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Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7391-3
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EN CUANTO A LA CONVERSACIÓN
DEL EVANGELIO

La parte más importante de la reunión viene después que los amigos del evangelio han respondido y se ha acabado el tiempo de cantar. Esta parte está relacionada con nuestra conversación del evangelio. Hay unos cuantos puntos que requieren nuestra atención. En primer lugar, el tema de nuestra conversación debe centrarse en el mensaje de la reunión del evangelio. En segundo lugar, debemos ser sensibles al sentir del amigo del evangelio. Por ejemplo, si el amigo del evangelio desea hablar acerca de Dios, no debemos traer a colación el asunto del pecado. Una vez observé a un amigo del evangelio que quería saber acerca de Dios, pero los santos insistían en hablarle de Belén. Esto era inapropiado para la necesidad de esa persona. El tema de una conversación del evangelio debe satisfacer la necesidad del amigo del evangelio, y no nuestro interés particular. Si él dice que Dios no existe, no debemos discutir con él, sino ayudarlo a ver la verdad. Asimismo, no debemos quedarnos callados si él blasfema a Dios.

En general, debemos evitar discutir con los amigos del evangelio. Las discusiones son inútiles y no pueden resolver ningún problema. No debemos responder a temas que despierten debates. No hay ninguna solución a estos asuntos. En vez de ello, debemos concentrarnos en las cosas positivas y entablar una conversación con nuestros amigos sobre los temas positivos. Debemos prestar atención a esto.

PASOS A TENER EN CUENTA
EN UNA CONVERSACIÓN DEL EVANGELIO

Hay varios pasos que deben tenerse en cuenta en una conversación del evangelio. Debemos conducir a las personas a conocer a Dios y a reconocer que Dios existe. Debemos ayudarles a confesar que Jesucristo es Dios. Algunas personas no creen que Dios existe, y otras creen que Dios existe pero no creen que Jesucristo es Dios. Debemos también conducirles a confesar que son pecadoras, y no simplemente de modo general. Debemos ayudarles a darse cuenta de que han pecado y a reconocer que son pecadoras. Debemos también conducir a las personas a reconocer la redención efectuada en la cruz mostrándoles cómo el Señor murió en la cruz y derramó Su sangre para lavarlas de sus pecados. Además de esto, debemos llevar a las personas a creer en el Señor, a confesar sus pecados y a recibir al Señor Jesús como su Salvador. Cuando sigamos estos cinco pasos, el amigo del evangelio estará listo para creer, y podremos dirigirlo a que haga una oración breve. Sin embargo, no debemos obligarlo a que ore. El propósito de la oración es que el amigo del evangelio confiese su pecado y reciba al Señor. Si él no sabe cómo orar, podemos decirle que repita después de nosotros. Sin embargo, no debemos obligarlo a que ore. Nunca debemos insistirle en que se arrodille para orar. Si el amigo del evangelio quiere arrodillarse, podemos arrodillarnos con él, pero si no tiene ese sentir, puede orar mientras está sentado. Todo lo que hagamos debe depender del sentir que tenga el amigo del evangelio.

Por último, debemos ayudar a nuestro amigo del evangelio a saber que ha sido salvo. Esta certeza en cuanto a la salvación, o esta prueba de salvación, se halla en la Palabra de Dios. Debemos ayudarlo leyéndole al menos un versículo de la Biblia para que sepa que sus pecados han sido perdonados y que tiene vida eterna. Por consiguiente, en nuestra conversación del evangelio, debemos conducir a las personas a creer en la existencia de Dios, a creer que Jesucristo es Dios, a ver que el hombre tiene pecados, a reconocer la redención efectuada en la cruz y a creer y recibir al Señor —lo cual incluye el arrepentimiento y la confesión de los pecados por medio de la oración— y, por último, a tener la certeza de salvación. No es necesario que seamos legalistas y tratemos de incluir todos estos seis puntos en cada conversación. Debemos ser vivientes en la aplicación de estos puntos.

