Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En un sentido positivo, el Señor Jesús menciona el hecho de comer de Él al menos tres veces. Apocalipsis 2:7 dice: “Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida”. Esta promesa del Señor nos trae de regreso al principio narrado en Génesis 2. Éste es el recobro genuino del Señor. En el huerto del Edén, no había ninguna enseñanza; ni siquiera había una Biblia de treinta y nueve más veintisiete libros. Lo que se hallaba al principio en el huerto era el árbol de la vida.
Los vencedores son quienes vencen todas las enseñanzas, aquellos que dejan todas las enseñanzas para volverse a Jesús. El Señor Jesús prometió a los vencedores que comerían del árbol de la vida. Luego también dijo: “Al que venza, daré a comer del maná escondido” (Ap. 2:17). El maná escondido es mucho mejor que el antiguo maná. El antiguo maná estaba abierto al público, pero el Señor da el maná escondido. Este maná no es público, ni visible; se da en privado a los vencedores. Por último, el Señor Jesús dijo: “Si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (3:20). Cenar equivale a disfrutar de un banquete. Estos versículos hablan de comer del árbol de la vida, de comer el maná escondido y de disfrutar de un banquete con el Señor Jesús.
Después de leer Apocalipsis 2 y 3, ¿estará usted todavía a favor de las enseñanzas? Puede ser que usted diga que no, pero después de un corto tiempo tal vez llegue a su ciudad cierto doctor, un gran orador mundialmente famoso. ¿Irá usted a escucharle? En 2 Timoteo 4:3 se nos dice: “Vendrá tiempo cuando no soportarán la sana enseñanza, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias”. Este versículo habla no sólo de uno o dos maestros, sino de un montón de maestros. Ésta es exactamente la situación del cristianismo actual. No muchos se interesan por la palabra sana; más bien, a la mayoría les gusta tener un montón de maestros para satisfacer su comezón de oír.
¿De qué manera podemos ser los vencedores? Claramente, es al comer. No hay otra manera. No debemos tomar la manera de aprender cosas, la manera de adoptar enseñanzas. Que el Señor tenga misericordia de nosotros, de modo que adoptemos esta manera, la manera de comer a Jesús. Día a día debemos comer a Aquel que es el árbol de la vida, el maná escondido y el gran banquete. Entonces seremos los vencedores.
Hace más de cuarenta años atrás yo leí muchos libros sobre cómo vencer, y puse los puntos en práctica. No obstante, debo testificar que no funcionaron. Por ejemplo, cuando yo era joven, me dijeron que cuando nuestro mal genio se enciende, debemos considerarnos muertos. Yo puse esto en práctica no una ni dos veces, sino muchas veces. Sin embargo, descubrí el secreto de que cuánto más muerto me consideraba, más vivo estaba. Al final, me enojaba aún más. Intenté hacer esto muchas veces. Cuando les pregunté a otros cuál era el problema, ellos me dijeron que me consideraba muerto sin tener la fe. Esto me intrigó en gran manera. Nadie pudo decirme qué era la fe. Invertí mucho tiempo para descubrir qué era la fe, pero no pude encontrar la definición, ni pude encontrar la manera de tener fe.
Nuevamente traté de considerarme muerto, esta vez con fe. Mientras lo hacía, declaraba: “Yo tengo fe de que fui crucificado hace dos mil años atrás”. No obstante, en dos minutos me enojaba. Finalmente, después de más de diez años, por la misericordia del Señor vine a conocer un poco lo que era la fe. La fe es nada menos que Jesús. No podemos tener fe por nosotros mismos. La fe es un don; es algo dado por el Señor, y es el Señor mismo. Con seguridad, si tenemos a Jesús, tenemos fe. Si decimos: “¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”, obtendremos la fe.
Por muchos años no tuve el secreto para vencer mi mal genio, pero con el tiempo el Señor me concedió el secreto. La manera de vencer nuestro carácter es invocar: “Oh, Señor Jesús”. Simplemente inhale a Jesús un poco. Jesús es el más poderoso “agente químico”. Cuando Él viene, inmediatamente neutraliza nuestro enojo. Aun si tratamos de enojarnos, nuestro mal genio no aflora. Conozco esto muy bien. Antes, cuanto más me consideraba muerto, más enojado me ponía. Sin embargo, ahora cuando me enojo, yo invoco: “Oh, Señor Jesús”, y Él neutraliza mi enojo; además, Él vuelve el enojo en alabanza.
No hay otra manera de vencer. No vencemos en virtud de la santidad. Leí muchos libros sobre la santidad. Hay diferentes opiniones sobre la santidad. Según la enseñanza de John Wesley, la santidad es la perfección sin pecado. Él estaba absolutamente equivocado en esto. Luego, los que están en “las iglesias de la santidad” dicen a las personas que se vistan con ciertos colores, lleven vestidos de cierto largo y que no se maquillen el rostro. Al comienzo, pensé que ellos podrían estar en lo cierto. Luego, me percaté de que las rocas en las montañas no se pintan el rostro. No pintarse el rostro no es santidad. Muchas veces he dicho a las hermanas que están tratando de ser santas de esta manera: “En muchas catedrales católicas hay una estatua de María. Con seguridad, si la santidad se tratara de un vivir apropiado, esa estatua sería muy santa. Ella nunca pierde la paciencia. Siempre está tranquila y nunca se irrita”. Esto no es santidad; esto es mortandad.
Después de esto, los Hermanos dijeron que la santidad es un cambio de posición. En cierto sentido esto es correcto. No obstante, a la postre descubrimos que nuestra santidad, nuestra santificación, es Jesús mismo. En 1 Corintios 1:30 leemos: “Por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención”. La santificación es algo viviente, resplandeciente y precioso. Ninguna palabra humana puede describir esto, porque es Jesús mismo. Cuando decimos: “Oh, Señor Jesús” día a día, le comemos y le disfrutamos a Él, y Él llega a ser nuestra santidad. De esta manera, es difícil designar lo que somos, por cuanto llegamos a ser personas que son maravillosas. Éste es el viviente Jesús, quien es la santidad para nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.