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Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 23 Sección 3 de 3

LA DISCIPLINA DEL ESPÍRITU SANTO

Lo que Dios dispone, ordena, permite y realiza en nuestro entorno corresponde a la disciplina del Espíritu Santo. El Espíritu Santo gobierna nuestro entorno, y Él mueve y dispone todas las cosas para quebrantar nuestra persona. Nuestro cónyuge es el ayudante que Dios usa para quebrantarnos. En ocasiones, la cooperación que nuestro cónyuge le brinda a Dios no le es suficiente, así que Él nos da hijos. Si nuestro cónyuge, el ayudante principal de Dios, no le es suficiente, Él añade otros ayudantes más pequeños para tratar con nosotros. Si éstos no son suficientes Él puede añadir otros tres, cuatro o aun cinco ayudantes más. En ocasiones, no basta con tener hijos, por eso Dios también nos da hijas.

Cada hermano y hermana es creada y redimida por Dios, y todos estamos bajo la gracia y el cuidado de Dios. Todos somos guiados, cultivados y perfeccionados por Dios. Dado que admitimos que esto es verdad, deberíamos ver que cada asunto importante de nuestra vida humana, tales como nuestro esposo, esposa, padres o hijos, no nos llegaron por casualidad. Nada viene a nosotros sin un propósito. Todo lo ha dispuesto Dios; algunas cosas las dispuso antes que naciéramos, y otras cosas nos llegan como resultado de nuestra oración. Por ejemplo, dado que una hermana sólo tiene hijas, ella ora por un hijo y recibe un hijo. Sin embargo, este hijo verdaderamente debería llamarse “trato disciplinario” porque cuanto más crece, más tratos disciplinarios trae a su madre. Todas estas cosas son efectuadas y dispuestas por Dios.

Espero que todos los hermanos y las hermanas sean impresionados profundamente con el hecho de que las herramientas que Dios usa para darnos gracia son la Biblia, el Espíritu Santo, la iglesia, los santos, la luz de la verdad y especialmente el entorno. Hablando con propiedad, el entorno y nuestras circunstancias equivalen a la disciplina del Espíritu Santo. La disciplina del Espíritu Santo es la mejor herramienta en los designios de Dios. Muchas personas valoran la Biblia como un tesoro y le prestan mucha atención al Espíritu Santo, pero no le prestan atención al entorno; ellas no ponen atención a las personas, cosas y asuntos que se encuentran en su entorno. Un cristiano que es espiritual y vive delante de Dios necesita “leer” tres cosas cada día. Primero, él necesita leer la Biblia. Segundo, él necesita leer su sentir interior. Tercero, él necesita leer su entorno y circunstancias, que incluyen las personas, cosas y asuntos en su alrededor. Muchas personas leen bien la Biblia, y también pueden leer el sentir de su espíritu, pero son incapaces de leer las personas, cosas y asuntos que le rodean. ¿Ha considerado alguna vez por qué Dios le dio ese cónyuge? ¿Por qué Dios nos dio cierta clase de hijo? ¿Acaso hemos estudiado esto y tratado de entenderlo? Muchos hermanos y hermanas memorizan la Biblia y también perciben profundamente el sentir de su espíritu, pero lamentablemente nunca han estudiado el entorno que les rodea, ni lo entienden. Ellos desatienden y pasan por alto sus circunstancias y el entorno, y se pierden del beneficio que pueden obtener de ello. Éste es un gran error. Las circunstancias y el entorno son grandes instrumentos que Dios dispone para tratar con nuestra persona y subyugarnos.

LA DISCIPLINA DEL ESPÍRITU SANTO
NOS CONFORMA A LA IMAGEN DEL HIJO DE DIOS
Y MANIFIESTA LA GRACIA Y EL PODER DE DIOS

Romanos 8 habla específicamente del Espíritu Santo; la primera mitad del capítulo 8 habla del Espíritu Santo, y la segunda mitad habla del entorno, las circunstancias y los sufrimientos, incluyendo el hecho de que Dios hace que todas las cosas cooperen para bien (v. 28). En torno a nuestro entendimiento espiritual, no basta sólo con conocer el Espíritu Santo; también debemos conocer “todas las cosas” en nuestras circunstancias. El propósito de que todas las cosas cooperen para bien es obtener la cooperación del hombre para que pueda ser conformado a la imagen del Hijo de Dios, y tratar con el hombre hasta el grado de que sea exactamente igual al Hijo de Dios. Por esta razón, el Espíritu Santo hace surgir en nosotros una oración vehemente, y Él intercede por nosotros con gemidos indecibles, causando que interiormente anhelemos recibir la gracia de Dios, tener la imagen de Cristo y ser llenos de la vida de Cristo (v. 26). Cuando expresamos el deseo y la oración del Espíritu Santo en nosotros, estas oraciones y gemidos pasan por el Espíritu Santo y llegan a Dios. Al escuchar tal oración, Dios prepara el entorno que nos rodea y hace que todas las cosas cooperen a fin de quebrantarnos, disciplinarnos y así transformarnos. Cuando nuestro deseo de ser llenos de Cristo y portar la imagen del Hijo de Dios corresponde a la intercesión del Espíritu Santo, Dios oye nuestra oración y levanta un entorno con el fin de tratar con nosotros. Dicho entorno puede ser nuestro cónyuge o nuestros hijos, pero todo ocurre con el fin de quebrantarnos y subyugarnos. Ésta es una gran disciplina.

