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Iglesia gloriosa, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-971-9
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LA RELACION ENTRE EL CUERPO Y LA ESPOSA

A los ojos de Dios, la iglesia tiene dos posiciones: en cuanto a su vida, la iglesia es el Cuerpo de Cristo, pero con respecto a su futuro, ella es la esposa de Cristo. En cuanto a la unión de Cristo con la iglesia, la iglesia es Su Cuerpo; en cuanto a la relación íntima entre Cristo y la iglesia, la iglesia es Su esposa.

Cada vez que la Palabra de Dios habla de la unidad entre Cristo y la iglesia, vemos a Cristo como Cabeza y a la iglesia como Su Cuerpo. Cada vez que la Palabra muestra la distinción entre Cristo y la iglesia, vemos a la iglesia como la esposa de Cristo. Se habla de Adán y Eva como de dos personas que llegaron a ser “una sola carne”, pero seguían siendo dos personas; Dios seguía considerándolos como dos personas. Adán era Adán, y Eva era Eva. Eran unidos para ser uno. Esta es la relación entre la iglesia y Cristo. De uno fueron hechos dos, y de dos, llegaron a ser uno. Cuando Dios creó originalmente al hombre, El los creó varón y hembra. Eva salió de Adán; por lo tanto, ella y Adán eran uno. De igual manera, la iglesia sale de Cristo; por consiguiente, la iglesia y Cristo también son uno. Sin embargo, puesto que Adán y Eva vivían al mismo tiempo, existía una diferencia entre ellos. Del mismo modo, existe también una distinción entre la iglesia y Cristo porque coexisten. En cuanto a la unidad, son uno, pero con respecto a las diferencias, difieren el uno del otro.

Estas dos posiciones tienen que ver con una diferencia en tiempo. Ahora la iglesia es el Cuerpo de Cristo, pero en el futuro la iglesia será la esposa de Cristo. Ahora la iglesia es el Cuerpo de Cristo cuyo propósito es manifestar la vida de Cristo. Un día, cuando la iglesia sea madura en vida, Dios la llevará a Cristo; en aquel día llegará a ser la esposa de Cristo. Algunos piensan que la iglesia es la esposa de Cristo hoy en día, pero eso no es cierto. No hay tal cosa. El Señor Jesús todavía no es el Novio, entonces ¿cómo podría la iglesia ser Su novia ahora? Dios no llevará a la iglesia a Cristo como esposa Suya hasta que se haya cumplido la obra de la iglesia como Cuerpo de Cristo.

Si consideramos la tipología en Génesis 2, podemos ver también la relación que existe entre el Cuerpo y la esposa. Eva fue hecha de la costilla de Adán; por tanto, ella era el cuerpo de Adán. Eva era el cuerpo de Adán porque una porción del cuerpo de Adán fue usada para hacer a Eva. Pero después de hacer a Eva, Dios la trajo a Adán, y ella vino a ser la esposa de Adán. Esta es la relación que existe entre el Cuerpo y la esposa. Cuando se hace referencia al hecho de que Eva salió de Adán, eso significa que ella es el cuerpo de Adán; pero cuando Eva fue presentada a Adán y vino a ser su ayuda idónea, ella se convirtió en la esposa de Adán. Lo que provino de Adán era el cuerpo de Adán, y lo que fue traído a Adán era su esposa.

Lo que salió de Adán era lo único que podía convertirse en la ayuda idónea de Adán. Todo lo que no provenía de Adán nunca podría ser su ayuda idónea. Por lo tanto, cuando todas las aves de los cielos fueron traídas a Adán, él no tomó a ninguna de ellas como ayuda idónea, porque ellas no habían salido de él. Cuando todo el ganado fue traído a él, Adán no tomó a ninguno, porque no habían salido de él. Pasó lo mismo con todas las bestias. Su origen no correspondía con Adán. Por no haber salido de Adán, no podían ser su ayuda idónea. ¿Quien, pues, podía ser la ayuda idónea de Adán? ¡Eva! Eva fue traída a Adán, así como las aves en el aire, el ganado del campo, y las bestias. No obstante, había una diferencia fundamental entre Eva y ellos; ellos no habían salido de Adán. Ya que Eva había salido de Adán, era la única capacitada para ser su esposa. Ella provenía de él, y fue traída a él. Todo lo que sale de él es su cuerpo; todo lo que vuelve a él es su esposa.

Lo que procede de Cristo es lo único que puede volver a Cristo. Lo que no procede de El nunca podrá regresar a El. Lo que viene de los cielos es lo único que puede volver a los cielos. Si no hemos bajado de los cielos, no podremos regresar a los cielos. El hogar es el sitio de nuestro origen. Cuando decimos que vamos a casa, queremos decir que regresamos al lugar de donde venimos. Lo que viene de los cielos es lo único que puede regresar a los cielos. Lo que proviene de Adán es lo único que puede volver a Adán. Adán pudo recibir solamente lo que provenía de él. Esto es una figura: muestra que Cristo recibirá solamente lo que proviene de El mismo. Solamente los que proceden de Cristo podrán regresar a El. Sólo los que reciben vida de El pueden ser recibidos por El.

Muchas personas creen que deberían ofrecer todo lo que son y todo lo que tienen al Señor. Pero Dios no puede aceptar nada que sea ofrecido por una fuente humana. Dios no puede tomar o usar nada que provenga del hombre. Entre todos los cristianos, especialmente los que tienen mucho celo por el Señor, se comete un grave error. Ellos piensan que mientras se entreguen al Señor y le ofrezcan sus habilidades, talentos y todo lo que tienen, todo estará bien. Pero debemos recordar que Cristo aceptará solamente lo que procede de El mismo; El no aceptará nada que venga del hombre.

