Lo que el reino es para los creyentespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7228-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En la Palabra de Dios se presenta muy claramente el pensamiento acerca del reino. Si leemos todas las Escrituras cuidadosamente, veremos que de principio a fin Dios desea obtener una esfera para Su reinado. ¿Cómo obtiene Dios esta esfera en la cual reina? O, podemos preguntar, ¿cómo introduce Dios este reino? Él lo hace por medio de Su vida. Es por ello que en la Biblia la vida siempre está vinculada con el reino. Al comienzo de Génesis vemos que Dios desea que el hombre ejerza dominio por Él sobre la tierra (1:26). El dominio está relacionado con el reino. El deseo de Dios de que el hombre ejerza dominio por Él sobre la tierra muestra que Dios se ha propuesto establecer Su reino en la tierra por medio del hombre. Después de Génesis 1, donde se nos habla del deseo que Dios tiene de que el hombre ejerza dominio por Él en la tierra, Génesis 2 nos presenta el árbol de la vida (v. 9). Esto indica que a fin de que el hombre ejerza dominio por Dios sobre la tierra y traiga el reino, necesita recibir la vida eterna de Dios en su interior. Si el hombre no posee la vida eterna de Dios, no podrá jamás traer la autoridad de Dios a la tierra. Por consiguiente, la Biblia desde el comienzo revela que Dios vincula la vida con el dominio. De ahí que la obra de Satanás también está relacionada con este asunto. Satanás apartó al hombre del árbol de la vida porque sabía que si el hombre no recibía la vida de Dios, no podría traer la autoridad de Dios a la tierra. El reino como la esfera en la cual Dios reina depende enteramente de la vida de Dios.
Por esta razón, el Señor Jesús le dijo a Nicodemo: “El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3). Asimismo dijo: “El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (v. 5). El reino de Dios tiene que ver con el reinado de Dios; la regeneración del hombre consiste en que el hombre reciba la vida de Dios. A fin de que el hombre toque el reinado de Dios y traiga la autoridad de Dios a la tierra, él tiene que recibir en su interior la vida de Dios. Si el hombre no posee la vida de Dios, de ningún modo podrá traer el reinado de Dios.
Los requisitos más elevados que se hallan en la Biblia son los requisitos del reino. Podemos decir que los requisitos de Dios en el Antiguo Testamento son los requisitos de la ley, y que los requisitos de Dios en el Nuevo Testamento son los requisitos del reino. Todos sabemos que la ley nos manda que no matemos, que no juremos en falso, que no robemos, etc. (Éx. 20:13-17; Lv. 19:11-12). Todos éstos son los requisitos de la ley. No obstante, los requisitos del reino en el Nuevo Testamento son más elevados que los requisitos de la ley. El reino le exige al hombre que no se enoje contra otros. No sólo no debe cometerse la acción de matar, sino que tampoco se permite el motivo que lleva a alguien a matar, el cual es el enojo (Mt. 5:22). Todos los requisitos del reino tienen que ver con el corazón del hombre, el cual está en el profundo de su ser. Los requisitos de la ley son externos, pero los requisitos del reino son internos. La ley le exige al hombre no quebrantar un juramento ni jurar en falso, pero el reino le exige al hombre no jurar de ninguna manera, sino que su palabra sea: “Sí, sí; no, no”, sin necesidad de jurar (vs. 34-37). La ley le exige al hombre ser perfecto según la letra de la ley, pero el reino le exige al hombre ser perfecto como el Padre celestial es perfecto (v. 48), lo cual significa que el hombre debe ser perfecto como Dios es perfecto. La ley exige ojo por ojo y diente por diente (Éx. 21:24; Lev. 24:20), pero el reino exige que cuando alguien nos abofetee en la mejilla derecha, le volvamos también la otra (Mt. 5:39).
Vemos aquí claramente dos clases de requisitos. Una clase de requisitos es baja, mientras que la otra es elevada. Los requisitos de la ley son relativamente bajos y en cierto modo alcanzables. Pero los requisitos del reino son elevados, difíciles de cumplir e incluso inalcanzables. Por ejemplo, el requisito de no matar es razonable, pero el requisito de no enojarse contra otros es extremadamente difícil. Esto muestra un contraste. A la luz de este contraste podemos pensar que aunque es posible cumplir los requisitos de la ley, es absolutamente imposible cumplir los requisitos del reino.
En realidad, también es imposible para el hombre cumplir los requisitos de la ley. Cuando Dios dio la ley al hombre, Su intención nunca fue que el hombre la guardara, pues Él sabía que el hombre no podría guardarla. El hombre sencillamente no puede cumplir los requisitos de la ley. ¿Cuál es entonces la función que cumplen los requisitos de la ley? Los requisitos de la ley sirven para mostrar que el hombre es impotente con respecto a la ley. Debido a que el hombre originalmente pensaba que era competente, Dios pareció decir: “Pondré delante de tus ojos los requisitos de la ley, a ver si puedes guardarlos”. Todos sabemos que el hombre fracasó con respecto a la ley; es decir, violó cada uno de los requisitos de la ley. Por consiguiente, podemos concluir que la finalidad de los requisitos de la ley es mostrarle al hombre su impotencia.
Los requisitos de la ley ya habían revelado la incapacidad del hombre, pero después Dios le dio al hombre unos requisitos aún más elevados, a saber, los requisitos del reino. Todo el que lee los capítulos del 5 al 7 de Mateo reconoce que los requisitos que allí se presentan son demasiado elevados para que el hombre los guarde. He escuchado a muchos hermanos y hermanas decir: “Los capítulos del 5 al 7 de Mateo son totalmente inalcanzables”. ¿Quién no tiene enojo en su interior? ¿Quién puede manifestar una justicia que supera la de los escribas y fariseos? ¿Quién puede poner la mejilla izquierda cuando es abofeteado en la mejilla derecha? ¿Quién puede ser perfecto como Dios es perfecto? Cuando leemos todos estos requisitos, lo único que podemos decir es que están fuera de nuestro alcance; son sumamente elevados e inalcanzables.
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