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Evangelio de Dios, Elpor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-940-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 26 Sección 4 de 4

REDENCION Y SUBSTITUCION

Ahora tenemos que hacer una pregunta. Puesto que el Señor Jesús murió en la cruz y Dios lo hizo la propiciación, ¿cómo podemos ser salvos? ¿Cuál es la diferencia entre la redención y la substitución? ¿Se parecen en algo? Tenemos que ver que la obra del Señor Jesús es una obra de redención. Pero el resultado de esta obra redentora es la substitución. La redención es la causa, y la substitución es el resultado. El alcance de la redención es muy amplio. Pero el alcance de la substitución no es tan amplio. Es muy interesante que la Biblia nunca menciona que el Señor Jesús murió por los pecados de todos. Sólo dice que el Señor Jesús murió por todos (2 Co. 5:14). Su obra redentora tenía como fin satisfacer los requisitos justos de Dios. Cuando el Señor cumplió la redención en la cruz, esta obra redentora no tenía nada que ver con el hombre. Quiero impresionarlos con esto. La redención en nada está relacionada con nosotros. La obra de redención es algo entre Dios y el pecado. ¿Qué es la obra de redención? Es Dios mismo que vino al mundo para resolver el problema del pecado. Una vez que el problema del pecado está solucionado, la obra de redención está cumplida.

La sangre del cordero pascual era rociada en los postes y dinteles de las puertas (Ex. 12:7). Dios dijo que cuando viera la sangre pasaría esa casa (v. 13). La sangre servía para que Dios la viera. No era para que el primogénito la viera. El primogénito no necesitaba ver la sangre; ellos permanecían en las casas. La sangre servía para satisfacer los requisitos justos de Dios; no servía para satisfacer los requisitos justos del primogénito. En el caso del primogénito, no existía la redención. Si leemos el Antiguo Testamento, descubriremos que la sangre para la expiación (o sea la redención) del pecado era traído al Lugar Santísimo. Era rociado en el velo siete veces (Lv. 16:14-15). En el día de la Expiación, el sumo sacerdote tenía que tomar la sangre y rociarla en la tapa propiciatoria del arca. La sangre se ofrecía a Dios. Es verdad que la sangre tenía que pintarse en el pulgar, oído y dedo del pie del leproso. Pero se hacía para la consagración. Era para consagrarse a Dios. El hombre no tenía tal requisito. La redención tiene que ver con Dios; es Dios que vino a resolver lo que el hombre no puede arreglar. Por eso la Biblia dice: “Y El mismo es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Jn. 2:2). La redención incluye a todo el mundo. En tal redención, todos, incluso aquellos que no han sido salvos, están incluidos.

Dios vino y trató con nuestros pecados. El Señor Jesús ha satisfecho los requisitos justos de Dios para que podamos recibir la substitución del Señor Jesús. Su redención es una preparación abstracta. Al creer en El, esta redención se convierte en una substitución para nosotros. Ante Dios, no fue una substitución, sino una redención. Es importante saber esto. Si no estamos claros acerca de esto, estaremos confundidos acerca de muchas otras doctrinas. La redención está ante Dios, y la substitución es para nosotros. La redención satisface los requisitos de Dios, y la substitución sirve para que recibamos los beneficios. Lo que El cumplió fue la redención; lo que nosotros hemos recibido es la substitución. No digo que no hay tal enseñanza como la de substitución en la Biblia. Sin duda hay tal enseñanza. Pero todas las enseñanzas en la Biblia acerca de la substitución están escritas para los cristianos. No están escritas para los incrédulos. Para los gentiles vemos que Jesús murió por ellos y cumplió con la redención. Para los cristianos decimos que el Señor Jesús los ha substituido al llevar sus pecados.

