Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2853-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En todas las figuras mencionadas en el capítulo anterior, notamos un gran cambio en el carácter, en la personalidad y, sobre todo, en la voluntad de la buscadora. La primera figura es una yegua, la más fuerte de todas las figuras en lo que se refiere a la personalidad. Si comparamos una yegua con una paloma, la paloma tiene un carácter apenas perceptible y de ninguna manera es fuerte. Y el lirio prácticamente no tiene personalidad. Por lo tanto, de las primeras cuatro figuras —la yegua, los ojos de paloma, el lirio y la paloma— es evidente que la yegua tiene la personalidad más fuerte. Aunque el lirio prácticamente no tiene personalidad, aún vemos ciertos indicios. Sin embargo, las últimas cuatro figuras —la columna de humo, la litera, el palanquín y la corona— definitivamente no tienen personalidad. La buscadora ha perdido por completo su personalidad.
¿Creen ustedes que las columnas de humo tienen alguna personalidad? ¿O creen que la litera, el palanquín o la corona tienen personalidad? Es bastante evidente que las columnas son muy fuertes, pero no tienen personalidad. La litera es muy útil para descansar, pero según la figura, no percibimos en ella ninguna personalidad. Podemos afirmar lo mismo del palanquín y de la corona. La secuencia de estas figuras, desde la yegua hasta la corona, es muy significativa y descriptiva. Al comienzo, la buscadora del Señor era sumamente fuerte en su personalidad, especialmente en su voluntad. Pero con el tiempo, a medida que aumentó su aprecio por el Señor Jesús y el disfrute de Sus riquezas, su obstinada voluntad fue subyugada poco a poco. Ella permaneció en la grieta de la roca y en lo escondido de escarpados parajes, donde fue saturada de la fragancia agradable de la muerte de Cristo y de la fragancia de Su resurrección. Esto significa que la cruz y la vida de resurrección fueron forjadas en ella para cambiar su carácter y transformar su personalidad.
Para entender un libro tan poético como éste con tantas figuras, no sólo necesitamos conocer la Biblia, sino también tener una medida apropiada y adecuada de experiencia que corresponda a nuestro conocimiento. Cuando examinamos todas las figuras en conjunto, el cuadro llega a ser muy significativo. Al principio la buscadora es una yegua que tira del carro del faraón, pero al final ella llega a ser un palanquín que contiene a Salomón y lo transporta. Este cuadro es mejor que mil palabras.
¿Aman ustedes al Señor? Si lo aman, ¿en qué etapa se encuentran? ¿Son tan fuertes como yeguas o tienen ojos de paloma? La transformación siempre se efectúa mediante la renovación de nuestra mente. La transformación de la buscadora empezó con un cambio en sus conceptos. Ella era como una yegua, pero poco a poco fue adquiriendo ojos de paloma. Cuando su entendimiento espiritual cambia, todas las cosas externas parecen diferentes. De hecho, no es que éstos cambien, pues siguen iguales. Lo que ha cambiado son sus conceptos. Quizás a usted le gustaba antes ir al cine. Aunque el cine no ha cambiado, ahora ya no le atrae. Esto se debe a que sus ojos han cambiado. Muchos de los jóvenes antes tenían el cabello largo y las jóvenes usaban faldas cortas. Estas cosas no han cambiado, pero los ojos de ellos sí han cambiado. Al principio usted tenía ojos de yegua, pero ahora tiene ojos de paloma. Aunque usted tal vez no sea una paloma todavía, sus ojos han sido transformados. La transformación siempre empieza por los ojos; ésta es la renovación de nuestra mente. No debemos ser conformados a este siglo, sino más bien ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente (Ro. 12:2). Esto significa que nuestros ojos de yegua son transformados en ojos de paloma.
Ella después llega a ser un lirio. Debido a que sus conceptos, ideas y comprensión de las cosas ha cambiado, ella no confía más en su fuerza de yegua. Ahora ella confía en Dios. Ella ha perdido la confianza que tenía en su fuerza de yegua. Aunque todavía conserva dicha fuerza, ha experimentado un cambio en su modo de ver las cosas. Por lo tanto, ya no es semejante a una yegua, sino a un lirio. Una yegua depende de su propia fuerza, pero un lirio debe confiar en Dios. Esto significa que ella deposita su confianza en Dios.
Este libro nos revela que si hemos de amar al Señor tenemos que tomarlo como nuestra persona. Sin embargo, para que el Señor sea nuestra persona, tenemos que perder muchas cosas. Nuestro entendimiento de las cosas, nuestros conceptos y, finalmente, nuestra voluntad, carácter y personalidad, todo ello, debe desaparecer. Luego, a medida que avancemos, llegaremos a la etapa en la cual seremos columnas de humo. En esta etapa no quedará ningún vestigio de nuestra personalidad. No es mera casualidad que las columnas de humo vengan después de la figura del lirio, y que la litera venga después de las columnas de humo. Las primeras cuatro figuras tienen en cierto modo personalidad, pero las últimas cuatro figuras no tienen ningún indicio de personalidad. Esto confirma el hecho de que cuanto más avancemos con el Señor, más perderemos nuestra personalidad, puesto que el Señor Jesús será nuestra persona.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.