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IV. DIOS CREÓ LA NUEVA CREACIÓN
TAMBIÉN POR MEDIO DE SU HABLAR

Dios creó la nueva creación también por medio de Su hablar. Juan 5:24 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye Mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no está sujeto a juicio, mas ha pasado de muerte a vida”. Los que oigan la palabra del Señor serán regenerados. Serán hechos una nueva creación. En Juan 14:10 el Señor Jesús dijo: “Las palabras que Yo os hablo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que permanece en Mí, Él hace Sus obras”. Con esto el Señor indicó que el Padre obraba en Él; por lo tanto, lo que Él hablaba era la obra del Padre. El Padre obraba mediante el hablar del Hijo.

Cuando vivió en la tierra, el Señor Jesús viajó y realizó muchos milagros. Sin embargo, en los cuatro Evangelios fue más lo que Él habló que los milagros que hizo. El Evangelio de Mateo narra un extenso mensaje del Señor por lo menos en tres ocasiones en seis extensos capítulos. Los capítulos del 5 al 7 hablan de las enseñanzas del Señor en el monte; el capítulo 13 narra las enseñanzas del Señor dadas en siete parábolas a la orilla del mar; y los capítulos 24 y 25 narran las profecías que el Señor dio en el monte de los Olivos. El hablar del Señor también es prominente en los otros Evangelios sinópticos de Marcos y Lucas.

En el Evangelio de Juan, casi cada capítulo contiene el hablar del Señor. Sin embargo, lo que el Señor dijo en Juan 14—17 es muy particular. Lo que el Señor les dijo a Sus discípulos en la víspera de Su crucifixión es narrado en los capítulos del 14 al 16, y Su oración al Padre es narrada en el capítulo 17. Lo dicho por el Señor en estos capítulos de Mateo y Juan revela con gran perspicacia las profundidades de Dios. Las profundidades de Dios en los Evangelios no pueden ser vistas por medio de los milagros, sino por medio del hablar del Señor.

Cuando el Señor Jesús vivió en la tierra, Su obra era efectuada principalmente mediante Su hablar. Hoy en día la obra neotestamentaria que consiste en salvar a los pecadores, edificar a los santos, perfeccionar a los santos y edificar el Cuerpo de Cristo también se lleva a cabo por medio de hablar.

Por la misericordia y la gracia del Señor, tenemos la intención de terminar el estudio-vida de toda la Biblia para finales del año 1994. En el Entrenamiento de verano de 1992, queremos abordar los Profetas Menores, y en el Entrenamiento de invierno estudiaremos el libro de Job. En el Entrenamiento de verano de 1993, queremos abordar los libros históricos de Josué, Jueces y Rut. Luego abordaremos 1 y 2 Samuel en el Entrenamiento de invierno de 1993. En el verano de 1994, abordaremos 1 y 2 Reyes y en el invierno abordaremos 1 y 2 Crónicas. De 1992 a 1994 habrá también seis semestres de Entrenamiento de Tiempo Completo. Durante ese período de tiempo, usaremos una reunión semanal para abordar los restantes libros del Antiguo Testamento. Abordar el libro de Salmos nos tomará tres semestres de entrenamiento; abordar el libro de Proverbios nos tomará un semestre; Eclesiastés y El Cantar de los Cantares nos tomarán un semestre; y nos tomará otro semestre abordar Esdras, Nehemías y Ester. Así que, si el Señor lo permite, para finales de 1994 el estudio-vida de toda la Biblia habrá sido concluido y habrá requerido veinte años. Entonces toda la Biblia, ya escrita y traducida, será interpretada por nosotros.

Para entender la Palabra de Dios necesitamos una interpretación adecuada. El libro de Joel habla de cuatro clases de langostas (1:4). Sin una interpretación adecuada, ¿cómo podríamos saber qué son estas langostas? Para estudiar las profecías del Antiguo Testamento, necesitamos los hechos históricos. Daniel 2 revela una gran imagen humana. La cabeza de oro, que corresponde a la primera bestia en Daniel 7:3-4, representa a Nabucodonosor, el rey de Babilonia. El pecho y los brazos de plata, que corresponden a la segunda bestia en 7:5, representan a Medo-Persia. El vientre y los muslos de bronce, que corresponden a la tercera bestia en 7:6, representan a Grecia. Las piernas de hierro y los pies en parte de hierro y en parte de barro, que corresponden a la cuarta bestia en 7:7-8, representan al Imperio romano y sus últimos diez reyes. En Apocalipsis 18 a Roma se le llama Babilonia la Grande. Debido a que la cabeza y los pies de la gran imagen representan a Babilonia, podemos decir que toda la imagen humana es Babilonia en cuatro etapas o imperios.

Las cuatro clases de langostas mencionadas en Joel se refieren a estos cuatro imperios. Todos estos imperios llevaron a cabo el juicio del Señor, considerado en el libro de Joel como “el día de Jehová” (1:15; 2:11, 31; 3:14). Así que, las cuatro partes de la gran imagen humana de que se habla en Daniel 2, las cuatro bestias en Daniel 7 y las cuatro clases de langostas en Joel 1 se refieren a la misma cosa. Las langostas babilónicas, las langostas medo-persas, las langostas griegas y las langostas romanas no permitieron que la nación de Israel tuviera paz alguna.

Comparto esto para mostrar que no podemos entender adecuadamente la Palabra de Dios si no contamos con una interpretación apropiada. En Hechos 8 el eunuco etíope leía Isaías 53. Cuando Felipe le preguntó si entendía lo que estaba leyendo, el eunuco respondió: “¿Cómo podré, si alguno no me guía?” (v. 31). Esto muestra una vez más que necesitamos que la Palabra sea interpretada. Proclamar al Señor conforme a la apropiada interpretación de la Palabra es lo que significa profetizar.