Living Stream Ministry

Cristo llega a ser el Espíritu vivificante
para impartir la vida en nosotros

Podemos ejemplificar la impartición de Cristo con una sandía. Una sandía primero se corta en rodajas. Luego, se pueden exprimir las rodajas para extraer el jugo, el cual es fácil de beber. La sandía, las rodajas y el jugo corresponden a los pasos de la impartición de la sandía en nosotros. La intención de Dios es impartirse a Sí mismo en nosotros, y el último paso de Su impartición es el Espíritu. Juan 6:63 dice: “El Espíritu es el que da vida”. Como Espíritu de realidad, Él entra en nuestro ser para introducirnos en toda la realidad, pero lo más crucial que debemos comprender es que el Espíritu imparte la vida en nosotros. ¿Quién es este Espíritu vivificante? Debemos vincular Juan 6:63 con 1 Corintios 15:45, que dice: “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. El Espíritu es el que da vida, y este Espíritu vivificante es el postrer Adán, Jesús. Como postrer Adán, Jesús fue hecho Espíritu vivificante. No le presten atención a las enseñanzas del cristianismo, las cuales causan distracción. Olvídense de esas enseñanzas, y retornen a la Palabra pura. “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. “El Señor es el Espíritu” (2 Co. 3:17a), el Espíritu es el que da vida. Ésta no es mi palabra; es la palabra pura de la Biblia.

En la versión New Translation de Darby, 2 Corintios 3, los versículos del 7 al 16 constituyen un paréntesis; el versículo 17 es una continuación del versículo 6. En los versículos 6 y 17, Pablo dice: “El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, ministros no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica [...] Y el Señor es el Espíritu”. En Génesis Dios era Dios, y Él era el Padre en el Antiguo Testamento. Después, en los cuatro Evangelios Él era el Hijo, y llegó a ser el Espíritu vivificante en los Hechos y en las Epístolas. Luego, en el último libro de la Biblia, Apocalipsis, Él llegó a ser los siete Espíritus. Hablando con propiedad, actualmente estamos en la impartición, no de Dios el Padre, ni solamente del Hijo, sino del Espíritu. Hoy en día ni siquiera nos encontramos en el libro de Hechos. Estoy plenamente convencido de que hoy estamos en el libro de Apocalipsis, el libro sobre el Espíritu siete veces intensificado. Debemos dedicar mucho tiempo en volver al Espíritu, puesto que en el recobro del Señor nada es tan importante como esto.

SER LIBRADOS DE LA ESCLAVITUD DE LA LETRA

En 2 Corintios 3:17 se nos dice: “El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. Según el contexto de este capítulo, libertad se refiere a la libertad de la esclavitud de las viejas enseñanzas. En tiempos antiguos muchos cristianos fueron influenciados por las enseñanzas del judaísmo. Ellos se hallaban en esclavitud, pero Pablo les dijo que ellos tenían el Espíritu dentro de su ser y que eran libres de la esclavitud del Antiguo Testamento, esto es, la esclavitud de la letra de las Escrituras, las enseñanzas judaicas.

Temo que muchos cristianos hoy continúan bajo la esclavitud de las enseñanzas del cristianismo. Necesitamos una liberación. Yo estuve bajo esta misma esclavitud. Me tomó más de quince años poder liberarme de todos los viejos conceptos que había recibido de las antiguas enseñanzas. Antes de ser liberado, yo tenía muchas capas de velos, pero donde está el Espíritu del Señor, el velo es quitado. Ésta es la verdadera liberación. Muchos siguen cubiertos por los velos. Tal vez ellos oren-lean los versículos respecto a lo que estamos hablando y asistan a las reuniones, pero aun así no pueden ver nada. Estar velados es estar bajo esclavitud. Debemos ser liberados, y según 2 Corintios 3, ser liberados implica que todos nuestros velos son quitados.

SER TRANSFORMADOS
MEDIANTE LA IMPARTICIÓN DE CRISTO

Al mirar y reflejar al Señor, a cara descubierta, somos transformados (v. 18). Ser transformados no es tener un cambio externo. Un cambio externo no implica transformación. Eso simplemente es una especie de corrección. La transformación es algo que sucede interiormente. Podemos ejemplificar la transformación con el color del rostro de una persona. Aplicar color al rostro pálido de una persona no es ninguna transformación. Esto sólo es una corrección externa. No obstante, si dicha persona come bistec y pollo día tras día, después de unos cuantos meses su rostro experimentará una transformación que proviene desde su interior. La transformación es un cambio en vida, no meramente un cambio en la conducta externa según la ley ni según lo correcto. Ser transformados en la misma imagen del Señor significa ser transformados de un grado de gloria a otro. Hoy un hermano puede tener un grado de gloria, pero dos semanas después puede hallarse en un segundo grado de gloria, y después de dos meses puede encontrarse en otro grado de gloria.

La transformación es Cristo impartido en nosotros. Esto indica un cambio en vida. Cuando Cristo es ministrado y forjado en nosotros, somos transformados. Otro ejemplo de esto puede ser un vaso de té. El agua simple puede ser transformada en té al añadirle algunas hojas de té. Al poner té en el agua, el agua viene a estar “teificada”. Al principio, no importa cuán puros y cuán buenos somos, somos simples, como el agua simple. Cuanto más Cristo en calidad de “té” es añadido en nuestro ser, más somos “Cristificados”, es decir, somos santificados y transformados. Ser transformados equivale solamente a tener más del elemento de Cristo añadido a nuestro ser.