Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7380-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7380-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
En este capítulo continuaremos examinando las señales tradicionales en Juan 5.
Juan 5:2 dice: “Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las Ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos”. La primera señal mencionada en este versículo es la de la puerta de las Ovejas. La puerta de las Ovejas, una de las puertas de la ciudad de Jerusalén, representa la puerta al redil tradicional de la religión (10:1). Ésta era la puerta por la que el pueblo de Dios, quienes son Sus ovejas, entraba al redil para ser protegido. La ciudad de Jerusalén era un redil para proteger al pueblo de Dios. Jerusalén con la puerta de las Ovejas también es una señal. Únicamente Cristo, el Hijo de Dios viviente, puede ser la realidad de lo que significa esta señal. Cristo es nuestra puerta y también es nuestra ciudad. En Juan 10:7 el Señor Jesús claramente dijo: “De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas”. Luego en el versículo 9 Él de nuevo dijo: “Yo soy la puerta”. Cristo es la puerta, no sólo para que las ovejas entren al redil, sino también para que salgan de allí. Puesto que tenemos a Cristo como nuestro Pastor, no necesitamos el redil. Cristo es la puerta para que podamos salir del redil y disfrutarlo a Él como nuestro pasto.
El estanque de Betesda mencionado en 5:2 también es una señal. Betesda significa “casa de misericordia”, y el estanque de Betesda era el lugar tradicional para recibir misericordia. El estanque de Betesda representa a los religiosos, que hacían cuanto podían por guardar su religión, y que se daban cuenta de que necesitaban la misericordia de Dios. Este estanque significa que la verdadera casa de la misericordia de Dios es el Hijo viviente de Dios.
Juan 5:2 dice que el estanque de Betesda tenía cinco pórticos. Estos pórticos servían de lugares de refugio para los necesitados. Bajo esos refugios yacían enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. El número cinco denota responsabilidad, y los cinco pórticos aquí representan el refugio tradicional de la religión que depende de la responsabilidad del hombre.
Ya vimos que esos cinco pórticos refugiaban a los necesitados. Bajo la ley somos aquellos que están enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Ahora que Cristo ha venido, ya no estamos bajo la ley, y ya no necesitamos que los pórticos nos den refugio. El hombre que estaba enfermo por treinta y ocho años necesitaba el amparo de los pórticos. Pero después que el Señor lo sanó y lo avivó, él pudo tomar su lecho, y ya no tenía que seguir echado bajo la cubierta del pórtico.
El versículo 3 dice: “En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua”. Esta multitud significa que bajo el refugio de la religión tradicional yacen muchos necesitados que carecen del suministro de vida.
El versículo 4 habla de un ángel del Señor: “Un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese”. Aquí el ángel representa el instrumento con el cual la ley, que no podía dar vida, fue dada (Gal. 3:19, 21). Los ángeles ocupaban una importante posición en la religión judía.
Aquí Juan 5:4 nos dice que el ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua. Pero que el ángel hiciera esto no le ayudaba al hombre imposibilitado, pues él nunca lograba ser el primero en entrar al estanque después que había sido agitada el agua. Él no podía satisfacer los requisitos para ser sanado. Esto indica la inutilidad de tratar de guardar la ley. La ley es completa y perfecta, pero no puede dar vida al hombre imposibilitado. A los ojos de Dios, él estaba muerto. La ley puede hacer cosas por nosotros bajo ciertas condiciones y siempre y cuando ciertos requisitos sean cumplidos. ¿Pero cómo un muerto puede cumplir con los requisitos de la ley? No importa cuán frecuentemente viniera el ángel y agitara el agua, el movimiento no surtiría efecto en un muerto. El hecho que un ángel agite el agua no puede ayudarle a un muerto. El único que puede ayudarle es el Hijo de Dios que nos aviva y nos vivifica. El Hijo de Dios no viene a agitar el agua; Él viene para darnos vida.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.