Lecciones acerca de la oraciónpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1502-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En un sentido estricto, el espíritu en sí mismo no se contamina fácilmente. Cualquier inmundicia de espíritu se debe a que se contamina con el alma y el cuerpo cuando pasa a través de ellos al manifestarse externamente. Por ejemplo, si la mente está contaminada, cuando el espíritu pasa por la mente a fin de expresarse, la contaminación de la mente se convierte en la contaminación del espíritu. Si la parte emotiva es inmunda, cuando este espíritu se manifieste, seguramente será contaminado con la impureza de la parte emotiva. Si la voluntad es inapropiada, cuando el espíritu se exprese, también se volverá un espíritu inapropiado. Por ejemplo, el agua puede ser muy pura en la fuente, pero si pasa a través de algún material que contiene azufre, adquirirá cierto elemento sulfúrico y finalmente saldrá como agua sulfúrica. De la misma manera, no es fácil que el espíritu se contamine por sí mismo; más bien, dicha contaminación generalmente viene como resultado de que el espíritu haya pasado por nuestro ser.
Por tanto, a fin de que el espíritu sea puro, la mente del hombre, su parte emotiva y su voluntad deben ser puras. Una persona con una mente peculiar seguramente mostrará un espíritu extraño. Si alguien es muy emotivo y no puede controlar su pasión —placer, enojo, dolor o gozo—, cuando su espíritu se manifieste, será inestable e incontrolable. Podrán argumentar que es algo del espíritu; y puede ser cierto, ya que para ese momento algunos elementos de las emociones se han mezclado con el espíritu. Pero, en un sentido estricto, no es el espíritu solo, sino que algo de la parte emotiva se ha mezclado con el espíritu. Alguien puede tener una voluntad muy obstinada y necia, y cuando su espíritu se manifieste, ciertamente será un espíritu obstinado y necio. Esto es inevitable. No importa la clase de persona que uno sea, es fácil que su espíritu lleve ese “sabor”. Si sus facultades no son puras, su espíritu será igualmente impuro. Para que el espíritu sea puro, la persona misma debe ser pura. Cuando se manifiesta el espíritu de una persona llena de odio, su espíritu expresa ese odio. Ocurre lo mismo con una persona cuyos pensamientos son impuros. Cuando se manifieste su espíritu, éste inevitablemente será impuro.
Si el espíritu de uno es impuro, entonces éste tendrá una mala conciencia, y si tiene una mala conciencia, su espíritu estará arruinado. No es posible orar con tal espíritu. Por tanto, a fin de tener un espíritu de oración, el requisito fundamental es que seamos personas puras. Cuando una persona es pura, su espíritu también es puro. Solamente una persona con un espíritu puro, puede tener una buena conciencia. Su buena conciencia le permitirá ser fortalecido en espíritu y llegar a ser un hombre de oración.
Muchas veces en la reunión de oración o en la mesa del Señor, un hermano o hermana se levanta a orar y da la sensación de que su espíritu es muy viejo. Cada vez que una persona así ora, aunque pueda ser un joven, tendremos una sensación interior de que su espíritu es viejo, y puesto que es viejo, es insulso. Un espíritu viejo e insulso no puede orar.
El espíritu de oración es un espíritu fresco. Así era el espíritu de los hombres de oración hallados en las Escrituras. Por ejemplo: Nehemías, Esdras, Daniel y Abraham eran hombres de oración. Cuando leemos sus oraciones, podemos percibir la frescura de su espíritu. Algunos confesaron sus pecados, mientras que otros se arrepintieron profundamente ante Dios. Consideren por ejemplo el salmo 51, el cual es la oración de confesión de David. En ese salmo él estaba lleno de arrepentimiento y bajo un sentido profundo de condenación; sin embargo, aún podemos percibir que su espíritu era fresco.
Recordemos que un espíritu fresco proviene de un espíritu puro. Un espíritu fresco es resultado de haber experimentado muchos tratos severos de parte de Dios. Cuanto más tratos se experimentan, más fresco será el espíritu. La razón por la cual el espíritu de oración de un hermano o hermana se estanca es porque no ha recibido tratos de parte de Dios durante mucho tiempo. Esto es semejante a entrar a un cuarto que no se ha limpiado por un mes: inmediatamente se percibe que todo ahí está viejo y viciado. Sin embargo, al observar los hogares japoneses veremos que muchos japoneses limpian y lavan sus casas por dentro y por fuera casi cada mañana. Cuando entramos a una casa así, incluso unos cuantos pasos a través de la puerta, podemos sentir la frescura que allí se respira.
Sin los tratos, hay insulsez, pero con los tratos, hay frescura. Hasta el día de hoy todos nosotros aún estamos en la vieja creación. Todavía vivimos entre los hombres de la vieja creación, y en una era inmunda y oscura sobre esta tierra corrupta y malvada. No nos hemos dado cuenta de cómo se ha cubierto nuestro espíritu con polvo de esta vieja creación y de esta era corrupta. Incluso si no nos contaminamos directamente con esta era, dicho polvo cae automáticamente en nuestro ser, haciendo que nuestro espíritu se envejezca. Por tanto, para mantener nuestra persona pura, debemos permitir que Dios trate con nosotros diariamente. Cuando hay pureza, entonces también hay frescura; cuando hay frescura interior, el espíritu puede orar.
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