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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 69 Sección 2 de 2

LA INVOCACION DEL NOMBRE DEL SEÑOR

Tal vez usted se pregunte cómo podemos disfrutar de esta comunión. Podemos disfrutarla sencillamente invocando el nombre del Señor Jesús. Pero al decir que somos de Pablo, en efecto invocamos el nombre de él. Expresar que somos de determinada persona significa que invocamos el nombre de ella. Debemos desechar todo nombre que no sea el de Cristo y exaltar un solo nombre: el de nuestro Señor Jesucristo, el nombre de la maravillosa persona a cuya comunión nos llamó Dios, la cual disfrutamos invocando el nombre del Señor. Cuanto más invocamos Su nombre, más disfrutamos de la comunión. Quiero reiterar algo que mencionamos anteriormente, a saber, que Dios nos llamó para que invocáramos el nombre del Señor Jesús. Al invocar Su nombre, disfrutamos de Su comunión y participamos de ella. ¡Qué maravilloso! Animo a todos los santos a aprender a invocar el nombre del Señor Jesús.

APRENDER A NO TENER PREFERENCIAS

Es vital que los santos que están el recobro del Señor aprendan a no tener preferencias. Los santos de determinada iglesia no deberían preferir a un anciano sobre otro. Todas estas preferencias deben ser condenadas. Además, quiero que quede bien claro que usted no debe preferir ni a Witness Lee ni el lugar donde está ubicado el ministerio. Algunos me han preguntado si pretendo mudarme a otra ciudad. Los que me hicieron esta pregunta añadieron que ellos también se mudarían allí y vivirían donde yo estuviese. Esto constituye una preferencia personal y deber ser condenada. No debe haber ninguna preferencia por Witness Lee ni por el ministerio. Nuestra única preferencia debe ser Cristo. Todos debemos decir que nuestra preferencia es Cristo, el Cristo que lo es todo y que lo abarca todo.

Algunos dirán: “Siga usted prefiriendo a cierto hermano o incluso al ministerio, pero yo prefiero Cristo”. Aun esta preferencia es incorrecta, ya que se trata de una preferencia por un Cristo limitado, y no por el Cristo que lo abarca todo, según se revela en los escritos de Pablo. Tal vez el Cristo suyo sea un Cristo limitado, pero el de Pablo no lo es. Lejos de serlo, el Cristo de Pablo es tan extenso como el universo.

Tampoco debemos tener ninguna preferencia con respecto a las iglesias. No debemos preferir nuestra iglesia local por encima de otras, ni ninguna otra sobre la nuestra. Debemos estar satisfechos de estar en la iglesia donde Dios nos puso. Es cierto que 1:2 habla de la iglesia de Dios que está en Corinto, pero en este versículo Pablo añade: “En cualquier lugar”. Debemos estar dispuestos a ser parte de la iglesia de Dios en cualquier lugar. Si el viento del Espíritu lo lleva a determinada localidad, usted sencillamente debe permanecer en esa iglesia, sin tener ninguna preferencia. Después de algún tiempo, si el viento espiritual le lleva a otra ciudad, debe sentir la misma satisfacción de estar en la iglesia allí. En cuanto a las iglesias, no debemos tener preferencias. Jamás debemos decir que preferimos la iglesia de nuestra localidad o de cualquier otra. Antes bien, debemos decir: “Mi preferencia está solamente en Cristo, y estoy dispuesto a dejar que el viento del Espíritu me lleve en cualquier dirección, pues Cristo es el mismo en cualquier lugar”.

No debemos tener el concepto de que podemos disfrutar a Cristo más en una localidad que en otra, como por ejemplo, en el lugar donde se encuentra el ministerio. De hecho, si el Señor le envía a una ciudad, quizás con el fin de empezar la vida de iglesia allí, es posible que usted disfrute más a Cristo en ese lugar que en la ciudad donde está localizado el ministerio. Pero si va a esa ciudad porque la prefiere, usted está equivocado. No vaya a ningún sitio por preferencia personal. Sencillamente permita que el Señor le dirija en todo lo que emprenda.

Si el Cristo que lo es todo fuera la única preferencia de todos los cristianos, ganaríamos al mundo para el Señor. Incluso ganaríamos el sur de California, una región considerada como centro de diversiones. Además, la región de Nueva Inglaterra, considerada como el cementerio de la religión, sería avivada por medio del disfrute que los santos tendrían de Cristo.

TOMAR A CRISTO COMO EL TODO

Deseo que todos entendamos qué es realmente el recobro. La intención de Dios en Su recobro es recuperar a Cristo como el todo, es decir, recobrarlo como centro único de la economía de Dios y como el todo para nosotros; como la porción que disfrutamos.

Al examinar 1 Corintios nos damos cuenta de que Pablo presenta un vivo ejemplo de la vida cristiana, la vida de iglesia y la vida del Cuerpo. Sin embargo, esto no significa que debemos seguir a los corintios en su manera de llevar estas vidas; más bien, significa que no deberíamos quejarnos de la iglesia de nuestra localidad. No pensemos que la iglesia local donde estamos es inferior, y que conforme a nuestra preferencia debemos mudarnos a un lugar donde, según nosotros, la vida de iglesia es mejor. Debemos ver que dondequiera que estemos, la vida de iglesia se parece a la que describe 1 Corintios. Ya que todos nos encontramos en esta situación, ¿qué debemos hacer? Primero, debemos abandonar todo nombre que no sea el de Cristo. Debemos abandonar los nombres de las personas o siervos de Dios que preferimos, así como los nombres denominacionales. Además, es necesario dejar toda doctrina y práctica y tomar a Cristo, el único centro de la economía de Dios, como el todo para nosotros.

En los primeros nueve versículos, Pablo pone a Cristo como el único fundamento, el único centro. En este centro tenemos una comunión y un disfrute únicos que lo incluyen todo. Tenemos la comunión de Cristo. En 1:10 Pablo empieza a hacer frente a los once problemas que se mencionan en 1 Corintios. Al hacerlo, aclara que la única solución para todos los problemas que hay en la iglesia es Cristo y Su cruz. La única respuesta es Cristo y éste crucificado. Al presentar a Cristo como la única solución para los problemas que había en la iglesia de Corinto, y que hay en cada iglesia local, Pablo elevó y exaltó a Cristo. El veía claramente que lo único que puede solucionar nuestros problemas es Cristo y la cruz. Por consiguiente, en el buen fundamento que Pablo puso en 1:1-9, se aprecia que Cristo y la cruz constituyen la única solución para todos los problemas que hay en la iglesia.


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