Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0428-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto que el primer paso de la manera ordenada por Dios es predicar el evangelio por medio de visitar a la gente en sus hogares. El segundo paso de la manera ordenada por Dios es tener reuniones con los nuevos creyentes en sus hogares. En Hechos 5:42 y 20:20, las palabras “por las casas” indican reuniones de hogar. Debemos tener reuniones de hogar adecuadas a fin de que nuestro fruto permanezca.
Hay cuatro elementos que constituyen una reunión: la Palabra de Dios, el espíritu mezclado —es decir, nuestro espíritu mezclado con el Espíritu de Dios—, el canto y la oración. Estos elementos son como las cuatro patas de una mesa. Si le falta una, la mesa no se mantendrá de pie. La Palabra, el espíritu, nuestro canto y nuestra oración son las cuatro “patas” que sostienen una reunión. Sin estos cuatro elementos, una reunión no tendrá forma, tal como una mesa que está tirada en el piso sin tener nada que la sostenga. Sin embargo, cuanto más tenemos la Palabra viviente, cuanto más ejercitamos el espíritu, y cuanto más cantamos y oramos, más fortalecida y edificada será la reunión.
Cuando estamos en una reunión, muchos de nosotros hacemos las cosas para guardar las formas, sin estar genuinamente vivientes. Muchas veces nuestro canto e incluso nuestros gritos pueden ser simplemente formas religiosas. Sin embargo, cuanto más ejercitamos nuestro espíritu para hablar, cantar y orar de modo libre y liberado, tanto mejor y más viviente será la reunión. Pero si venimos y nos sentamos en nuestras sillas en silencio, esto será una reunión muerta. A veces una reunión cristiana es como un cementerio, muy silenciosa y decorosa, pero muerta. Esta clase de reunión es una vergüenza para el Señor.
Sentarnos en silencio mata la reunión y es un insulto al Dios a quien servimos. En 1 Corintios 12 Pablo indica que los ídolos mudos y silenciosos (v. 2) hacen que sus adoradores también sean mudos y silenciosos. Sin embargo, el Dios viviente hace que Sus adoradores hablen en el Espíritu de El (v. 3). Los adoradores de Dios no deben estar callados, sino que deben dar alguna voz por medio de proclamar al Señor Jesús en el Espíritu de Dios. Cada vez que entremos en una reunión, debemos decir algo. Cantar, orar, gritar “¡Aleluya!” o hablar la Palabra por medio de leer la Biblia o recitar un versículo, son modos apropiados de hablar en las reuniones. Cuanto más tengamos estos cuatro elementos —la Palabra, el espíritu, el canto y la oración— más ricas serán nuestras reuniones.
Cuando visitemos el hogar de una persona que ha sido bautizada recientemente, no debemos ir de modo religioso conforme a nuestra práctica, hábito o costumbre común. Tal vez hagamos planes para orar por cierto período de tiempo antes de salir a visitar, a la gente. No obstante, incluso esto puede llegar a ser parte de nuestra religión. Es fácil tomar cualquier cosa y convertirla en una práctica religiosa.
Todos debemos aprender a olvidarnos de la religión y vivir en el espíritu. Entonces estaremos muy vivientes de modo muy normal. Puede ser que después del trabajo lleguemos a casa sólo media hora antes de nuestra cita con un nuevo creyente. En tal caso no podremos tener el tiempo de oración que habíamos planeado. Posiblemente ni siquiera tendremos tiempo para comer, así que tal vez tomemos un sandwich para comerlo en el camino. Mientras vamos viajando y comiendo, podemos orar, invocar al Señor, y cantar. Podemos ir de modo muy espontáneo porque somos personas que viven en el espíritu.
Tal vez cuando usted llegue a la casa de los nuevos creyentes, toque la puerta y comience a cantar. Debe cantar el himno, el canto o el coro que cantó con ellos en su última visita, cuando ellos fueron bautizados, puesto que ya conocen el tono, y antes de que abran la puerta se dan cuenta de quién ha tocado. Si tienen un hijo pequeño, tal vez él se unirá a usted en el canto. Usted estará cantando afuera y él estará cantando dentro de la casa. De esta manera la reunión comienza aun antes de que se abra la puerta.
Una vez que usted entre en la casa, debe ser muy viviente y espontáneo. En vez de sentarse en el sofá, tal vez se siente en la alfombra delante del niño para hablar con él. Luego, después de una plática breve, tal vez usted se levante. Actuar de tal manera muestra que usted es muy normal, muy humano y muy espontáneo. No habría ningún indicio de religión ni ningún indicio de que usted es un predicador. Si aprende a practicar de esta manera, estará a la mitad del camino al éxito. Toda la casa estará preparada para recibir su palabra porque lo considerarán a usted como amigo. Comportándose de una manera tan normal, usted puede hacerse amigo de ellos dentro de un período de tiempo muy corto. Lo apreciarán mucho, pues, sentirán que usted es una persona muy accesible.
