Información del libro

Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 23 Sección 3 de 3

La rebeldía

El tercer problema que la vida encuentra en nosotros es la rebeldía. Cristo opera y se mueve en nosotros a fin de que entendamos claramente Su voluntad y Sus requerimientos para con nosotros, así como la manera en que Él nos dirige y trata con nosotros. Sin embargo, si no le obedecemos, sino que actuamos en contra del sentir interior, sin aceptar Su dirección, ni pagar el precio, esta renuencia y oposición son rebeldía. En este caso podremos mantener nuestra libertad y elección, pero no tendremos la manera de la vida.

Muchas veces pensamos que estamos obedeciendo al Señor, pero de hecho nos estamos rebelando contra Él. Por ejemplo, tal vez queramos predicar el evangelio, pero la operación del Señor en nosotros es que oremos. Dado que no nos gusta quedarnos en casa y orar, pues preferimos hablarles a nuestros amigos del evangelio y tener comunión con los hermanos y hermanas, podríamos simplemente actuar según nuestros deseos. Éste es un acto de rebelión. No obstante, pensamos que estamos siguiendo a Dios al visitar a las personas para traerles el evangelio y al tener comunión con los santos.

Quizás tenemos realmente un sentir interior de que Cristo quiere que oremos y aquietemos nuestro ser en comunión con Él, que nos acerquemos a Él y meditemos en Su Palabra; pero en vez de eso, visitamos a un hermano, o hermana, o incluso a un amigo del evangelio, porque no nos gusta quedarnos en casa y tener comunión con el Señor. No tenemos ni idea de que sin la oración nuestra predicación del evangelio equivale a una rebeldía. De hecho, estamos totalmente en rebelión. Si visitamos a la gente de esta manera, seguro que ellos no podrán percibir la presencia de Dios con nosotros, ya que hemos desobedecido al Cristo viviente en nosotros. En esos momentos deberíamos comprender que nuestra obra externa de predicar el evangelio sólo es una actividad religiosa.

Visitar a amigos del evangelio y tener comunión con los hermanos y hermanas son acciones muy agradables. Sin embargo, podremos ser muy activos y celosos al hacer tales cosas, y aun así encarcelar al Cristo viviente en nuestro interior debido a que le ignoramos. Por lo tanto, estamos de hecho desobedeciendo al Cristo viviente que mora en nosotros. Él quiere que hagamos ciertas cosas de cierta manera, pero nos negamos a seguir Su manera de hacerlas. Nuestra renuencia a hacer las cosas según Su voluntad es claramente una rebeldía. Muchos de nosotros pecamos cada día. El pecado que cometemos con más frecuencia y de mayor gravedad no es externo ni visible; antes bien, es el pecado de desobedecer el sentir de Cristo en nosotros. Cristo está viviendo en nosotros, y Él constantemente nos da un sentir interior de vida. Deberíamos obedecerle a Él, pero a menudo le desobedecemos. Con frecuencia no hacemos lo que Él quiere que hagamos, y muchas veces hacemos lo que Él no quiere que hagamos. Nos rebelamos contra Él frecuentemente. La rebeldía de continuo crea obstáculos a Su vida en nosotros.

La capacidad natural

El cuarto problema que la vida encuentra en nosotros es nuestra capacidad natural. Nuestro ser natural, nuestra manera de ser y nuestro yo son problemas que impiden que la vida de Dios brote de nosotros. Sin embargo, el problema de nuestra capacidad y habilidad naturales es aún más serio, y es un gran obstáculo que impide que la vida de Dios fluya de nosotros. Muchos hermanos y hermanas aman en verdad al Señor, son celosos por el Señor y manifiestan a Dios en su vivir. No obstante, el mayor problema que ellos tienen es la fortaleza y grandeza de sus capacidades y habilidades. Por consiguiente, Cristo no tiene terreno en ellos ni tiene manera de avanzar en ellos.

Todos sabemos que algunas personas tienen problemas con el pecado, otros tienen problemas con el mundo y algunos otros tienen problemas con su manera de ser. Sin embargo, no es fácil darnos cuenta del problema que representa nuestra capacidad natural. Por ejemplo, hay un grupo de hermanos y hermanas cuya capacidad y habilidad naturales son muy fuertes, y probablemente ellos amen en verdad al Señor y lo buscan. Sin embargo, cuando alguien los contacta, sólo percibe sus capacidades y habilidades porque ellos nunca han sido quebrantados en cuanto a sus capacidades y habilidades. Cuando él los contacta, sólo puede concluir que ellos buscan al Señor y van en pos de Él, pero que la capacidad natural que ellos tienen no ha sido quebrantada. Esto se debe a que el Señor no logra avanzar en ellos cuando se enfrenta a sus capacidades.

Hay muchos hermanos y hermanas así entre nosotros. Ellos son muy capaces y talentosos, pero no consideran que esas cosas sean pecado ni inmundicia. Incluso creen que son cosas buenas y útiles para la iglesia. Piensan que a fin de servir a Dios, ellos necesitan tales capacidades y talentos. No menosprecian sus capacidades naturales; más bien, las valoran como si fueran un tesoro. Si tales capacidades permanecen inquebrantables, ellos mismos llegarán a ser un problema para la vida de Cristo.

LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA

Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos ilumine a fin de que veamos cuántos obstáculos tenemos en nosotros y cuánto éstos restringen la vida de Dios. De hecho, los obstáculos que hay en nosotros no se limitan solamente a estas cosas. No obstante, hay una solución para todos estos obstáculos: tenemos que pasar por la cruz y dejar que la cruz nos quebrante. Si queremos que la vida de Cristo no encuentre obstáculos en nosotros, debemos experimentar el quebrantamiento de la cruz y permitir que estos obstáculos sean eliminados y removidos. Esto hará que la vida de Cristo pueda ser expresada en nuestro vivir.


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