Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6927-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El capítulo 1 nos dice que Cristo, como Dios, tomó forma humana (v. 14); pero cuando nos encontramos con Él al final del Evangelio, vemos que tiene otra forma: el Espíritu. En la noche del día en que resucitó, Él vino al lugar donde los discípulos estaban reunidos y se puso en pie en medio de ellos (20:19). ¿Cómo pudo entrar en un lugar donde las puertas estaban cerradas? Nadie le abrió la puerta, sino que Él inesperadamente apareció allí. Además de esto, habló con los discípulos, les mostró Sus manos y Su costado, e incluso sopló en ellos y les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (vs. 20-22). Al hacer esto, Él estaba infundiéndose en ellos como Espíritu vivificante. Al inhalar el aliento santo (las palabras espíritu y aliento son la misma en griego), los discípulos estaban recibiendo en su interior a Cristo como Espíritu. Después de esta reunión con los discípulos, no se ha dejado constancia en el Evangelio de Juan que el Señor se fuera, pues a partir de ese momento, Él estaba en ellos, y no simplemente entre ellos. Él había cumplido Su promesa de regresar en calidad de Consolador y de estar en ellos.
¿Cómo podemos ser pámpanos de la vid? ¿Cómo podemos morar en Él y permitir que Él more en nosotros? Por muchos años estuve sin entender esto, hasta que un día vi que Él, como Espíritu vivificante, había entrado en mi espíritu, simplemente para ser uno conmigo. Por consiguiente, yo soy uno con Él, pero no en mi mente, ni en mi parte emotiva ni en mi voluntad, sino en mi espíritu.
Hoy el Señor ya no es Jesús en la carne, sino que ahora es el Espíritu vivificante. Con respecto a Su exaltación, Él está a la diestra del Padre como Señor de todo (Hch. 2:32-36); pero con respecto a la manera en que mora en nosotros, Él es el Espíritu vivificante. Debido a que Él está en nuestro espíritu, nosotros somos un solo espíritu con Él (1 Co. 6:17). Este “un solo espíritu” es la vid. Estos dos espíritus son uno en la vida divina y uno en la naturaleza divina.
Si ven esto, sólo tengo algo más que decirles, a saber: cómo permanecer en Él. Aparte de permanecer, usted no necesita hacer nada.
Quisiera decirles cuál es el secreto de permanecer. Esto se basa en mi experiencia, no en la letra impresa de la Biblia. Los asuntos en cuanto a la vida no se caracterizan por sentimientos. Si usted tiene dolor de estómago, sabrá que algo está mal. Si tiene dolor en el pecho, necesita ver un doctor. Sin embargo, cuando está saludable, no está consciente de ningún sentimiento. Sucede lo mismo cuando usted permanece. En cuanto se separa de Cristo, usted se da cuenta de ello. Si critica a un hermano, sabrá en lo profundo que no está permaneciendo. Incluso en un asunto insignificante, como sonreír un poco, usted puede sentir que no permanece. Usted tal vez conteste que sí a una pregunta y sienta que su respuesta fue diplomática y que la profirió mientras no estaba permaneciendo.
Cuando se encuentre en una situación difícil, no reaccione. Si siente que no está permaneciendo en Cristo, no diga nada. Si su esposa empieza a discutir con usted y usted siente que no permanece, no conteste nada, ni siquiera la mire. Tampoco se ponga a orar. Simplemente deje que ella hable. No diga: “¡Alabado sea el Señor!”, pues eso provendría de su carne y la ofendería aún más. La práctica de no hacer nada es el aspecto negativo del secreto de permanecer en el Señor.
Si se siente atraído a amar algo que lo aparta y le impide permanecer, absténgase de amarlo. Diga: “Señor, me aparto de todo lo que no provenga de permanecer en Ti”.
En virtud de este nacimiento divino dos espíritus se han unido y han llegado a ser uno. La parte divina en usted desea adorar al Padre; el Espíritu divino desea adorar por medio de su espíritu humano. Esta parte divina también ama y aprecia las palabras habladas por el Señor, Su hablar práctico que viene en situaciones específicas. Esta parte divina también le dice a usted que el Padre y el Hijo están haciendo morada con usted, y que usted está permaneciendo en Él. Cada vez que interiormente sienta que no permanece, diga: “Señor, perdóname y límpiame. No quiero dejar de permanecer. Deseo estar en Ti todo el tiempo”.
