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Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4516-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 21 Sección 3 de 3

EL LAGO DE FUEGO
Y LA CIUDAD DE AGUA

Al final del libro de Apocalipsis vemos dos consumaciones, una negativa y otra positiva. La consumación negativa es el lago de fuego, y la consumación positiva es la ciudad de agua. Todo lo que las siete lámparas ardientes escudriñan y juzgan acabará en el lago de fuego. Sin embargo, todo lo que se haya infundido en nosotros mediante los siete ojos del Cristo redentor será edificado como parte de la Nueva Jerusalén. El lago de fuego es donde se encuentra todo lo que ha sido juzgado por las siete lámparas de fuego ardiente. Así que, las siete lámparas escudriñan, juzgan y, finalmente, envían todas las cosas negativas al lago de fuego. Por un lado, los siete Espíritus de Dios son las siete lámparas que juzgan y escudriñan; y por otro, ellos son los siete ojos que nos transfunden todo lo que Cristo es, de modo que seamos parte de la ciudad de agua, la consumación positiva. ¡Aleluya, nuestro destino no es el lago de fuego, sino la ciudad de agua!

PURIFICADOS E INFUNDIDOS

Debido a que su condición no es pura, algunos de ustedes aún se encuentran bajo las siete lámparas ardientes. Usted aún participa de ciertas cosas que necesitan ser escudriñadas y juzgadas. No obstante, nosotros no estamos principalmente bajo las lámparas flameantes, sino bajo los ojos que infunden. ¿Está usted bajo las lámparas que escudriñan o bajo los ojos que infunden? Yo me siento contento de estar bajo los siete ojos. Supongamos que usted está a punto de discutir con su esposa. Los siete ojos de inmediato se convertirán en las siete lámparas. En esos momentos, usted tendrá que arrepentirse y decir: “Oh, Señor Jesús, perdóname. Todavía estoy en la carne, y mi condición es tan miserable. Señor, gracias por Tu sangre. Confieso mi fracaso y aplico Tu sangre a mi situación”. Cada vez que usted haga esto, las siete lámparas se convertirán en los siete ojos que lo observan, y enseguida estará bajo Su transfusión. De este modo, la esencia de Cristo y algunos de Sus atributos se transfundirán en su ser.

Quizás algunos de ustedes no sepan qué decir cuando les preguntan si están bajo las siete lámparas o bajo los siete ojos. Si son sinceros, dirán que experimentan ambos, pues muy a menudo han participado de cosas que están destinadas al lago de fuego. Ustedes han tenido que ver con cosas que pertenecen a la consumación incorrecta. Pero, por la misericordia del Señor, cada vez que ustedes se arrepienten y aplican la sangre, de inmediato se conectan nuevamente con la consumación correcta. Aleluya ahora ustedes están conectados a la Nueva Jerusalén al recibir la transfusión de los siete ojos del Cordero.

LOS SIETE OJOS DE LA PIEDRA DE EDIFICACIÓN

Recientemente en el recobro del Señor se ha hablado mucho acerca de la edificación. La edificación en realidad surge como resultado de los siete ojos de la piedra. Los siete ojos no solamente son los siete ojos del Dios que administra, sino también los siete ojos del Cordero redentor y, más aún, los siete ojos de la piedra de edificación. Cuando participamos en cosas negativas y tenemos que ver con la consumación incorrecta, el lago de fuego, los siete Espíritus son las siete lámparas de Dios que arden para escudriñarnos y juzgarnos. Sin embargo, si nos arrepentimos y aplicamos la sangre del Cordero, los siete Espíritus de Dios enseguida vendrán a ser los siete ojos del Cordero. Además, en el momento en que digamos: “Señor, gracias por limpiarme con Tu sangre redentora”, los siete Espíritus de Dios, que son los siete ojos del Cordero redentor, vendrán a ser los siete ojos de la piedra. Cuando en nuestra experiencia el Espíritu de Dios llega a ser los siete ojos de la piedra, a medida que Él nos observa, nos transfunde todo lo que Cristo es y nos sumerge en ello. Esto hará de nosotros el material apropiado para el edificio de Dios y, más que eso, hará que seamos edificados como parte del edificio de Dios. Sé que aún me falta experimentar más de esta edificación, pero creo que esta obra de edificación ya ha empezado. En los días venideros todas las iglesias serán conducidas a este estado en el cual los santos no sólo estarán bajo los siete ojos de Dios y del Cordero, sino también bajo los siete ojos de la piedra. Estaremos bajo el Cristo que infunde y edifica.

