Cómo reunirnospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6637-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Esto no es cuestión de aprender ciertos métodos; los métodos son ineficaces para esto. En cierto lugar en este país escuché lo siguiente: “Cuando comenzamos a reunirnos por primera vez, todas las personas que asistían a la reunión estaban sentadas mirando en una sola dirección. Después supimos que la iglesia en Los Ángeles hacía que las personas se sentaran de manera concéntrica procediendo de cuatro direcciones, así que cambiamos el arreglo de las sillas y las pusimos de esa misma manera. Pero entonces comprendimos que cuando las personas estaban sentadas mirando en una sola dirección, la muerte se propagaba en esa única dirección, mientras que ahora, habiendo cambiado el arreglo de las sillas, la muerte se propaga en cuatro direcciones en las reuniones. Por tanto, no imiten de este modo a Los Ángeles”. Ellos tienen razón. No sigan métodos, éstos no funcionan. Si hemos de hablar algo por Cristo, tenemos que vivir por Cristo. Nuestra vida de reuniones depende de esto.
En los primeros años de mi vida cristiana yo pertenecía a un grupo en el cual los queridos santos no sabían hacer otra cosa que estudiar la Biblia de una manera literal. No puedo decirles cuánto tiempo ellos pasaban estudiando las Escrituras simplemente según la letra de la Palabra. Siempre que se reunían, era nada más para discutir con respecto a la letra de la Palabra. Supongamos que nosotros fuésemos de esa clase de personas, ¿piensan que cuando nos reunamos podríamos hablar algo por Cristo? Nos resultaría imposible. Si no tenemos nada de Cristo, ¿cómo podríamos decir algo por Cristo? Apenas podríamos hablar sobre la letra de la Biblia. También conocí a otro grupo de cristianos que eran muy hábiles cuando se trataba de pelear entre sí usando versículos de la Biblia. Ellos se agredían y acusaban unos a otros usando para ello las Escrituras. ¿Cómo podrían tales personas hablar algo de Cristo y por Cristo?
La reunión cristiana no es una actuación, sino una demostración. Actuar como lo hace un actor sería simplemente algo fingido. La reunión cristiana tiene que ser la exhibición de lo que verdaderamente somos en Cristo, no una actuación en la que aparentamos ser algo que no somos. Por supuesto, si lo único que hago es hablar en lenguas un día tras otro, no podré exhibir otra cosa sino tales lenguas. Si yo solamente me dedico a estudiar la Palabra según la letra, no podré poner de manifiesto sino tales estudios. Si soy una persona que anda inmersa en su alma y vive según la carne, cuando llegue a la reunión y sea tiempo de desempeñar mi función, ¿qué será lo que pondré de manifiesto? Únicamente pondré de manifiesto mi vida del alma, mi andar diario carnal. No podemos actuar en la iglesia; únicamente podemos poner de manifiesto lo que verdaderamente somos. La reunión demuestra lo que hemos experimentado de Cristo; así que es imprescindible que en nuestra vida diaria tengamos un andar apropiado que sirva de fundamento para la reunión.
Todos tenemos que practicar una sola cosa en nuestra vida diaria: ejercitar nuestro espíritu para contactar al Señor. En los primeros años de mi ministerio yo solía aconsejar a las personas que leyeran la Biblia entera en un año, que cumplieran fielmente con su vigilia matutina, que orasen por lo menos diez minutos cada día, etc. En esto consistía mi enseñanza. Por supuesto, no hay nada de malo en ello. Pero ahora mi ministerio ha cambiado mucho. Tanto para ustedes como para mí, lo más importante en nuestra vida diaria es ejercitar continuamente nuestro espíritu a fin de tocar al Señor. ¿Cómo? Simplemente al invocar Su nombre: “¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”. Díganlo en voz alta. No digan que nadie les escucha, pues hay muchos que los escuchan; por lo menos los ángeles y los demonios les escuchan. Cuanto más practiquen esto, más nutridos serán. Cuanto más hablen, más inspirados serán. Los ángeles estarán escuchándolos y los espíritus malignos también, y éste será un buen ejercicio para su espíritu.
Hermanas, a veces tienen que hablar mientras están en su cocina. No digan que no hay nadie allí. Ustedes tienen que decir: “¡Jesús es el Señor! ¡Cristo es mi vida!”. Simplemente proclámenlo, verán entonces qué victoria experimentarán. Hermanos, mientras laboran en el jardín, ustedes tienen que decir algo por Cristo. Ustedes podrían decirles a los pájaros: “Pajarito, quiero decirte que Cristo es mi vida. Mi vida es superior a la tuya. Me siento tan orgulloso de mi Cristo”. Díganles a las criaturas algo de Cristo. No estoy bromeando. Ustedes aprenderán a desempeñar su función. Entonces, cuando vengan a la reunión, les será fácil decir algo.
Hermanos y hermanas, todos tenemos que hablar por Cristo. No debemos ser mudos; no adoramos ídolos mudos, sino al Dios vivo, al Dios que habla. Todos podemos hablar. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Ahora nosotros vivimos en la era que corresponde al libro de Apocalipsis. En este libro se nos habla muchas veces de una gran voz, una voz como el estruendo de muchas aguas, como sonido de gran trueno (7:10; 14:2; 19:1, 6). Debemos tener una gran voz para Cristo. No debiéramos ser mudos, tenemos que aprender a decir algo para el Señor todo el tiempo, independientemente de que tengamos una audiencia visible o no. Dondequiera que estemos, todos podemos declarar ante los ángeles y los demonios: “Jesús es el Señor. Cristo es mi vida. No estoy aquí por causa de mí mismo, de mi trabajo, o de mis estudios; yo soy para Cristo”. No hablamos nada más con el aire. Les hablamos a los principados y potestades en los lugares celestes. Es de esta manera que ejercitamos nuestro espíritu y lo fortalecemos. Tenemos que practicar hablar por el Señor, y tenemos muchas oportunidades para ello todos los días. Por medio de tal ejercicio continuo, no será difícil para nosotros hablar por Cristo en las reuniones.
Para aprender siempre se requiere práctica. Al comienzo cometemos muchos errores, pero finalmente llegamos a ser expertos. Lo mismo sucede con la demostración del espíritu. Y nuevamente les reitero, todos los días tenemos muchas oportunidades para practicar esto. Tal vez no siempre tengamos una audiencia, pero siempre podemos hablar a los seres que habitan en los aires. Cuando hablemos con otras personas tal vez no tengamos necesidad de ejercitar tanto el espíritu, pero cuando hablemos a quienes habitan en los aires, ciertamente la mente no nos será de mucha utilidad. Es inútil valerse de nuestra mente para hablarles a los ángeles, tenemos que ejercitar nuestro espíritu para ello.
Todos tenemos que aprender a continuamente decir algo por Cristo en nuestra vida diaria. ¿Por qué ustedes están tan derrotados? Porque han estado demasiado callados. En su astucia, el enemigo quiere mantenerles con sus bocas cerradas. ¡Hablen algo por Cristo a sus compañeros de oficina! Cuanto más hablen, más victoriosos serán. Aprendan a cantar himnos sin importar el lugar en el que estén. Tal vez ustedes digan que no cantan bien, pero nadie tiene que cantar bien; todos podemos cantar. Estas dos cosas: hablar y cantar, nos ayudarán a ser personas llenas de vida, activas y osadas para ejercer nuestra función en las reuniones.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.