Aspecto orgánico de la obra salvadora de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-318-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el mismo momento en que el Señor Jesús murió en la cruz salió sangre, y con la sangre también salió agua. Ahora las dos fluyen. La sangre está relacionada con el aspecto judicial de la obra salvadora de Dios, mientras que el agua se relaciona con el aspecto orgánico de la obra salvadora de Dios. Cuando el Espíritu Santo nos conmovió, nos arrepentimos, confesamos nuestros pecados y recibimos perdón. Este perdón se basa en el aspecto judicial, representado por la sangre redentora. Pero de todos modos necesitamos el aspecto orgánico de la obra salvadora de Dios, representado por el agua que salió con la sangre, a fin de realizar el propósito eterno de Dios en nosotros. La sangre redime; el agua imparte vida. El Señor, por medio de Su resurrección de los muertos, llegó a ser el Espíritu vivificante, y como tal imparte Su vida en los redimidos para cumplir el aspecto orgánico de la obra salvadora de Dios. Esta es la tercera etapa.
El himno #450 [en el himnario en chino] dice: “El Espíritu engendra el espíritu, y el espíritu adora al Espíritu, así que estoy lleno del Espíritu; El Espíritu llega a ser la palabra que tiene vida abundante, de la cual salen ríos de agua viva”. “El Espíritu engendra el espíritu” significa que Dios es Espíritu y que nosotros tenemos que nacer de El en nuestro espíritu para ser regenerados. Además, puesto que Dios es Espíritu, debemos adorarlo con nuestro espíritu. De este modo estaremos llenos del Espíritu. También, el Espíritu llega a ser la palabra con la vida abundante de la cual fluyen ríos de agua viva. Esta es la conclusión de toda la Biblia: un río de agua de vida que procede del trono de Dios y del Cordero (Ap. 22:1).
Sólo fueron necesarios treinta y tres años y medio para efectuar la obra salvadora de Dios en su aspecto judicial, pero el aspecto orgánico es interminable. El aspecto judicial es muy sencillo, pues consta sólo de cinco puntos, que son: el perdón de los pecados, quitar los pecados por el lavamiento, la justificación, la reconciliación con Dios y la santificación en cuanto a posición. Pero el aspecto orgánico consta de ocho puntos, que son: la regeneración, el pastoreo, la santificación de la forma de ser, la renovación, la transformación, la edificación, la conformación y la glorificación. Estos necesitan ser definidos por las veintidós epístolas desde Romanos hasta Apocalipsis. El Señor Jesús necesita la eternidad para efectuar Su obra orgánica, y los apóstoles necesitan veintidós libros para definirla.
En los mensajes anteriores vimos la obra salvadora orgánica de Dios en la regeneración, el pastoreo, la santificación de la forma de ser y la renovación. En este mensaje veremos la transformación y la edificación.
La transformación no es un cambio ni una enmienda externa, sino la función metabólica de la vida de Dios que mora en los creyentes. La transformación no consiste en que seamos corregidos de forma externa; más bien, es la función del metabolismo en nuestro interior, que se manifiesta exteriormente. Esto se expresa en una línea del nuevo himno compuesto para esta conferencia: “Que se manifieste el metabolismo vital”.
Supongamos que una persona está desnutrida y se ve flaca y enferma. Dicha persona no puede mejorar su aspecto meramente aplicándose maquillaje. Más bien, necesita recibir una buena alimentación; sólo entonces su estado físico mejorará y su semblante espontáneamente se verá sonrosado. Lucas 15 nos dice que cuando el hijo pródigo regresó a casa, le pusieron una vestidura para cubrirlo, pero todavía se veía flaco y enfermo. La vestidura no era suficiente; era necesario que se alimentara del becerro gordo por algunos días. Cuando el metabolismo empezó a obrar en él, naturalmente se puso fuerte y mejoró su semblante. Así pues, la belleza que se obtiene al aplicar cosméticos no es una belleza auténtica; sólo lo que se expresa exteriormente como resultado del metabolismo interior es la salud auténtica y la belleza verdadera.
Si los creyentes están dispuestos a crecer en la vida divina, el elemento de la vida divina aumentará en ellos y se producirá un cambio metabólico. Por tanto, su forma de ser interior sera transformada, y aun su porte exterior será transformado y será conformado a la imagen del Señor. Esto no es un refinamiento moral al examinarse y corregirse el camino uno mismo, como se enseña en el confucianismo en China. Eso es el refinamiento moral del hombre mismo. Cuando somos transformados a la imagen del Señor al mirarlo, esto no es el resultado de refinarnos, sino que es el Señor Espíritu, el Espíritu vivificante que el Señor Cristo llegó a ser en Su resurrección, es el que actúa en nosotros para efectuar un cambio metabólico al añadir a nosotros el elemento de la vida divina (2 Co. 3:18). Esto es una transformación efectuada por el mover y la obra del Señor Espíritu y la vida divina en nosotros.
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