Como la piedra única, el Cristo que edifica infundirá en nosotros todo lo que Él es. Él nos sumergirá en Su misma esencia para hacer de nosotros piedras y edificarnos como parte del edificio de Dios. Esta obra de edificación únicamente puede lograrse mediante la transfusión e infusión de los siete ojos de la piedra de edificación, la cual es el Cristo que edifica. En los días venideros, muchos de nosotros estaremos bajo esta transfusión y llegaremos a ser el material adecuado para ser edificados conjuntamente como parte del edificio de Dios. Ésta es la conclusión del Espíritu vivificante, el cual se revela como los siete Espíritus de Dios en el libro de Apocalipsis.

EL ESPÍRITU QUE HABLA

Los siete Espíritus son también el Espíritu que habla. Apocalipsis 2:7 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Hoy estamos escuchando lo que el Espíritu dice. En el cristianismo se dan muchos sermones desde muchos estrados, pero me pregunto cuánto de este hablar es el hablar del Espíritu. El hablar que el Espíritu dirige a las iglesias sólo se halla en las iglesias. ¿Cómo pueden aquellos que no están en las iglesias escuchar lo que el Espíritu dice a las iglesias?

El hablar del Espíritu siempre nos conduce a la infusión de Cristo. El hablar del Espíritu es, de hecho, la infusión de Cristo. Si usted escucha Su hablar, de inmediato recibirá la transfusión e infusión de Cristo, y será sumergido en Cristo. Hoy en día los siete Espíritus hablan a las iglesias, y todos los que tengan oído y escuchen este hablar serán conducidos a Cristo para que reciban Su infusión. No analice esto con su mente; más bien, corrobórelo con su espíritu y con su experiencia. Siempre que usted escuche el hablar que los siete Espíritus de Dios dirigen a las iglesias, de inmediato recibirá una transfusión preciosa, agradable y muy valiosa, y esta infusión lo cambiará, lo transformará y hará que sea el material adecuado, y lo edificará como parte del edificio de Dios. Todo lo que tenga que irse al lago de fuego será consumido por las siete lámparas, y ahora usted está bajo los siete ojos, los cuales le infunden todo lo que Cristo es para que usted llegue a ser parte de la Nueva Jerusalén.

LOS SIETE ESPÍRITUS LLEGAN A SER UN SOLO RÍO

Al final, los siete Espíritus serán un río (Ap. 22:1-2). En el primer capítulo de Apocalipsis tenemos los siete Espíritus que están delante del trono de Dios. En el último capítulo vemos que los siete Espíritus, que son las siete lámparas y los siete ojos, llegarán a ser el río de agua de vida que fluye del trono administrativo de Dios. En este río se encuentra el árbol de la vida que brinda un suministro a toda la ciudad de la Nueva Jerusalén. En cierto sentido, incluso hoy las siete lámparas y los siete ojos llegan a ser el río de vida en la vida de iglesia. Los siete Espíritus escudriñan y juzgan o transfunden e infunden; sin embargo, al final estos siete Espíritus llegarán a ser el río de vida que fluye por todo el edificio de Dios para suministrar la vida necesaria.

En el libro de Apocalipsis tenemos un cuadro muy claro. Si examinamos este cuadro, veremos que hoy en día el Espíritu vivificante es los siete Espíritus de Dios, que son las siete lámparas ardientes que escudriñan y juzgan todas las cosas negativas y los siete ojos que nos infunden las cosas positivas y la esencia de Cristo con miras al edificio de Dios. Hoy nos encontramos bajo la infusión de estos siete ojos. Al final, los siete Espíritus llegarán a ser el río de vida que fluye por las iglesias para traernos el suministro de vida de modo que seamos nutridos. ¡Cuán maravilloso y excelente es esto!


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