Cristo como la realidadpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3063-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora veremos algo sobre los ingredientes de la ofrenda de harina. Como ya hemos visto, la sustancia principal es la harina fina, que proviene de la vida vegetal. En la Biblia la vida vegetal siempre se refiere a la humanidad del Señor. El Señor como hombre, tal como la harina fina, es perfecto. La harina fina es perfecta en su uniformidad; es muy fina, suave y dócil. Esto nos revela lo equilibrada y balanceada que es la humanidad del Señor.
Algunas hermanas son muy sensibles, y algunos hermanos son muy intelectuales, más de lo que debieran. Otras hermanas son tan sensibles que pareciera que nunca piensan; pero por otro lado, hay algunos hermanos que piensan demasiado. Cada vez que se les habla, ellos arquean sus cejas, lo cual es señal de que están utilizando la mente. He conocido a algunos hermanos tan indiferentes que ni siquiera pueden reírse. Esto muestra que ellos no son finos, balanceados ni equilibrados, y que tampoco son tiernos ni comprensivos.
Pero el Señor Jesús en Su humanidad es tan fino, tan balanceado, tierno y dócil. Cuando era tiempo de alegrarse, Él se alegraba (Jn. 11:15). Cuando había que llorar, Él lloraba (v. 35). Como hombre era finamente balanceado. A veces fue muy firme al reprender a los malvados, pero no era áspero (Mt. 21:12-13; 23:33); aun en eso era fino y equilibrado. Ésta es la harina fina. No tengo las expresiones apropiadas para hablar de la perfecta humanidad de Cristo. Sería más conveniente orar-leer una vez más los cuatro Evangelios teniendo esto en mente. Entonces veremos la fineza con la cual Cristo se condujo siempre en Su vivir humano.
Este Cristo perfecto es el regalo que presentamos a Dios en la Tienda de Reunión. No es un presente que Dios nos dé a nosotros, sino un regalo que nosotros le damos a Dios. Cuando venimos a la Tienda de Reunión necesitamos ofrecer a tal Cristo perfecto en Su humanidad como una especie de regalo para Dios. Podemos decir: “Padre, aquí está un regalo precioso para Ti, y es simplemente el hombre Jesús en Su humanidad”. A Dios le agradará mucho recibir tal presente.
No nos sorprende que Dios sea perfecto, pero que un hombre sea perfecto si es un hecho asombroso. ¡Alabado sea el Señor que en la tierra, entre el linaje humano, hubo un hombre tan perfecto, tan balanceado, tan fino y tan tierno! Él era así como la harina fina. Ésta es la humanidad de Jesús. Éste es el hombre Jesús. En la Tienda de Reunión ningún presente puede ser tan querido y precioso para Dios como la humanidad de Jesús. Nuestro presente a Dios debe ser el hombre Jesús a quien apreciamos, disfrutamos y experimentamos durante todo el día.
En Levítico 1 no podemos encontrar la palabra memorial, pero se usa muchas veces en el capitulo 2, al hablar de la ofrenda de harina. Esta palabra tiene un significado más profundo que el de la palabra satisfacción. Si usted no está satisfecho con algo, nunca haría un memorial de eso, pero si algo le satisface en extremo, eso llegará a ser un memorial continuo para usted. Esto mismo sucede con el hombre Jesús, el hombre perfecto, el hombre fino, que presentamos a Dios. Él es la máxima satisfacción para Dios, lo cual finalmente llega a ser por siempre un memorial para Él; es decir, por la eternidad.
Aquí en Los Ángeles hemos estado disfrutando mucho a Cristo, y creo que al experimentarle más y más, tendremos en nuestras reuniones de la iglesia un regalo tan querido para Dios. Esto llegará a ser un memorial eterno para Dios y también para nosotros. Estoy convencido de que aun en la eternidad recordaremos el disfrute que tuvimos de la humanidad de Jesús en el salón de la calle Elden en Los Ángeles. Esto sobrepasa a la satisfacción.
Las palabras olor grato también se usan en referencia a la ofrenda de harina. Algunas versiones lo traducen como “fragancia para descansar”. Es un olor grato que hace que Dios se sienta en reposo. Si presentamos al hombre Jesús que hemos experimentado como un verdadero regalo a Dios, esto llegará a ser un olor grato, una fragancia que hace descansar y un aroma que satisface.
Debemos ver que la ofrenda de harina es principalmente para nosotros. Era sólo un puñado lo que se ofrecía a Dios como memorial; el resto, la mayor parte, era de los sacerdotes. “Lo que resta de la ofrenda [...] será de Aarón y de sus hijos” (Lv. 2:3). Ésta era la dieta de los sacerdotes. Los sacerdotes se alimentaban de Cristo como la ofrenda de harina día tras día. Hoy nosotros somos los sacerdotes, así que debemos comer a Cristo como la ofrenda de harina, la cual es nuestra dieta sacerdotal.
El Señor Jesús en Juan 6:57 dijo: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Si comemos de la ofrenda de harina, viviremos por causa de esta ofrenda. Somos lo que comemos; lo que comemos finalmente llega a constituir nuestro ser. Si día tras día comemos a Cristo como nuestra ofrenda de harina, finalmente llegaremos a ser Cristo. “Porque para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Ésta es la clase de vida que es adecuada para servir a Dios en el sacerdocio.
Dios no espera que los ángeles le sirvan como sacerdotes; Él desea seres humanos. Por tanto, no debemos servir a Dios como ángeles, sino como hombres. Que el hombre le sirva a Dios es ciertamente maravilloso; sin embargo, necesitamos alimentarnos a fin de servir a Dios en Su presencia. Para estar en la presencia de Dios sirviéndole, debemos tener una dieta extraordinaria, y esta dieta es Cristo como la ofrenda de harina. Cuanto más disfrutemos a Cristo como nuestra dieta, más seremos nutridos, calificados, fortalecidos y sostenidos para servir a Dios como sacerdotes. Por esto necesitamos diariamente experimentar a este Jesús.
Todos tenemos que hacer un cambio en nuestra dieta. Olvídense de leer periódicos y revistas. Debemos pasar más tiempo en los cuatro Evangelios a fin de comer a Jesús. Es de esta manera que la humanidad de Jesús llegará a ser nuestra verdadera comida y nuestra dieta diaria. De este modo, cuando vengamos a la reunión, seremos los verdaderos sacerdotes que sirven a Dios.
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