Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6926-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Quisiera darles algunos ejemplos de la muerte y la resurrección que se hallan en la Palabra. Como dijimos en el mensaje anterior, las especias del ungüento compuesto (Éx. 30:23-25) son los elementos constitutivos de la Palabra y también del Espíritu. ¿Cuál es la diferencia entre las enseñanzas de la Biblia y las enseñanzas éticas de Confucio? Ambas contienen palabras que nos corrigen y amonestan, pero en la Biblia tales correcciones y amonestaciones contienen un elemento que aniquila. Tanto este factor que aniquila como el elemento de la resurrección son los principales elementos constitutivos de la Biblia.
Veamos con un ejemplo cómo opera este factor aniquilador. Supongamos que usted llega del trabajo cansado, y en cuanto entra a la casa, surge algo que hace que usted se enoje con su esposa. Pero usted no dice nada porque había decidido tomar una siesta antes de hacer cualquier cosa. Después de tomar una siesta corta, usted lee la Palabra por unos treinta minutos. Una vez que termine, su enojo habrá desaparecido. Aunque usted intente seguir enojado, ¡no podrá estar enojado! ¿Qué ha sucedido? Lo que usted ha leído en la Palabra ha aniquilado su enojo. Es posible que usted mismo se encuentre pidiéndole disculpas a su esposa por no saludarla cuando entró a casa. La obra aniquiladora ha traído la resurrección; es por eso que usted ahora se siente contento. La Palabra santa incluye la presencia del Señor. Ella lo aniquila a usted y al mismo tiempo le suministra al Señor mismo. El sentimiento de gozo, del Señor, del Espíritu, de fortalecimiento y de nutrimento que usted experimenta después, es la resurrección. Este ejemplo nos muestra cómo los dos elementos constitutivos operan en nosotros cuando somos fieles en sumergirnos en la Palabra.
¿Cómo trató Pablo los problemas que había en la iglesia en Corinto? “La palabra de la cruz es necedad para los que perecen; mas para los que se salvan, esto es, para nosotros, es poder de Dios” (1 Co. 1:18). La palabra de la cruz es la palabra que aniquila. Ésta era la palabra que los corintios necesitaban para combatir su actitud divisiva, su confianza en el conocimiento y su ejercicio desenfrenado de los dones. Todo el libro de 1 Corintios es la palabra de la cruz. Pablo aplicó la cruz para matar lo que era natural.
¿Cómo creen ustedes que la mentalidad griega en Corinto recibiría estas palabras: “El hombre anímico no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son necedad, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Co. 2:14)? Los griegos eran famosos en el mundo de aquella época por su filosofía. Sin embargo, Pablo aquí les dijo que el hombre que vive regido por el alma rechaza las cosas de Dios, considerándolas necedad. ¿No estaba él menospreciando con esto la mente filosófica griega? Más que menospreciarla, Pablo estaba decapitando a los corintios por confiar en la inteligencia de su mente.
Si oramos con base en esta palabra, la palabra tendrá el mismo efecto aniquilador en nosotros. Quizás digamos: “El hombre anímico; ¿no soy yo un hombre anímico? Ciertamente confío en la sagacidad de mi mente. Aquí dice que este hombre no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios. ¿Será ésta la razón por la cual he recibido tan poco entendimiento espiritual en todos estos años? Para el hombre anímico las cosas del Espíritu son necedad, pues no las puede entender. Oh, el hombre anímico tiene que ser quebrantado”. Éste es el efecto aniquilador de la palabra de la cruz.
¿Y cómo recibiría usted estas otras palabras de Pablo: “Y yo, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a carne, como a niños en Cristo” (1 Co. 3:1)? ¿No se ofenderían ustedes si alguien les dijera que no son espirituales, que son hombres de carne y que no son más que niños en Cristo? Si ustedes protestan por tales designaciones, con ello demuestran que eso es exactamente lo que son. La palabra aquí nuevamente es una palabra que aniquila. De hecho, en cada capítulo de 1 Corintios hay un elemento que mata algún aspecto de su ser.
En Filipenses encontramos otra clase de palabra: “Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; enarbolando la palabra de vida” (2:15-16). Aquí, en este libro que trata sobre la experiencia que tenemos de Cristo, encontramos la palabra de vida. En 1 Corintios tenemos la palabra de la cruz, mientras que en Filipenses tenemos la palabra de la resurrección.
La Biblia se compone de estas dos clases de palabras: la palabra de la cruz, la cual aniquila, y la palabra de vida, la cual trae la resurrección.
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