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Economía neotestamentaria de Dios, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-252-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 44 Sección 4 de 6

EL ESPIRITU DE GRACIA

Este libro también nos dice que el Espíritu es el Espíritu de gracia (He. 10:29). El término “Espíritu de gracia” simplemente indica que el Dios Triuno en el Hijo como el Espíritu viene a ser nuestro disfrute. El Espíritu es el Dios Triuno que nos alcanza. El Hijo no pudo entrar en nosotros hasta que llegó a ser el Espíritu. El estaba entre los discípulos, pero necesitaba pasar por la muerte y la resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante (Jn. 14:16-20; 1 Co. 15:45). Entonces El pudo soplarse a Sí mismo dentro de los discípulos como el Aliento Santo para su disfrute (Jn. 20:22).

Cuando la Biblia usa expresiones tales como el Espíritu de gracia, el Espíritu de vida y el Espíritu de realidad, esto significa que el Espíritu es la gracia, la vida y la realidad. Por lo tanto, cuando somos los participantes del Espíritu Santo, esto quiere decir que somos participantes del Espíritu Santo como gracia. El Espíritu Santo es nuestra posesión, y la gracia es nuestra posesión. Siempre es mejor orar: “Gracias Señor por otro día, un nuevo día, y te agradezco que tengo la gracia para vivirte hoy”. El Espíritu de gracia es el Espíritu eterno; por lo tanto, la gracia es eterna. La gracia que recibimos es la gracia eterna, la cual es el Espíritu eterno e ilimitado. Esta gracia es inagotable.

LA DEFINICION DE LA GRACIA

El Evangelio de Juan revela que Dios vino en la manera de encamación. La Palabra quien era Dios, se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros, lleno de gracia (Jn. 1:14). El himno 34 (100 Himnos Seleccionados) nos dice que la gracia en su mayor definición es disfrutar a Dios en el Hijo. La gracia es Dios en el Hijo para nuestro disfrute. A muchos de nosotros nos gusta comer bistec. El bistec es carne de res, y la carne es una porción pequeña de una vaca grande. La única manera de que esta vaca grande puede ser nuestro disfrute es por medio de ser procesada. Primero la vaca debe ser matada y después cortada en pedazos. Sin embargo, solamente cortarla no es suficiente. Estas piezas de bistec deben ser cocinadas. Después de un proceso tan largo, la carne de res llega a ser disponible para usted. De la misma manera, para que Dios sea nuestro disfrute en el Hijo, El tiene que estar procesado.

Hemos visto que la Palabra era Dios, y que este Palabra se hizo carne, lleno de gracia. Juan 1:17 nos dice que la ley fue dada por Moisés, pero que la gracia vino por medio de Jesucristo. Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”. Dios nos ha dado un don único, y este don es nada menos que Su Hijo unigénito. Juan 3:16 está relacionado directamente con Juan 1:14. Dios nos dio a Su Hijo por medio de la encamación. Si Dios nunca se hubiera hecho hombre, ¿cómo podría habernos dado a Su Hijo? Dios nos dio a Su Hijo por medio de hacerse hombre. En realidad Juan 1:14 explica a Juan 3:16, y Juan 3:16 define a Juan 1:14. Al comparar estos dos versículos, obtenemos el entendimiento correcto del hecho divino de que Dios se ha dado a Sí mismo en la Persona del Hijo por medio de la encarnación. Aunque el Hijo es este don, antes de que le recibamos, El no es la gracia para nosotros. Cuando le recibimos, inmediatamente llega a ser la gracia.

Supongamos que alguien le da como regalo un pastel de queso. El pastel de queso es un regalo de queso. Podría decirse que la “persona” del pastel de queso es el queso. Este queso nos es dado en la forma de un pastel. Jesucristo era la forma, es decir, el “pastel”. La persona de este pastel es Dios. Dios se dio a Sí mismo en la Persona de Su Hijo como un regalo para nosotros por medio de hacerse hombre. El pastel de queso es un regalo maravilloso pero no puede llegar a ser nuestro disfrute a menos que lo comamos. Cuando lo comemos, éste llega a ser nuestro disfrute. Dios en el Hijo es solamente un “regalo”, todavía no es la gracia. Cuando usted disfruta este “regalo”, ya no es solamente un “regalo” sino que es gracia. Antes de disfrutarse, el pastel de queso es un regalo, pero después que usted lo disfruta, el pastel de queso se convierte en gracia. Después que lo comemos, el regalo se convierte en gracia, o sea, en el disfrute. El regalo se ha transfigurado en gracia.


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