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Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1188-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 14 Sección 1 de 4

CAPITULO SEIS

COMO HACER QUE CRISTO CREZCA
PARA QUE SEA NUESTRA OFRENDA
POR EL PECADO
Y POR LAS TRANSGRESIONES

Lectura bíblica: Dt. 12:6-7; Lv. 4:13-14, 27-28; Jn. 1:29; Ro. 8:3; 2 Co. 5:21; 1 Co. 15:3; 1 P. 2:24; 3:18; He. 9:26b, 28

Examinemos cómo podemos incrementar a Cristo para ofrecerlo como las diversas ofrendas en la reunión. En los capítulos uno, dos y seis de Levítico, vemos que el holocausto es la primera ofrenda de las cinco básicas. Luego siguen la ofrenda de harina y la ofrenda de paz. Las dos últimas son la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones. Por lo tanto, en estos capítulos vemos en primer lugar el holocausto, y concluimos con la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones. Pero nuestra experiencia no empieza con el holocausto. En nuestra experiencia, empezamos con la ofrenda por las transgresiones, y luego viene la ofrenda por el pecado; luego tenemos la ofrenda de paz, después de la cual disfrutamos a Cristo como nuestro alimento, como la ofrenda de harina. Después de todo esto, experimentamos el holocausto. En este mensaje no vamos a seguir la secuencia presentada en la Biblia, sino la de nuestra experiencia, en la cual primero que todo disfrutamos a Cristo como la ofrenda por las transgresiones.

LOS ALIMENTOS CON LOS QUE SE PREPARAN
LAS OFRENDAS

En Deuteronomio 12:6 se enumeran los alimentos que se utilizan en la preparación de las ofrendas que presentamos a Dios. Esto indica que debemos traer sus holocaustos y sacrificios, sus diezmos, y las primicias de sus vacas y de sus ovejas. Este diezmo se refiere a la décima parte de todos los productos del campo, a saber el trigo, el aceite y el vino. El versículo 6 no nos da más detalles; sólo los llama los diezmos. Deuteronomio 14:22-23 es más explícito, pues allí descubrimos que los hijos de Israel debían diezmar de todos los productos de sus simientes. Esto incluye todo el trigo, todo el aceite y todo el vino. Este pasaje nos da detalles de los diezmos de los productos vegetales.

OFRENDAS DEL REINO ANIMAL

Deuteronomio 12:6 habla específicamente de los bienes tomados del reino animal: las vacas y las ovejas. Tengamos presente que los diezmos del reino vegetal no pueden usarse en los holocaustos ni en la ofrenda por el pecado ni en la ofrenda por las transgresiones; sólo pueden usarse en la ofrenda de harina, en la libación y en parte de la ofrenda de paz. La parte principal de la ofrenda de paz pertenece al reino animal. En todas las ofrendas, los principales elementos proceden del reino animal. Los platos principales del banquete divino son preparados con elementos del reino animal. Los productos del reino vegetal sirven para la ofrenda de harina, para la última parte del sacrificio de paz y para la libación.

Para nosotros Cristo es primeramente la vida del reino animal. Esta es la razón por la cual Juan 1:29 le llama el Cordero de Dios, lo cual alude a una vida que procede del reino animal. El es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Los elementos del reino animal son más fundamentales que los del reino vegetal. Esta es la razón por la cual la secuencia empieza con el reino animal y luego pasa al reino vegetal. Queremos examinar cómo hacer que Cristo aumente en el reino animal. Nuestra experiencia nos muestra que dicha vida sirve primeramente para la ofrenda por las transgresiones y luego para la ofrenda por el pecado. También se usa en la primera parte, la parte principal, de la ofrenda de paz. Después de esto, pasaremos al reino vegetal, para ver cómo Cristo también es la vida vegetal, una vida particularmente eficaz en la última parte de la ofrenda de paz. En este aspecto El también sirve en la ofrenda de harina y en la libación para satisfacer a Dios y también a nosotros, ya que El alimenta a Dios y también a nosotros.

CRISTO COMO NUESTRA OFRENDA POR EL PECADO

Nuestra experiencia nos muestra que Cristo es primeramente nuestra ofrenda por las transgresiones y luego nuestra ofrenda por el pecado. Aun en la aplicación de las ofrendas, como en el caso de la santificación de los sacerdotes, éstos tenían que presentar primeramente la ofrenda por el pecado. Después ofrecían el holocausto. En algunas de las ofrendas por el pecado no quedaba nada de comer para el sacerdote ni para el oferente, pues el sacrificio era consumido en su totalidad por dos fuegos. En primer lugar, sobre el altar se quemaba la grosura y las vísceras del animal, para satisfacer a Dios y cumplir Sus requisitos. Luego se quemaba el resto del animal fuera del campamento, no sobre el altar. El fuego que se hacía fuera del campamento no se hacía para elevar un olor grato a Dios sino que era para juicio y para deshacerse de cosas. Por lo tanto, lo que podemos disfrutar en la ofrenda por el pecado y en la ofrenda por las transgresiones es ver la sangre. La sangre de Cristo fue derramada por nosotros. Cuando vemos la sangre, tenemos paz y somos librados de la condenación. Dichas ofrendas no nos sirven de comida, ya que están destinadas únicamente a solucionar nuestros problemas.

Estas ofrendas se parecen a la manera en que empezamos el día. Primero nos levantamos. Es muy agradable comenzar cada día con un baño de todo nuestro cuerpo, de pies a cabeza. Algo parecido sucede en nuestra vida espiritual. Debemos empezar nuestra vida espiritual con un buen baño. ¿Cómo toma uno un baño espiritual? Aplicando la ofrenda por el pecado. Ofrezcamos a Cristo ante Dios cada día como dicha ofrenda. No pensemos que estamos limpios. Mientras uno viva, necesita que una ofrenda por el pecado limpie todo su ser.


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