Usted podría preguntar: “Entre los apóstoles, ¿no había un Pablo? ¿no era él muy educado? ¿no era él un hombre de mucha inteligencia?” Pero debemos recordar las palabras que Pablo pronunció sobre sí mismo: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y temor y mucho temblor; y ni mi palabra ni mi proclamación fue con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Co. 2:2-4). Damos gracias al Señor por los hombres inteligentes y elocuentes que entran en la iglesia, pero la inteligencia y la elocuencia naturales que tienen originalmente, no son de ninguna utilidad espiritual en la iglesia. En la iglesia, se reconoce una sola cosa: lo que procede de Cristo. Solamente lo que viene de Cristo puede regresar a El. El material para la edificación de esta esposa es Cristo mismo.

El punto que intentamos demostrar es éste: sólo lo que procede de Cristo puede tener algún valor y ser de alguna utilidad espiritual en la iglesia. Dios nunca usa la vieja creación para construir la nueva. Tampoco Dios usa lo que viene del hombre para construir lo que es de Dios. Nunca podría usar algo carnal para producir algo espiritual. El Señor Jesús dijo: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:6b). ¿Podría llegar a ser espíritu algo que es nacido de la carne? ¡No! “Lo que es nacido de la carne, carne es”. Todos los problemas están relacionados con esta cuestión del origen. Si queremos saber si el resultado será espiritual, sólo debemos preguntarnos si el origen es espiritual. El Señor Jesús dijo: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. No podemos usar nada que venga de la carne para producir algo que proceda del espíritu. Un mensaje que viene de los pensamientos produce solamente pensamientos. Lo que suscita emociones sólo produce una estimulación emocional. La obra del espíritu es la única que produce el espíritu. El punto crucial no reside en cuán correcto sea la meta o el propósito, sino en el proceso. El hombre considera que mientras la meta esté correcta, todo lo demás está bien. Pero Dios no pide solamente que la meta esté correcta; también tiene interés en cómo la realizamos. Alguien podría decir: “Soy uno con los intereses del Señor, y la obra que estoy haciendo está destinada a la iglesia; es la obra de salvar almas, la obra espiritual, la obra de extender el reino celestial. He dado toda mi habilidad e inteligencia para eso. ¿Acaso, no es algo bueno?” Aún así, las habilidades e inteligencia naturales del hombre, lo que no ha pasado por la cruz, no tiene ninguna utilidad espiritual. El Señor dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es” (v. 6a).

Por tanto, tener un propósito espiritual no es suficiente; el proceso también debe ser del espíritu. El método debe ser del espíritu, y el hombre mismo debe ser una persona del espíritu. Lo que viene del Espíritu Santo es lo único que puede ser espiritual. Sólo lo que salió de Adan podía regresar a Adán. Primero, debe ser el cuerpo de Adán, y luego podrá ser la esposa de Adán. Primero debemos ser el Cuerpo de Cristo, y luego podemos regresar y ser la esposa de Cristo. Esperamos tocar alguna realidad espiritual en este asunto. Debemos entender lo que Dios busca realmente. El exige que todo proceda de Cristo, que todos nazcan del Espíritu.

Por consiguiente, cada cristiano debe perseguir la vida del Cuerpo. Si no buscamos la vida del Cuerpo, no podemos buscar la vida de la Esposa. Nunca deberíamos imaginarnos que experimentar la vida del Cuerpo no es algo importante. Debemos comprender que tendremos la vida de la esposa en el futuro, si tenemos la vida del Cuerpo ahora. Si vivimos pasando el tiempo sin un propósito fijo, nunca conoceremos la vida de la esposa. Cada cristiano debe conocer el Cuerpo de Cristo. Ante Dios, debemos buscar eso. No podemos vivir como individuales, sino caminar juntos con los otros hijos de Dios. Un cristiano debe ver que es un miembro del Cuerpo entero. El no es solamente un cristiano entre muchos, sino también un miembro. El debe vivir como miembro con muchos otros cristianos, con una relación mutua y corporativa con ellos. Si conocemos realmente la vida del Cuerpo, entenderemos que un cristiano no puede vivir ni un solo día sin el Señor Jesús, y tampoco podrá vivir ni un solo día sin los demás cristianos. Sin el Señor Jesús, él no puede existir, y sin los otros cristianos tampoco. Dios busca un Cuerpo, y no muchos cristianos individuales y aislados. Dios desea una Eva entera, y no una mano aquí y un pie allá. El debe obtener Eva en su totalidad; entonces ella le será útil. El no quiere un inválido, sino un nuevo hombre, un hombre corporativo.

Esta es la razón por la cual se debe eliminar todas las divisiones y el individualismo. El asunto de la división no es algo meramente externo; es un problema de nuestro corazón. Martín Lutero dijo que el papa más grande no vive en Roma, sino en nuestros corazones. Debemos entender que el mayor obstáculo a la voluntad de Dios no son las divisiones exteriores, sino nosotros mismos, como personas individuales, que no conocen la vida del Cuerpo. En este punto, necesitamos dos revelaciones distintas: primero, ver que el Cuerpo es uno, y segundo, ver que formamos parte de él, que somos miembros de este Cuerpo. Cuando veamos que el Cuerpo es uno, nunca nos atreveremos a causar divisiones. Cuando veamos que como miembros somos una porción del Cuerpo entero, nunca nos atreveremos a justificarnos, o a considerar que como miembros individuales no podríamos ser una unidad entera. El Cuerpo reunido en su totalidad es lo único que puede constituir una unidad. Nosotros como miembros somos demasiado pequeños, demasiado insuficientes. Oh, que Dios nos libre de nuestro individualismo. Entonces podremos ser útiles al Señor.


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