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Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1012-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 14 Sección 4 de 5

INTRODUCIR A LAS PERSONAS EN DIOS

El Señor Jesús era muy sencillo. En cuanto a Su obra, El simplemente dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Eso es todo. Esta debe ser toda nuestra labor. Debemos simplificar nuestra obra a lo máximo. En nuestra obra debemos poner todo el enfoque en una sola cosa: introducir a las personas en el Dios Triuno. Este es el significado de la palabra “bautizar”. Bautizar significa introducir a las personas en algo. Bautizarlos en agua significa introducirlos en el agua. Del mismo modo, hoy en día lo que debemos hacer es introducir a las personas en el Dios Triuno. Nuestra obra hoy debe ser así de sencilla. No es tan importante la enseñanza ni el mensaje que usemos, siempre y cuando la gente sea introducida en el Dios Triuno, con eso es suficiente. El cristianismo lleva a cabo una gran cantidad de actividades, pero mantiene a la gente fuera de Dios. Hablan del Dios Triuno, pero el resultado final es que las personas nunca entran en El. Nuestra labor consiste en introducir a las personas dentro de Dios.

LA AUTORIDAD Y PRESENCIA DEL SEÑOR

¿Por qué fue tan breve la conferencia del Señor con Sus discípulos? ¡Porque con la presencia del Señor basta! El les
dijo: “Yo estoy con vosotros todos los días”. El no necesitaba decirles tantas cosas, pues todo lo que ellos necesitaran al día siguiente, El se los diría. Y todo lo que ellos necesitaran dos días después, El también estaría con ellos para dirigirlos. Además, cualquier cosa que en el futuro ellos necesitaran, El estaría allí con ellos para suministrarlos. Así que, no necesitaba darles tantos detalles, pues Su presencia lo es todo. En realidad, El les daba a entender: “Mi autoridad es mejor que el dinero, y Mi presencia es mejor que todos los credos y reglamentos”.

En el pasado muchas personas nos han preguntado acerca de dos asuntos. El primer asunto es el dinero. Ellos nos han dicho: “¿De qué manera recaudan fondos? Dígannos el secreto por favor. ¿Tienen a alguien que los respalda económicamente en su obra? ¿Los apoyan algunos millonarios?” Yo les he contestado: “Son muchos los que nos respaldan, en realidad, la mayoría son pobres. Muy pocos de ellos son ricos”. Cuando insisten en saber de dónde proviene el dinero, sólo puedo contestarles: “ Ustedes no saben cómo recaudar fondos, ni yo tampoco lo sé. Nunca he aprendido a recaudar fondos; ni siquiera hablamos de ese tema”. Además, muchas personas nos han preguntado acerca de un segundo asunto y nos han dicho: “Sabemos que ustedes no tienen ninguna organización, pero seguramente sí tienen alguna clase de reglamentos y normas. ¿Cuáles son?” La verdad es que no tenemos ni normas ni reglamentos. Estos dos asuntos forman parte de la mente religiosa: ¿cómo reunir fondos y cómo formular un credo escrito? Pero en este pasaje el Señor Jesús también menciona dos cosas: que toda potestad le ha sido dada, por lo cual debemos ir con Su autoridad; y que El está con nosotros todos los días hasta la consumación del siglo. Con eso es más que suficiente. Ahora tenemos la autoridad de Jesús y Su presencia. ¡Aleluya! No tenemos recursos financieros ni credos, pero tenemos algo mucho mejor: tenemos la autoridad del Señor y Su misma presencia.

Quisiera declarar que ahora aprecio mucho más la presencia del Señor Jesús que la Biblia misma. No pueden imaginar cuánto amaba mi Biblia en los años posteriores a mi salvación. La amaba mucho, pero debo confesarles que en aquel tiempo tenía poco aprecio por la presencia del Señor. Apreciaba mucho Su Palabra, pero no apreciaba tanto Su presencia. Debo aclarar que sigo apreciando mucho la Biblia. De hecho, puedo afirmar que la valoro aun más hoy que en los primeros siete años de mi vida cristiana. No obstante, hoy aprecio mucho más la presencia viva del Señor viviente. El dijo: “Y he aquí, Yo estoy con vosotros todos los días”. Eso me es suficiente. Eso es absoluta y maravillosamente suficiente. ¿Qué más podríamos desear? ¿Qué más necesitamos, sino la autoridad del Señor y la presencia del Cristo vivo?

En el mover presente del Señor en esta nueva era, no existe ningún reglamento, organización ni credo. ¡Olvídense de eso! El Señor nunca dijo que debíamos guardar los mandamientos del Antiguo Testamento. Lo único que El dijo es que debemos enseñar a las personas, de una manera viviente, lo que El nos ha mandado. Debemos decirles que en esta nueva era y en este presente mover del Señor, no se necesita ninguna clase de organización, sistema, ni reglamentos. Todo lo que necesitamos es suplido absolutamente por la presencia del Señor. El dice: “He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días”.


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