En el pasaje que hemos leído en Isaías 53, vean que dice: “Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por Su llaga fuimos nosotros curados” (v. 5). Por favor observen que dice “nuestros” en vez de “suyos”. El llevó el sufrimiento por nuestros pecados. Así, nuestros pecados fueron perdonados. Es para nosotros, no para todo el mundo. Cuando Pedro citó Isaías 53, él dijo: “Quien llevó El mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2:24). Siempre fue “nuestros”, no “suyos”. Por tanto, tenemos que ser cuidadosos cuando predicamos el evangelio. Es mejor que nos adhiramos más a la Biblia. La Biblia nunca dice a los pecadores que Jesús murió por sus pecados. La Biblia dice que murió por ellos (Ro. 5:8). Jesús en realidad murió por ellos. Pero Jesús no murió por sus pecados. Es un hecho que Jesús muere por ellos. Pero el problema del pecado aún no está solucionado. Es verdad que todos los problemas del pecado están ya solucionados ante Dios. Pero si uno no ha participado en esta obra, sus pecados aún no están solucionados, y él no tiene parte en la substitución de Jesús. Cuando uno recibe al Señor Jesús, su problema está arreglado. Esta es la substitución. Sin esto, no hay substitución. En otras palabras, la redención se ha cumplido, pero la salvación aún no ha sido cumplida. Si yo le preguntara cuándo fue usted redimido, usted debe decir que ocurrió dos mil años atrás. Pero si le preguntara cuándo fue usted salvo, debe decir que sucedió tal día, mes y año. La redención es algo que ocurrió hace mucho tiempo. La salvación es algo presente. La redención fue cumplida por Cristo. La salvación es cumplida en nosotros. Nosotros fuimos redimidos dos mil años atrás. Pero tal vez hayamos sido salvos hace algunos años. No sé cómo hacerlo más claro. Para mí está muy claro. La obra de redención de Dios está relacionada con El; se hizo para satisfacerse y no tiene nada que ver con nosotros. Es algo totalmente ante Dios. Dios mismo hizo esta obra. Cuando venimos y vemos lo que Dios ha cumplido, y la creemos y aceptamos, recibiremos esta substitución.

Usemos otra ilustración. Hay un puente que une ambas orillas del río Whampoa sin cargo alguno. El nombre del lugar es Cruce Libre. Supongamos que yo fuese un ladrón que robó muchas veces allí. Sin embargo, ahora soy diferente. ¿Qué debo hacer si quiero tratar completamente con mis robos pasados? Aun si quiero pagar, ¿adónde debo ir? A los que les robé, ahora no se puede encontrar. ¿Qué debo hacer? Por causa de la justicia y a fin de pagar, debo empezar un servicio gratuito de ferry para la gente. Todos son aceptados, sin recargo. Debo hacer esto para pagar el dinero que robé a la gente del área. Así ofrezco un servicio gratuito como solución al problema de mi injusticia. Este servicio gratuito para mí es una solución a la injusticia. Pero para otros, es una substitución; yo estoy pagando el boleto por los demás. Así es como el Señor Jesús trata con el problema del castigo. Dios envió al Señor Jesús para que cumpliera la redención a fin de que el problema del pecado, así como Su propia santidad y justicia, sea solucionado. Cuando uno cree, entra en esta obra, y el Señor Jesús quita sus pecados.

Por lo tanto, el Nuevo Testamento dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos” (1 P. 3:18). “Quien llevó El mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2:24). Todo esto fue hecho para nosotros. En la noche en que el Señor Jesús fue traicionado, tomó la copa y la bendijo, y la dio a los discípulos, diciendo: “Porque esto es Mi sangre del pacto, que por muchos es derramada para perdón de pecados” (Mt. 26:28). Fue por muchos, no por todos. En el futuro, veremos una gran multitud, con palmas en sus manos, que han sido purificados por la sangre (Ap. 7:9, 14). Gracias al Señor. El cumplió la redención para Sí, para que nosotros podamos ser reemplazados. No podemos decir otra cosa que: Gracias al Señor.


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