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Lecciones básicas acerca de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1467-1
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B. El sentir de vida y paz
—la fortaleza, la satisfacción, la paz, el reposo,
la liberación, la vivacidad, el riego,
la luminosidad, el consuelo, etc.—
por el lado positivo

Por el lado positivo, el sentir de la vida desempeña la función de hacernos conscientes de las siguientes sensaciones positivas: fortaleza, satisfacción, paz, reposo, sosiego, liberación, riego, luminosidad, consuelo, etc. (v. 6b). Sentimos que somos fuertes y no débiles, no sentimos vaciedad sino satisfacción. En lugar de inquietud y desasosiego, tenemos paz y reposo; y en vez de estar deprimidos, nos sentimos liberados y vivaces. La vivacidad alude a un estado viviente. Tenemos una sensación de ser regados en vez de ser secos, de luminosidad en vez de oscuridad, de consuelo en lugar de dolor. Todas esas sensaciones positivas provienen de la función del sentir de vida. Cuando nos sentimos así, debemos darnos cuenta de que ésa es la operación del sentir de vida.

Por eso, en Romanos 8:6 lo más importante que queda allí implícito es el sentir de la vida. Poner la mente en el espíritu es vida y paz. Esto realmente se trata de sensación y percepción. Dicha percepción es el sentir de vida. Su función no es sólo guiarnos, sino también gobernarnos, regirnos y dirigirnos. El sentir de muerte y el sentir de vida y paz son dos aspectos del sentir de vida y su significado.

C. Se relaciona con la percepción
de la conciencia

Tanto en el lado negativo como en el positivo el sentir de vida se relaciona con la percepción de la conciencia. Efesios 4:19 dice que los incrédulos “perdieron toda sensibilidad”. Aquí, “sensibilidad” se refiere principalmente al sentir que percibe la conciencia. A los incrédulos, en general, no les preocupa lo que su conciencia sienta. Las personas que más pecan son las que son muy descuidadas con respecto a su sentir interior. Los incrédulos que tratan de ser rectos hacen caso a su sentir interior. Tener que ser gobernado por la ley o la policía indica que uno se rige por principios morales. Incluso con respecto a los incrédulos, alcanzar un estándar moral elevado requiere que uno sea regido por el sentir interior de la conciencia. Obviamente, para el creyente el sentir de vida no se limita a obedecer la conciencia, sino que se relaciona con la percepción de la conciencia en conformidad con el sentir de la vida, es decir, la vida de Dios.

II. LA FUENTE DEL SENTIR DE VIDA

A. La vida divina, la cual tiene el sentir
más rico, más intenso y más agudo

Todo tipo de vida tiene su propio sentir. Si un ser no siente, es porque no tiene vida; es algo inerte. Una piedra no siente nada, pero todo ser vivo tiene sensibilidad. Cuanto más elevada sea la clase de vida, más intenso será el sentir. La vida divina, por ser la más fuerte y la más elevada, tiene el sentir más rico, más intenso y más agudo (v. 18). La vida divina es el primer aspecto de la fuente del sentir de vida. Según Efesios 4:18-19, los incrédulos perdieron toda sensibilidad por estar alejados de la vida de Dios. Si somos uno con Dios, tendremos el sentir más rico, más intenso y más agudo.

B. La ley de vida: la capacidad
y la función innatas de la vida

La ley de vida es la capacidad y la función innatas de la vida (Ro. 8:2; He. 8:10) y es otro aspecto de la fuente de vida. Puesto que esta ley de vida actúa en nosotros, produce cierta sensación; por eso, decimos que es un aspecto del origen del sentir de vida. Romanos 8:2 habla de la ley del Espíritu de vida, y Hebreos 8:10 dice que esta ley está inscrita en nuestros corazones.

C. El Espíritu Santo: el aceite de la unción

El Espíritu Santo —el aceite de la unción— también es un aspecto de la fuente del sentir de vida (Ro. 8:11; 1 Jn. 2:27). Éxodo 30 habla del aceite de la unción, el ungüento compuesto que se usaba para ungir el tabernáculo y los sacerdotes. En la antigüedad, el tabernáculo con todos sus utensilios así como los sacerdotes eran ungidos con este ungüento. En la actualidad, el Espíritu Santo es el ungüento para toda la iglesia y para todos los santos. El Espíritu nos unge continuamente, y esta unción es una especie de obra y acción interna que nos proporciona el sentir de vida. Este Espíritu también es la fuente del sentir de vida.


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