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Revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-811-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 9 Sección 2 de 3

EL ALIENTO DE VIDA ENTRA EN LOS HUESOS SECOS
PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS

Estos huesos necesitaban una profecía adicional para que el aliento de vida pudiera entrar en ellos. Ezequiel profetizó de nuevo: “Y entró aliento en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo”. Primero los huesos se convirtieron en un cuerpo. Luego el aliento entró en los huesos y vivieron. Cuando se pusieron de pie llegaron a ser un ejército grande en extremo para pelear la batalla para Dios. Los huesos llegan a ser el ejército que pelea la batalla, y finalmente llegan a ser la morada en la cual Dios puede habitar y ser expresado. El fin del ejército es tener dominio para enfrentarse con el enemigo de Dios, y el de la morada es ser la expresión, la imagen de Dios. Al soplar el Espíritu, Dios es expresado y Su enemigo derrotado.

Ezequiel profetiza dos veces en el capítulo treinta y siete. Profetiza por primera vez a los huesos y por segunda vez al viento. Primero profetizó a los muertos y luego al Espíritu. El Señor mandó a Ezequiel que profetizara la segunda vez y que dijera: “Ven de los cuatro vientos, oh aliento, y sopla sobre estos muertos, y vivirán” (v. 9, heb.). Luego, los huesos formados como cuerpo recibieron el aliento de vida. Se pusieron de pie y llegaron a ser un ejército para pelear la batalla para Dios. Esto también le dio a Dios la base para edificarlos como Su morada. El ejército y la casa cumplen el propósito doble de Dios, el cual consiste en derrotar a Su enemigo y expresarle a El en Su imagen. El soplar del Espíritu produce la imagen y el dominio.

EL ALIENTO DE VIDA
EN EL NUEVO TESTAMENTO

En el Nuevo Testamento, el Evangelio de Juan nos dice que el Señor Jesús regresó a Sus discípulos en la noche del día de resurrección (20:19). El sopló en e llos y les dijo que recibieran el Santo Pneuma (v. 22). De nuevo, la palabra pneuma puede traducirse Espíritu o aliento. El Señor sopló en los discípulos y les dijo que recibieran el Santo Aliento. Ahora el Señor en Su resurrección es el aliento de vida, el Espíritu de vida. En Juan 3 el Señor Jesús le dijo a Nicodemo que el Espíritu es como el viento, el cual sopla donde quiere y no se ve pero se puede conocer por su sonido (Jn. 3:8). El día de Pentecostés, “vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba” (Hch. 2:2). Este viento recio que soplaba era el soplar del Espíritu, el soplar del ruach o pneuma celestial.

Apocalipsis 11:11 nos dice que los dos testigos, después de estar muertos por tres días y medio, fueron resucitados cuando el espíritu de vida que venía de Dios entró en ellos. El aliento de vida entrará en los dos testigos y los resucitará durante el tiempo de la gran tribulación. En 2 Tesalonicenses 2:8 afirma que cuando el Señor Jesús regrese, matará al anticristo con el aliento de Su boca, el Espíritu. El aliento de vida nos da vida, pero mata a aquel que existe sin ley.

Según 2 Timoteo 3:16 toda la Escritura es dada por el aliento de Dios. Esto indica que las Escrituras, la Palabra de Dios, es el aliento de Dios. El hablar de Dios es el exhalar de Dios. Dios nos es aliento. En este aliento se encuentra el agua, y en esta agua el alimento. Si queremos disfrutar a Dios como alimento, tenemos que beberle como agua. Para beberle como agua, tenemos que inhalarle como aliento. Al inhalar al Señor, le bebemos y le comemos. Podemos beberle y comerle en todas partes porque podemos respirar en todo lugar. Nuestro alimento y nuestra bebida espirituales nos están disponibles en cualquier momento y en todo lugar. Hablando en términos físicos, podemos respirar en todo lugar, pero no podemos beber ni comer en todo lugar. Pero con respecto a lo espiritual, podemos comer y beber en todo lugar porque nuestro alimento espiritual está en nuestra bebida espiritual, y la bebida se encuentra en la respiración. Cuando recibimos al Señor como el aire divino, le disfrutamos como el agua viva y como el alimento celestial.


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