Línea central de la revelación divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8224-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El hombre fue creado por el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu (Mt. 28:19). Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre”. La palabra hebrea Elohim, que se traduce “Dios” en este versículo, es un sustantivo plural en el hebreo, lo cual alude a la Trinidad Divina.
El hombre fue creado por el Dios Triuno a Su imagen (interno). Esta imagen es Cristo el Hijo como expresión del Dios invisible en la esencia de Sus atributos, tales como el amor, la luz, la santidad y la justicia (2 Co. 4:4b; Col. 1:15a).
La imagen de Dios se refiere a la imagen interna de la esencia de Dios. Cristo, el Hijo, es la imagen del Dios Triuno. Él es la expresión del Dios invisible. Dios es invisible; sin embargo, tiene una imagen, y esta imagen es Cristo, el Hijo, quien es la expresión del Dios invisible en la esencia de Sus atributos. Los atributos de Dios son Sus características. Dios es amor (1 Jn. 4:16), Dios es luz (1:5), Dios es santo y Dios es justo. Finalmente, Dios también es santidad y justicia. Dios tiene muchos otros atributos, incluyendo misericordia y bondad, así como poder, fortaleza y fuerza.
Al hablar de este asunto, necesitamos ser diligentes en distinguir entre atributos y virtudes. Si no tenemos cuidado, es posible que usemos estos términos incorrectamente. Un atributo denota el propio elemento o esencia de alguna cosa que todavía no se ha expresado. Cuando un atributo se expresa, viene a ser una virtud. Hablando con propiedad, como hombres nosotros no tenemos los atributos de amor, luz, santidad ni justicia. Los verdaderos atributos de amor, luz, santidad y justicia proceden de Dios y le pertenecen a Él. Pero cuando Dios se hizo hombre para vivir en la tierra, los atributos de Dios fueron expresados en virtudes humanas. Los atributos pertenecen a la divinidad, pero las virtudes se expresan a través de la humanidad. Por lo tanto, los atributos expresados son las virtudes, y la esencia y elemento escondido de las virtudes son los atributos.
El Dios Triuno es una constitución de todos Sus atributos. La totalidad de los atributos divinos es la esencia interna de Dios. Esta esencia interna necesita una expresión. La expresión de la esencia interna de Dios es Su imagen, y esta imagen está corporificada en Cristo. Toda la plenitud de la Deidad habita corporalmente en Cristo (Col. 2:9). Cristo como imagen de Dios es la expresión de la esencia de los atributos de Dios, los cuales son Su mismo ser. El Dios Triuno hizo al hombre en Cristo a esta imagen y conforme a la misma.
Todos los seres humanos llevan en sí la expresión, la imagen, de Dios. Dios es amor, y nosotros también tenemos cierta clase de amor. Nuestro amor es una copia del amor de Dios. El amor de Dios es el amor verdadero, y nuestro amor es una fotografía del amor de Dios. Los seres humanos son cuadros, figuras o fotografías de Dios en Sus atributos. Dios también es luz. Como seres humanos que somos también tenemos cierta cantidad de luz. También nos gusta la luz y aborrecemos estar en tinieblas. Cuando hacemos algo en las tinieblas, no queremos que la gente lo sepa. Pero cuando hacemos algo en la luz, ciertamente nos gusta que la gente vea que estamos brillando y que pertenecemos a la luz. También nos gusta ser santos, es decir, no nos gusta ser comunes. Nos gusta estar separados de las cosas comunes. También nos gusta ser justos y hacer lo correcto. No nos gusta engañar a nadie, aunque a veces tal vez robemos a otros debido a nuestra naturaleza caída. Aun antes de ser salvos, nos gustaba ser amables, resplandecientes, santos y justos. En nuestra naturaleza queríamos amar a nuestros padres, pero muchas veces no lo hicimos. Nos dimos cuenta de que aquello no estaba bien. Esto prueba que tenemos una copia de los atributos de Dios. Así que, tenemos la imagen de Dios.
El hombre no sólo fue creado a la imagen interna del Dios Triuno, sino también conforme a Su semejanza (externo). Esta semejanza es la forma del ser de Dios (Fil. 2:6), la expresión de la esencia y naturaleza de la persona de Dios (He. 1:3). Cristo existió en la forma de Dios, es decir, en la semejanza de Dios. Cuando se hizo hombre, puso a un lado la semejanza de Dios y tomó forma de esclavo (Fil. 2:7). Se despojó de la forma de Dios, pero no se despojó de la esencia de Dios. Cristo puso a un lado la semejanza externa, la forma del ser de Dios. La forma del ser de Dios es la expresión de la esencia y naturaleza de la persona de Dios. Hebreos 1:3 dice: “El cual [Cristo], siendo el resplandor de Su gloria, y la impronta de Su sustancia”. La esencia de Dios es algo que está dentro de Dios mismo. Esta esencia necesita una expresión exterior, una impronta, como la impresión de un sello. Cristo es la impronta, la forma externa, del ser de Dios.
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