Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6188-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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A fin de vivir en la Trinidad Divina, debemos vivir y andar por el Espíritu. Gálatas 5:25 dice: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Vivir por el Espíritu es algo general, mientras que andar por el Espíritu es algo particular. Vivir por el Espíritu es tener una vida que depende del Espíritu y es regulada por Él. Andar por el Espíritu en el versículo 25 significa andar ordenadamente o marchar en orden militar. El Cristo pneumático es el Espíritu por el cual vivimos y andamos. El Cristo pneumático es la resurrección misma. Cuando vivimos por el Espíritu y andamos por el Espíritu, vivimos y andamos por la resurrección y en la resurrección.
El Señor Jesús nos dijo que Él es la resurrección y la vida (Jn. 11:25). La vida y la resurrección no son cosas, sino una persona. La resurrección es una persona viviente, quien es la vida que ha pasado a través de la muerte. La resurrección es la expresión de la vida que ha pasado por muerte y fue puesta a prueba, examinada por la muerte. Antes de ser examinada por la muerte, la vida era puramente vida; no era resurrección. Pero después de pasar la prueba de la muerte y pasar por la muerte exitosamente, la vida llegó a ser resurrección. Tanto la vida como la resurrección son la misma maravillosa persona, una persona excelente. Esta persona es el Cristo pneumático, el Espíritu vivificante. Este Espíritu es la resurrección, en la cual nosotros los cristianos debemos vivir todo el tiempo.
Vivir en esta resurrección es olvidarnos de nosotros mismos, renunciar a nosotros mismos y negarnos a nosotros mismos. Cuando salimos a predicar el evangelio o hacer algo en el servicio al Señor, no debemos actuar en nosotros mismos, sino que debemos estar en Cristo, en la resurrección, en el Cristo pneumático, en el Espíritu vivificante, quien nos da vida todo el tiempo como nuestro suministro de vida. Cada aspecto de la manera ordenada por Dios debe ser llevado a cabo en resurrección. Predicar el evangelio, bautizar a las personas, celebrar reuniones en los hogares, tener reuniones de grupo y profetizar en las reuniones más grandes de la iglesia, se debe hacer al renunciar a nuestro yo, rechazarnos y negarnos a nosotros mismos. Esto significa que todo debe hacerse en resurrección.
Vivir en la Trinidad Divina es vivir a Cristo para magnificarlo (Fil. 1:20-21a). Nadie que permanezca en sí mismo puede vivir a Cristo para magnificarlo. Vivimos a Cristo para magnificarlo solamente a través de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo (v. 19). Cuando vivimos por el Espíritu y andamos por el Espíritu, espontáneamente vivimos a Cristo para magnificarle. El factor, el elemento y la esfera de nuestro vivir debe ser el Espíritu vivificante, el Espíritu de Jesucristo como el suministro abundante. El término “Espíritu de Jesucristo” significa que el Espíritu es Jesucristo. Él es el Espíritu que es rico para nosotros como nuestro suministro de vida y Él está en nuestro espíritu. Por esta razón, debemos dar énfasis a nuestro espíritu. Nunca podremos recalcar lo suficiente este asunto. Debemos enfatizar este asunto una y otra vez. Debemos volvernos a nuestro espíritu, ejercitar nuestro espíritu y estimular nuestro espíritu, porque en nuestro espíritu está la resurrección misma, quien es el Viviente, el Cristo pneumático, el Espíritu vivificante.
El secreto para experimentar a esta Persona es negarnos a nosotros mismos. Siempre y cuando nos neguemos, estamos en resurrección, pero es diferente con los gentiles incrédulos porque ellos no tienen este tesoro de la resurrección en sus espíritus. Su espíritu está muerto y no ha sido regenerado, pero nuestro espíritu es diferente. Nuestro espíritu ha sido regenerado. Cristo como Aquel que resucitó está en nuestro espíritu regenerado como la resurrección misma. Así que, podemos vivir en la Trinidad Divina porque la corporificación misma de esta Trinidad Divina está en nuestro espíritu como la resurrección. Podemos vivir en el Cristo resucitado que es la resurrección misma y podemos vivir por el Cristo resucitado que es la resurrección. Siempre que nos neguemos a nosotros mismos y renunciemos a nuestra alma, entraremos en la comprensión plena de esta resurrección y la experimentaremos en plenitud.
Esto es por completo en fe y no en nuestros sentimientos. Tenemos que ejercitar nuestra fe para creer esto. La fe es lo que da sustantividad a los hechos. En este universo, y especialmente dentro de nosotros, hay un hecho, una realidad, que no podemos ver. Sin embargo, podemos dar sustantividad a este hecho. La expresión dar sustantividad procede de la palabra “sustancia”. Todas las cosas espirituales, especialmente que Cristo es la resurrección dentro de nosotros, debemos darles sustantividad por nuestra fe. La fe proviene del oír de la palabra (Ro. 10:17). Cuando oímos la palabra que nos comunica las cosas buenas relacionadas con Cristo, recibimos una visión, y lo que vemos produce cierto aprecio, cierta fe, dentro de nosotros. Nuestra fe es el aprecio que tenemos por el Señor Jesucristo. Cuando le escuchamos y le vemos, espontáneamente dentro de nosotros se produce cierto aprecio por Él. Este aprecio es el creer, la fe, y esta fe es la fe del Hijo de Dios (Gá. 2:20c). La fe del Hijo de Dios es realmente la fe como el Hijo de Dios. Esta fe es Jesucristo mismo.
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