Cuando hablemos con alguien, debemos primeramente percibir su sentir. Por ejemplo, un amigo del evangelio tal vez no tenga ningún problema con la existencia de Dios e incluso sepa que Jesús es el verdadero Dios. Pero quizás su sentir respecto a sus pecados no sea muy agudo. Debemos ayudarle a percibir su sentir en cuanto a los pecados. Se requiere mucha destreza para ayudar a una persona a percibir su sentir respecto a los pecados. No debemos interrogarla, preguntándole si piensa que no tiene pecados. Incluso alguien que haya cometido un pecado grave lo negará. Cuando ponemos a una persona en la posición de negar su pecado debido al sentir de culpa en su conciencia, no es posible continuar la conversación. Por lo tanto, tenemos que hablar sabiamente con las personas acerca del pecado. Podemos usar como ejemplo nuestra propia experiencia de la actitud hacia nuestros padres cuando hablemos de los pecados. Esto ayudará a nuestros amigos del evangelio a tocar su conciencia. Por muy perfecta que sea una persona, si reflexiona en cómo ha tratado a sus padres, comprenderá que no está libre de culpa. Incluso el mejor niño del mundo no estima lo suficiente a sus padres. No debemos condenar a nuestros amigos del evangelio, pero sí debemos tocar su conciencia y dejarlos sin excusa. Debemos tocar su sentir interior y no ofenderlos ni provocarlos a ira. También podemos usar nuestros pensamientos como otro ejemplo. Podemos decir que a veces somos codiciosos, y que nuestros pensamientos son impuros. Por muy decente y recta que una persona sea, no puede decir que sus pensamientos siempre son limpios. No debemos empezar un debate con un tono contencioso, sino que debemos tocar su sentir interior. También debemos darle un ejemplo de nuestra vida práctica diaria a fin de tocar su sentir. A veces el Espíritu Santo obrará en él llevándolo a tocar su sentir interior. Como resultado, él no sólo sentirá que tiene pecados, sino que también los confesará.

Supongamos que una persona reconoce que Dios existe, que Jesucristo es Dios y que ha cometido pecados, pero no conoce lo suficiente la obra redentora del Señor Jesús. Debemos entonces empezar a hablarle de la cruz y llevarlo a conocer la cruz. Quizás él no tenga problemas con respecto a la cruz, y también entienda el evangelio. Él puede estar de acuerdo con el evangelio pero no haber creído en el Señor. Así que le falta el paso de creer. Él no se ha postrado ante Dios para confesar sus pecados y recibir a Dios. En ese momento podemos usar un ejemplo y decirle que no es suficiente preparar una comida y admirarla, sino que además tenemos que comerla. A fin de comer al Señor Jesús, tenemos que orar. Entonces podemos guiarlo en oración y decirle que esto es con el fin de que crea y reciba al Señor Jesús.

Esta persona ahora ha recibido al Señor Jesús y también tiene fe. Sin embargo, no tiene la certeza en cuanto a su salvación. No sabe con seguridad que ha sido salva. Ha confesado sus pecados y recibido al Señor Jesús como su Salvador, pero no tiene la certeza de que sus pecados han sido perdonados o de que ha sido salva. Por lo tanto, debemos llevarla a leer algunos versículos de la Biblia para mostrarle que cuando una persona cree en el Señor Jesús, sus pecados son perdonados. Una vez que una persona cree, es salva y tiene vida eterna. Tener vida eterna significa que no pereceremos jamás. Podemos usar Juan 10:28, que dice: “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás”. Debemos estar preparados con versículos como éste a fin de que cuando sea el momento indicado, podamos abrir la Biblia y leerle los versículos. Por lo general, unos pocos versículos son suficientes.