Al permanecer de esta manera, oramos sin cesar. Nuestra oración mientras permanecemos es simplemente la confianza espontánea que ponemos en el Señor.
¿Cuántos de ustedes pondrán esto en práctica? Quienes lo hacen, encuentran que en la práctica son uno con el Señor. El Señor y ellos son uno en el espíritu mezclado. A momentos no dirán ni una palabra, ni harán nada, ni expresarán ninguna opinión, sino que simplemente permanecerán en el espíritu, lo cual incluye los dos espíritus. Al permanecer de esta manera, ellos tienen santidad; tienen victoria sobre el pecado, el mundo, Satanás, la carne y el yo; tienen espiritualidad; tienen la realidad de ser un miembro del Cuerpo de Cristo, y experimentan la vida cristiana normal y la vida de iglesia apropiada. Ningún problema permanece, puesto que ellos son uno con el Hijo de Dios, quien conquistó todas las cosas negativas. En vez de luchar, ellos disfrutan lo que Él ha logrado. Su oración sin cesar es la expresión de su continua confianza en esta persona viviente, quien ahora es un solo Espíritu con ellos.
Ésta debe ser la experiencia de todos nosotros. En el pasado yo intenté diversas maneras de vencer el pecado y de ser victorioso. Ahora hemos aprendido que el secreto para todas estas cosas estriba en permanecer.
Cuando permanecemos en este espíritu mezclado, todas las bendiciones espirituales son nuestras, por cuanto están relacionadas con esta persona tan preciosa. En Él, en este Espíritu vivificante y todo-inclusivo, se halla el Dios procesado, la humanidad elevada, la muerte y la resurrección todo-inclusivas, la redención y la ascensión. Permanezcamos en Él y disfrutemos lo todo-inclusivo que es Él.
Creer en el Señor es suficiente para experimentar el nacimiento divino; pero para disfrutar el nacimiento divino mediante el permanecer, necesitamos amarle. El Evangelio de Juan primero nos dice que creamos en Él, y luego que lo amemos: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (14:23). La hechura de esta morada mutua depende de que de nuestra parte haya continuo amor (pues de parte de Él siempre hay amor).
Tengan presente esta visión en todo momento. No permitan que ningún velo cubra sus ojos. No se dejen distraer por el enemigo. No digan que no pueden soportar a cierto hermano, que la vida de iglesia no es muy buena en su localidad, o que el recobro ha ido de mal en peor en estos últimos años. Comentarios como ésos lo mantendrán fuera, impidiéndole permanecer. Una sola queja puede cortar esta cuerda de salvamento suyo. Criticar o murmurar es como cortarse uno las venas. Su vida disminuirá. No le compete a usted evaluar si la condición de la iglesia es elevada o pobre, si los hermanos son espirituales o carnales. Lo que sí le corresponde hacer es permanecer en Él. Si la condición de la iglesia realmente es pobre, por su permanecer, ella será elevada y enriquecida. El remedio para la iglesia viene como resultado del permanecer.
Manténgase en este lugar divino, donde participan los dos espíritus. La adoración está aquí. Reciba la palabra instantánea del Señor. A medida que usted vive en Él y Él mora en usted, se produce una morada mutua. En este lugar usted es santo. Su Cristo ya no será simplemente un Cristo doctrinal, sino que de continuo será su experiencia. Entonces podrá testificar que usted es uno con Él y que Él es uno con usted, e incluso que usted permanece en esta unidad.
Creo que todos hemos experimentado el permanecer de esta manera. El problema ha sido que no hemos logrado hacerlo una experiencia constante. Ahora debemos acudir al lugar donde podemos permanecer continuamente. ¡El mundo entero estará bajo nuestros pies! No expresaremos ninguna palabra vana. Todo lo que seamos será Cristo, todo lo que hagamos será Cristo, y todo lo que digamos será Cristo. Nuestro testimonio será: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Asimismo, Gálatas 2:20 se cumplirá con respecto a nosotros, en cuanto a que somos personas que han sido crucificadas con Cristo, pero que continúan viviendo; no obstante, no vivimos nosotros, mas vive Cristo en nosotros. Será difícil distinguir si es Él o nosotros, pues nosotros y Él seremos uno. En esto consiste permanecer. El recobro del Señor necesita esto. Es necesario que llevemos esta vida de permanecer a fin de que la vida de iglesia sea enriquecida.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.