Aun una persona como Pablo, que fue grandemente bendecido y experimentó la gracia de forma prevaleciente y profunda, habló de un aguijón que le traspasaba y le pinchaba cada día. Cuando ya no pudo soportarlo más, él oró que el Señor le quitara el aguijón. El Señor le respondió: “Bástate Mi gracia” (2 Co. 12:9). El aguijón que estaba en Pablo lo llevó a disfrutar la gracia de Dios y a experimentar el poder de Dios que se perfecciona en la debilidad. Algunas esposas pueden ser aguijones para sus esposos, algunos esposos pueden ser aguijones para sus esposas y algunos hijos pueden ser aguijones para sus padres, pero todas estas cosas las permite el Señor a fin de tratar con nosotros y quebrantarnos. Podemos orar y esperar que los otros cambien, pero cuanto más oramos de esta manera, nos queda más claro que nada cambiará. Nuestro aguijón continuará atravesándonos, turbándonos y molestándonos. Éste es el entorno que Dios ha creado para que podamos conocer la gracia del Señor y experimentar el poder del Señor.

A los ojos de los incrédulos, muchas veces les parece que las circunstancias de los cristianos son muy extrañas, y no entienden que es lo que éstas significan. Sin embargo, Dios sabe que Él es quien lo dispone todo. No hay un cristiano apropiado que no tenga problemas ni presiones en su vida; no hay un cristiano apropiado que lleve una vida tranquila y sin preocupaciones. Todo cristiano apropiado tiene una dificultad o una carga, o se halla bajo alguna opresión o aflicción en toda clase de circunstancias. Ésta es la disciplina del Espíritu Santo. El propósito de la iluminación interior y el llamamiento del Espíritu Santo y de la presión externa del entorno consiste simplemente en derrotar nuestra persona. Si vemos esto, nos inclinaremos y diremos: “Oh Dios, te adoro. Lo que Tú has dispuesto nunca puede ser un error. Esto es lo que yo necesito. Aun si cometo errores, Tú nunca los cometes, y aún te alabo”. En tal momento seremos bendecidos interiormente, y el poder de la vida del Señor nos sostendrá, nos apoyará y nos llevará a soportar las cosas que no podemos soportar en nosotros mismos. En tales momentos tendremos la presencia y el gozo interiores del Señor.

Si aprendemos bien estas lecciones, nuestro cónyuge producirá en nosotros el efecto de la cruz, y nuestro yo, preferencia, opinión, inclinación, pensamiento y todo lo que somos será puesto a muerte. Dios a menudo nos quebranta por medio de nuestro cónyuge. Si nos sometemos al Señor y aceptamos Su trato, conoceremos al Señor interiormente, y seremos bendecidos al tener la vida divina como el poder que nos sostiene y nos permite soportar lo que no podríamos soportar.

CONCLUSIÓN

Necesitamos ver que el verdadero crecimiento en vida no sólo depende de la iluminación exterior de la Biblia y de nuestra cooperación interior con el Espíritu Santo; también necesitamos de nuestro entorno y de nuestras circunstancias, los cuales son la disciplina del Espíritu Santo. Si realmente vivimos delante del Señor, viviremos en el Espíritu y valoraremos las circunstancias dispuestas por Dios. Valoraremos las personas, las cosas y los asuntos que nos rodean. Cuando la verdad es liberada, habrá una respuesta en nuestro ser, y mediante nuestra oración el Espíritu empezará a obrar en nosotros. Al mismo tiempo, la mano de Dios también dispondrá las cosas en nuestro entorno a fin de reforzar la luz de Su verdad y la obra del Espíritu. El propósito de esta obra interna y externa es quebrantar, subyugar y derribar nuestra persona. Si el Señor nos concede Su misericordia y gracia, estos mensajes nos ayudarán a ver cómo la vida del Señor ha llegado a ser nuestra vida y cuánto Su vida quiere ganar terreno en nosotros para poder vivir por medio de nosotros.

La vida de Dios, la revelación y la luz que hemos visto, así como la disciplina del Espíritu Santo en nuestras circunstancias realizan en nosotros la obra de la cruz. La cruz trae la vida de Cristo, y la muerte de cruz trae resurrección. Los que tienen la expresión de la muerte de cruz, también tienen la expresión de la vida. Éste es el camino de la vida.


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