Les daré otro ejemplo. Supongamos que nuestro amigo del evangelio siente que sus pecados no han sido perdonados. En ese caso podemos leerle 1 Juan 1:9, que dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia”. Entonces podremos preguntarle si ha confesado sus pecados. Si él dice que sí, entonces podremos preguntarle lo que Dios dice al respecto y pedirle que lea el versículo. Podemos preguntarle una vez más a fin de ayudarlo a recibir la Palabra de Dios. También podemos explicar que puesto que Dios es fiel y justo, tan pronto como confesemos nuestros pecados, Dios nos perdonará y nos limpiará. Esta palabra en la Biblia es muy clara. Debemos creer las palabras claras de la Biblia. Podemos comparar esto a recibir un cheque. Una cantidad de dinero se halla claramente escrita en el cheque. Debemos creer lo que está escrito en el cheque. No debemos tener el cheque en nuestra mano y decir que no tenemos dinero. Hacer esto significa que no creemos lo que está escrito en el cheque.

Todos debemos creer las palabras de Dios halladas en la Biblia, y debemos aprender a ayudar a las personas a que reciban la palabra de la Biblia. Si nos ejercitamos en esto, recibiremos luz y también conduciremos a otros por un camino positivo. Debemos practicar el conversar de esta manera y no esperar hasta el final de una reunión del evangelio. Cuando visitemos a otros, también podemos aplicar estos puntos. Debemos aprender a no debatir. También debemos evitar contestar demasiadas preguntas. Asimismo, debemos aprender a discernir en qué punto se encuentran las personas con respecto al evangelio. Entonces podremos guiarlas paso a paso y nivel tras nivel.

EN CUANTO A LAS VISITACIONES

Al final de la reunión del evangelio, debemos anotar la información de nuestros amigos del evangelio. Los santos deben visitar a los amigos del evangelio en los días subsiguientes. Cuando visitemos a un amigo del evangelio, lo mejor es pedirle a otro hermano o hermana que nos acompañe. Cuando estamos con nuestro amigo del evangelio, debemos dejar que el hermano o hermana que nos acompaña hable, y nosotros podemos ayudarle. Debemos también llevar un registro de nuestras visitas. El registro puede incluir la respuesta del amigo del evangelio y si él ha sido salvo y bautizado. Si él está listo para ser bautizado, podemos dar su nombre a los diáconos, y la iglesia lo preparará para el bautismo. Cuando esté listo para ser bautizado, debemos hablarle acerca de la verdad del bautismo, llevarlo a tener una entrevista en cuanto al bautismo y ayudarlo a ser bautizado. Entonces él será un creyente que está en el Dios Triuno y en la iglesia, y nuestra labor con él en el evangelio habrá concluido. Esta persona ahora es un hermano o hermana de la iglesia y lo podremos entregar a los otros santos para que reciba más edificación y perfeccionamiento.

CONCLUSIÓN

Éste es el procedimiento general para nuestra predicación del evangelio. Aunque muchos santos tienen experiencia en esta obra, todavía podemos estudiar y practicar más. No debemos depender de nuestro celo para invitar a las personas, para servir de ujieres, para sentarnos con otros, para tener una conversación del evangelio ni para visitar a los amigos del evangelio. Estos asuntos requieren mucha práctica.

Debemos empezar con oración y tomar medidas respecto a nuestros pecados. Entonces debemos aprender cada paso. Debemos aprender a invitar a los amigos del evangelio a cenar; también debemos aprender a servir de ujieres, a sentarnos con los amigos del evangelio en la reunión, a tener una conversación del evangelio con ellos, a visitar a los amigos del evangelio y a conducirlos a ser bautizados. Por el bien del evangelio, cada uno de los hermanos y hermanas debe aprender estos pasos. Debemos invertir en esto nuestra energía y nuestro dinero. El apóstol Pablo en el Nuevo Testamento no sólo gastó dinero y energía por causa de las almas, sino que él se gastó a sí mismo (2 Co. 12:15). Esto forma parte de la obra de edificación de la iglesia. Esto también es lo que el Antiguo Testamento dice en Hageo 1:8, donde dice que cuando subimos al monte y traemos madera y edificamos la casa de Dios, agradamos a Dios y lo glorificamos.

Nosotros predicamos el evangelio a fin de reunir más material de edificación. Cuanto más nos esforcemos, más material habrá. Esto agrada a Dios y lo glorifica. Espero que empecemos con oración y continuemos aprendiendo, estudiando y practicando.


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