. Pero aunque todos nos olviden, el Señor se acordará de nosotros. El siempre piensa en nosotros, debido a que estamos en el edificio.
Puedo testificar que, por la misericordia del Señor, nunca he dejado la base de la unidad, ni he cambiado de postura, ni de colaboradores. Debido a que he sido realmente edificado, he sido arruinado, y no espero ni anhelo ninguna otra cosa. La visión del Cuerpo me ha impedido cambiar de tono. Esto no es algo mío; todo se lo debo a la misericordia del Señor.
¿Ha visto usted alguna edificación entre los cristianos de hoy? Existe todo tipo de reuniones y de grupos, pero la edificación entre ellos es nula. Creo firmemente que en estos últimos días la meta del Señor es la edificación del Cuerpo. No basta con estar de acuerdo en que Cristo lo es todo, y con reunirnos para practicar la vida de iglesia. Además necesitamos ser edificados como miembros del Cuerpo.
Si usted no es edificado con otros, no será estable en lo que respecta a la base de la unidad de la iglesia. Supongamos que algunos materiales de construcción son colocados en un terreno específico donde se erigirá un edificio. Si estos materiales simplemente son dejados allí en el suelo, alguien podría llevárselos. Pero si son edificados, estarán bien establecidos y tendrán una ubicación definida sobre dicho terreno. De tal modo que no podrán ser movidos ni llevados a otro lugar, a menos que el edificio mismo sea demolido. De igual manera, nuestra posición en el terreno de la iglesia no será estable hasta que seamos debidamente edificados como parte del edificio del Señor, esto es, en Su Cuerpo.
Debemos estar conscientes de que lo que más estorba la edificación del Cuerpo es el yo. Ciertos hermanos y hermanas han visto algo de Cristo y de la iglesia, y han venido a la base de la unidad de la iglesia. Sin embargo, nunca se han abierto a los demás. Tal vez externamente no critiquen a los ancianos y quizá parezcan personas muy amables; pero, interiormente es posible que estén llenos de críticas. El problema de ellos no es el pecado, sino el yo. Esto indica que a fin de ser edificados, necesitamos abrirnos, sacar a la luz nuestra verdadera condición y ser quebrantados. Deberíamos estar abiertos a otros en la comunión y decirles que estamos dispuestos a hacer lo necesario para ser edificados juntamente con ellos.
Creo firmemente que en este país el Señor tiene la intención de edificar una expresión genuina del Cuerpo. Su deseo no es simplemente que nos agrupemos y nos reunamos, sino que seamos edificados.
¡Cuánto necesitamos la visión del Cuerpo! Debemos sentir la urgencia de orar al Señor, diciéndole: “Señor, ayúdame a ver el Cuerpo. No me basta con ser un creyente y miembro de la iglesia; debo ser edificado en el Cuerpo. Tengo que ser miembro del Cuerpo viviente de una manera práctica. Necesito tener comunión con otros y relacionarme con ellos en el Cuerpo”.
La intención de Dios es obtener la iglesia, la cual es el Cuerpo. Debemos ser edificados en el Cuerpo, pero el mayor impedimento para que esta edificación se realice es nuestro yo, el cual es una de las últimas áreas de nuestro ser que el Señor tiene que confrontar. Si deseamos ser edificados en el Cuerpo, nuestro yo tiene que ser rechazado y negado; así que, tenemos que renunciar a él sin reservas. Día tras día el yo debe ser rechazado en toda circunstancia. Sólo entonces tendremos la realidad del Cuerpo y seremos verdaderos miembros del Cuerpo.
Por medio del Cuerpo el propósito de Dios será cumplido, Cristo será expresado, y el enemigo será derrotado. Nada es tan valioso como el Cuerpo, ni siquiera la predicación del evangelio. Nada puede compararse con la edificación del Cuerpo. ¡Que todos podamos tener la visión del Cuerpo y seamos cautivados por ella!
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