Además, usted debe ser muy rico en la Palabra y en conocer los himnos y cantos. Si la madre está preocupada por alguna razón, puede ser que usted tenga el sentir de cantar el coro:
Regocíjate Regocíjate;
Es mejor cantar que quejarse:
Es mejor vivir que morir;
Por eso regocíjate (Himnos, #717)
No importa cuál sea la situación o el ambiente, usted debe estar capacitado para hablar la palabra apropiada o para cantar el canto apropiado para que la reunión pueda comenzar de una manera muy viva. Esta clase de reunión de hogar no debe ser religiosa ni formal, sino muy espontánea.
En tal momento, puede ser que el niño le interrumpa para mostrarle que tiene una Biblia pequeña. Esta es una buena oportunidad. Al hablar con este niño pequeño con respecto a la Biblia, usted puede presentar un versículo apropiado a toda la familia. Tal vez usted abra la Biblia en Hechos 16:31 —“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”— y luego pida que el niño lo lea. Después de que lo lea, tal vez usted le pregunte qué es lo que dice el versículo. Con base en esto, es posible que usted pregunte al niño: “¿Has creído en el Señor Jesús? ¿Has sido salvo?” Tal plática hará que su madre vuelva de su ansiedad o su enojo a un gozo o una felicidad con respecto a la salvación de su hijo. Luego, usted también puede volverse a los otros para ayudarles a saber que una vez que han creído en el Señor Jesús, son salvos. De esta manera usted puede enseñar a estas personas recién salvas un punto específico: la certeza de la salvación de Dios. Esta es la manera de tener una reunión de hogar.
Todos debemos ejercitarnos para no ser religiosos ni formales en nuestra apariencia, en nuestro comportamiento ni en nuestro hablar. Debemos evitar visitar a la gente como si fuéramos un predicador que viene para predicar. Recientemente una pareja de la iglesia visitó a otra pareja. Las dos parejas tenían situaciones parecidas: los esposos eran japoneses y las esposas eran chinas. Se le había dicho a la pareja de la iglesia que la otra pareja no tenía interés en el evangelio, así que decidieron de antemano que no hablarían con ellos acerca del evangelio. Aunque oraron en el automóvil mientras iban, no entraron en la casa de ellos con sus Biblias ni con sus himnarios. Debido a que sus situaciones conyugales eran semejantes, pudieron hablar con ellos de modo muy natural, preguntándoles cuándo se habían casado, cuándo habían venido a los Estados Unidos, y si habían hecho amistad con alguien. La pareja de la iglesia les dijo que, tal como ellos, también habían llegado a los Estados Unidos recientemente y que si en cualquier momento necesitaban ayuda práctica, estarían dispuestos a ayudarlos. La pareja que ellos estaban visitando les dijo que no tenían carro, lo cual hizo difícil que fueran de compras, y el esposo dijo que no tenía amigos. El hermano le dijo que cuando tuvieran tiempo, los visitarían. Los esposos hablaron japonés, y las esposas hablaron chino. Esta clase de plática fue muy natural y agradable, e hizo que esta pareja abriera su corazón a este hermano y hermana y que compartieran con ellos sus necesidades y ansiedades. Finalmente, la esposa le confió algo a la hermana, diciéndole que ellos no habían rechazado absolutamente al Señor Jesús y que permitirían que hablaran acerca del evangelio.
Ellos hicieron que esta pareja se quedara en un ambiente muy feliz, habiendo preparado el camino para ganarlos para el Señor. Esta no es la manera de un predicador religioso que obliga a otros a que reciban algo. La plática fue espontánea en todo aspecto, y los llevó a un punto muy positivo acerca del evangelio. La esposa, por sí misma abrió su ser a ellos, diciéndoles que ellos no habían rechazado al Señor Jesús. Ahora esa pareja está dispuesta a recibir a este hermano y hermana y a escuchar cualquier cosa que éstos digan. Yo creo que la próxima vez que los visiten, algo pasará, porque ahora sus corazones ya están abiertos y sus espíritus ya están preparados. Esta es la manera sabia de hablar con la gente con respecto al evangelio.
Muchas veces tenemos un gran deseo de ganar a la gente y hacemos muchas cosas con demasiada rapidez; así que, finalmente ofendemos a la gente y no ganamos nada. Esto cierra la puerta, y luego es muy difícil que regresemos otra vez. A muchas personas no les gustan los predicadores, y a muchas personas cultas que piensan mucho no les gusta la religión. Tenemos que ser hombres y mujeres comunes. Hasta la manera en que nos vistamos debe ser muy normal de modo que no llame la atención de la gente. Debemos visitar a otros como personas comunes, sin ser especiales exteriormente.
Fue la soberanía del Señor que este hermano y hermana visitaran a tal pareja, puesto que los dos esposos eran japoneses y que las dos esposas eran chinas. Pero debemos saber utilizar tal situación de modo espontáneo y normal. Entonces podremos preparar el camino por medio de abrir los corazones de la gente y preparar sus espíritus para recibir lo que hablemos la próxima vez. Al llevar a cabo las reuniones de hogar, no debemos esperar hacer un trabajo rápido. En lugar de eso, debemos hacerlo despacio. Esta es la manera sabia y eficaz.
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