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Lecciones de vida, tomo 2por Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-294-9
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III. LAS SECTAS
SON DE LA CARNE

1) “Manifiestas son las obras de la carne, que son ... contiendas, celos, iras, disensiones, divisiones, sectas, envidias” (Gá. 5:19-21).

En el griego, la palabra para secta (jáiresis) es la misma palabra usada para herejía (jáiresis romanizada), la cual significa el ponerse una etiqueta nueva, a fin de ser diferente, lo cual resulta en un partido distintivo, una secta.

Los versículos aquí nos dicen claramente que las sectas provienen de la carne de los hombres. También nos muestran que siempre hay contiendas o facciones y divisiones antes de la formación de una secta, y envidias después de su establecimiento. ¡Qué vergüenza! ¿No es ésta la misma condición entre los cristianos hoy en día? ¿No deberíamos rechazar esta obra de la carne siguiendo al Espíritu Santo en nosotros quien nos santifica?

IV. EL RECHAZO
DE LAS FACCIONES

1) “Al hombre que cause disensiones, después de una y otra amonestación deséchalo” (Tit. 3:10).

Al enfrentar las facciones entre los cristianos, el apóstol Pablo dio a su joven colaborador un mandato franco y osado, que es también un mandato para nosotros: el desechar a una persona facciosa después de suficiente amonestación en amor. Esto es rechazar las facciones categóricamente y sin indulgencia conforme al deseo del corazón de Dios y a la verdad de la Biblia, para que el Cuerpo de Cristo no sufra daño y para que la verdad de Dios no sea adulterada.

V. LOS FACTORES
QUE CONSTITUYEN
LOS GRUPOS SECTARIOS

Los siguientes tres elementos claves son los factores que hacen que los cristianos (sin contar los nominales) sean divididos y sean constituidos como grupos sectarios.

A. Credos especiales

La fe común de los verdaderos cristianos es única. Esta fe incluye al Dios Triuno, la persona y la obra de Cristo, es decir, lo que Cristo es y lo que Cristo ha hecho y la autoridad divina de la Biblia. Aparte de estas verdades de nuestra fe fundamental, tomar otras cosas como la fe cristiana (tales como el método de bautismo de la denominación bautista, el sistema administrativo de la denominación presbiteriana, hablar en lenguas de la denominación pentecostal, cubrirse la cabeza y el lavamiento de los pies de otros grupos, o doctrinas generales tales como el tiempo y el número de los arrebatamientos, la interpretación de profecías y el entendimiento de ciertas partes de las Escrituras), y hacer de ellas credos especiales es ponerse una etiqueta nueva a fin de ser diferentes, y esto resultará en sectas.

B. Comuniones especiales

Con la existencia de credos especiales, los cristianos serán divididos en diferentes grupos y tendrán comuniones especiales en sus diferentes círculos fuera de la comunión común de los creyentes. Tales comuniones especiales hacen que los creyentes que las practican sean constituidos sectas separadas de los creyentes en general.

C. Nombres especiales

Los credos especiales no sólo resultan en comuniones especiales, sino que también producen nombres especiales, tales como el nombre de alguna denominación o de cierta iglesia. De una manera más tangible, estos nombres especiales hacen que los que se clasifican a sí mismos sean constituidos en grupos sectarios nominados, lo cual resulta en denominaciones. Una denominación es una secta nominada. Por lo tanto, los que conocen el Cuerpo de Cristo nunca deben llevar tales nombres especiales. Los creyentes deben solamente poseer el nombre único y honorable de Jesucristo, y no deben exaltar ningún otro nombre aparte de este nombre preeminente. No debe ser cosa gloriosa decir que uno es creyente de cierta denominación.

VI. DILIGENTES EN GUARDAR LA UNIDAD
DEL CUERPO DE CRISTO

1) “Yo pues, prisionero en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, con longanimidad, soportándoos los unos a los otros en amor, diligentes en guardar la unidad del Espíritu [esto es, la unidad del Cuerpo de Cristo] en el vínculo de la paz” (Ef. 4:1-3).

El Espíritu, es decir, el Espíritu Santo que vive en nosotros, nos constituye el Cuerpo de Cristo con la vida de Dios. Ya que hay un solo Cuerpo, hay también un solo Espíritu Santo que vive en el Cuerpo. Este único Espíritu Santo es la unidad en el único Cuerpo. Si nosotros los creyentes vivimos en este Espíritu y andamos según este Espíritu, la unidad del Cuerpo de Cristo se mantendrá. Si no, esta unidad será quebrantada. En la posición de uno que estaba encarcelado por causa de la iglesia, el apóstol Pablo nos rogaba en Efesios 4:2-3 que guardáramos esta unidad con tales virtudes como humildad, mansedumbre y longanimidad, soportándoos en amor, y en el vínculo unidor de paz, para que nuestro andar sea digno de nuestro llamamiento. Dios nos llamó para que cada uno de nosotros sea un miembro del Cuerpo de Cristo. Si nuestro andar hiere y daña la unidad del Cuerpo de Cristo, esto no es digno del llamamiento de Dios. Por lo tanto, tenemos que esforzarnos por vivir en el Cuerpo de Cristo para guardar la unidad del Cuerpo, y no participar en ninguna división, grupo sectario o denominación.


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