Cómo reunirnospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6637-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En todo el Nuevo Testamento, 1 Corintios es prácticamente el único libro que trata el asunto de las reuniones cristianas. No se dice nada con respecto a las reuniones cristianas en el libro de Romanos, y en todas las otras Epístolas apenas son mencionadas. En 1 Corintios hay dieciséis capítulos de los cuales una sección está dedicada al asunto de las reuniones. Este asunto guarda estrecha relación con el ejercicio de los dones, pues cuando los cristianos se reúnen, es el tiempo apropiado para que ellos ejerzan su función haciendo uso de sus dones. Por tanto, en esta sección de 1 Corintios, la cual se compone de los capítulos 12, 13 y 14, se halla la relación que existe entre las reuniones cristianas y el ejercicio de los dones.
El capítulo 12 habla mucho sobre los asuntos espirituales. Tal vez ustedes usen el término dones espirituales, pero no importa lo que digan, este término refiere a aquellas cosas consideradas espirituales. La palabra espiritual no es usada por primera vez en el capítulo 12, sino que la primera vez que se usa esta palabra en 1 Corintios es en el capítulo 2. En este capítulo leemos que el hombre espiritual, y no el hombre anímico, es capaz de entender las cosas del Espíritu (vs. 14-15). Después, en 3:1, Pablo dice que él no puede considerar a los corintios como personas espirituales. Él les dice: “Yo, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a carne, como a niños en Cristo”. Ya dijimos que ser espiritual significa estar en el espíritu. Asimismo, ser carnal significa estar en la carne. Cuando uno actúa en la carne, es carnal; pero cuando uno anda y actúa en el espíritu, es espiritual. Una persona espiritual es alguien que vive, labora y lo hace todo en el espíritu. Sin duda alguna, si estamos en el espíritu, habrá cierta clase de manifestación sobre nosotros; me refiero a la manifestación del Espíritu.
Algunos cristianos afirman que la manifestación del Espíritu Santo puede tener únicamente nueve aspectos. Pero si leemos con detenimiento el capítulo 12 de 1 Corintios, así como el resto del Nuevo Testamento, descubriremos que la manifestación del Espíritu tiene muchos más aspectos que solamente nueve. Les ruego que lean el versículo 28 del capítulo 12. En este versículo se nos habla de ayudas y administraciones; pero estos dos aspectos no están incluidos entre las manifestaciones del Espíritu mencionadas en los versículos del 7 al 10. Dios ha establecido tales ayudas y administraciones en la iglesia; ¿acaso no constituyen otras tantas manifestaciones del Espíritu? Después, en Hechos 2 tenemos los sueños. Allí se nos dice que los jóvenes verán visiones y que los ancianos soñarán sueños (v. 17). ¿Acaso éstas no son manifestaciones del Espíritu también? Como verán, las nueve cosas enumeradas en 1 Corintios 12:7-10 no son las únicas manifestaciones del Espíritu. Las personas también dicen que el fruto del Espíritu, tal como es descrito en Gálatas 5:22-23, únicamente tiene nueve aspectos; pero ¿creen ustedes verdaderamente que los aspectos del fruto del Espíritu Santo sean solamente nueve? En Gálatas 5:22-23 no se menciona la humildad, la santidad, ni la justicia; ¿acaso no son éstos otros aspectos del fruto del Espíritu? Sí, además de todos éstos, ciertamente hay muchos más aspectos del fruto del Espíritu.
Ahora debemos volver a considerar 1 Corintios 12—14. Al concluir el capítulo 12, el apóstol nos dice que debemos anhelar “los dones superiores”. Esto da a entender que algunos dones mencionados en este capítulo son buenos, aunque no son los dones superiores. Al traducir este versículo, algunas versiones no son tan exactas. No debiera traducirse: “Anhelad, pues, los mejores dones”, sino “Anhelad, pues, los dones superiores”. Así pues, tenemos dones en general y tenemos los dones superiores. Pablo nos dijo que debíamos anhelar los dones superiores.
Creo que muchos de ustedes han leído estos tres capítulos y están familiarizados con ellos. Permítanme preguntarles: el don de sanidad, ¿es considerado un don superior? Hablar en lenguas, ¿es uno de los dones superiores? Creo que si son imparciales, tendrían que responder: “No”. Entonces, en términos relativos, ¿cuál es el don superior? La respuesta es: aquel que edifique la iglesia. Así que, Pablo dice: “Prefiero hablar cinco palabras con mi mente [...] que diez mil palabras en lengua desconocida” (14:19), para que la iglesia pueda ser edificada. El don superior no es hablar en lenguas, ni efectuar sanidades, sino profetizar, porque el profetizar edifica la iglesia.
Pablo nos dijo que debemos anhelar los dones superiores, no obstante, también nos dijo que habría de mostrarnos un camino aún más excelente. Así pues, no solamente necesitamos los dones, sino también el camino apropiado. Es posible tener los dones, y aun así, no tener el camino. Podríamos ser ricos en dones, pero tener deficiencias en cuanto al camino que hemos de tomar. Por un lado, Pablo dijo: “Anhelad, pues, los dones espirituales”, pero por otro, él también nos dijo: “Yo os muestro un camino aún más excelente”. ¿Cuál es este camino más excelente? ¡El amor! “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena, o címbalo que retiñe” (13:1). ¿Qué son el bronce que resuena y el címbalo que retiñe? Son sonidos carentes de vida. Si hablo sin amor, soy címbalo que retiñe; ciertamente emito un sonido, pero no imparto vida. Después, el apóstol procede a decirnos que las profecías se volverán ineficaces, que las lenguas cesarán, y que el conocimiento se tornará inútil, pero que el amor nunca dejará de ser (v. 8); el mayor de ellos es el amor. En 14:1 Pablo nos presenta la conclusión final: “Seguid el amor”. “Seguid el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”.
Después, en el versículo 5, el apóstol dice: “Yo quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas”. Esto prueba que no todos los creyentes corintios hablaban en lenguas; de otro modo, no habría necesidad de que el apóstol Pablo dijera tal cosa. Él dice: “Yo quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis”. El don de profetizar es superior al don de hablar en lenguas; por ende, el apóstol los estaba alentando a que profetizaran. En el versículo 31 él dice: “Podéis profetizar todos uno por uno”. Si ustedes toman la iniciativa en su espíritu a fin de profetizar, el Espíritu Santo, que es uno con vuestro espíritu, cooperará con ustedes. “Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” (v. 32). Ustedes pueden ordenar a su espíritu que profetice, pues su espíritu les está sujeto. Finalmente, en el versículo 39, el apóstol dice: “Así que, hermanos míos, anhelad el profetizar, y no impidáis el hablar en lenguas”. El apóstol es muy equilibrado, pues afirma que el hablar en lenguas no es tan importante, que nos es mejor que profetizar, pero, aun así, no debemos prohibir que se hable en lenguas.
Hemos hecho un rápido recorrido por estos tres capítulos de 1 Corintios, los capítulos 12, 13 y 14; y la principal impresión que ellos nos dejan es que hay dos cosas excepcionales que debemos buscar: el amor y el profetizar. Tenemos que seguir el amor y tenemos que procurar profetizar. Perdónenme por lo que ahora debo decirles: ustedes tienen que olvidar toda otra impresión que hayan recibido en el pasado. Acudamos a la Palabra pura y leamos estos tres capítulos una y otra vez. Yo he leído estos tres capítulos muchas veces, especialmente en días recientes, con el propósito de profundizar más en ellos. Los he leído valiéndome de toda clase de versiones y traducciones, así como fijándome en las concordancias y en el texto en griego. Con base en todo ello hemos llegado a la siguiente conclusión: aquello que sintetiza estos tres capítulos y que constituye el pensamiento principal de su autor es que tenemos que seguir el amor, que es el camino más excelente, e ir en pos del profetizar, que es el don superior. Esto es todo lo que la iglesia necesita hoy en día. La iglesia tiene necesidad del amor y del profetizar.
Hermanos y hermanas, ¿se han dado cuenta ustedes de que el amor así como el profetizar proceden del Espíritu y que eso es lo que edifica la iglesia? Si leen 1 Corintios, verán que en este libro hay únicamente dos cosas que edifican: la primera es el amor (8:1) y la segunda es la práctica de profetizar (14:5). ¿Cómo es que la iglesia puede ser edificada? Mediante el amor y el profetizar. ¿Qué es el amor? El amor es Cristo como vida en mi espíritu dado a mí para producir cierta clase de vida en mi diario andar. En otras palabras, mi vivir es Cristo como vida expresado en forma de amor. ¿Y qué es profetizar? Es también el Cristo que está en mi espíritu, en calidad de una especie de ministerio que me permite desempeñar mi función en las reuniones. En mi diario andar yo tengo a Cristo como vida expresado en forma de amor, y en las reuniones tengo a Cristo como mi ministerio para desempeñar mi función. Para nuestro diario vivir necesitamos amor; y para desempeñar nuestra función en las reuniones necesitamos el profetizar.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.